La tormenta invernal que repentinamente había azotado aquella ciudad se había intensificado de manera terrible. La nieve ya cubría en su totalidad las heladas y pavimentadas calles de la ciudad. Madison verificaba una vez más que no había demasiada señal en su teléfono celular, así como tambien el no haber recibido mensaje alguno de parte de su esposo. Elijah no solía ser un hombre que no le cumpliera su palabra y para esas horas ya estaba más allá de los nervios, había marcado una vez más al celular de su suegro, pero este, se hallaba fuera de servicio, quizás debido a la tormenta. Hacia un rato atrás que casi todos se habían marchado a sus hogares después de la cálida celebración que había tenido lugar y antes de que la nevada empeorase; únicamente Eimy se había quedado con ella pues no deseaba dejarla sola y junto a ella André que, sin decirlo, tambien se encontraba demasiado preocupado por su sobrino.— Tienes que intentar tranquilizarte, no servirá de nada que te alteres, quizás
— ¡Emerson! — aquel grito a la par de Madison y Eimy, retumbo como un pesado eco en toda la cafetería. El delicado muchacho se había desmayado.Apresurado, André corría hasta su maletín médico con el que solía cargar a todos lados en caso de alguna emergencia. Abrumado por todo lo que había escuchado, procedía rápidamente a atender al frágil jovencito al mismo tiempo que intentaba tranquilizar a las dos mujeres que lloraban aterradas a sus espaldas. Daryl O´Brien había causado ya demasiado daño.El chillido dentro de sus oídos se agudizaba, se había desmayado nuevamente. El frío que se sentía en aquel helado cuartucho era tanto, que sentía sus extremidades doloridas y entumecidas. Intentando moverse una vez más, se percató de que se encontraba amarrado a una silla. La luz de una lampara que estaba sobre su cabeza, iluminaba todo aquel pequeño espacio. Agudizando lo mejor que podía la mirada, se percató de que aquello parecía ser un viejo congelador como los de las carnicerías; la sang
“Cuéntame un cuento antes de quedarme dormido, cuéntame sobre viajes espaciales o vaqueros pistoleros, no me sueltes la mano hasta que me duerma y quédate a mi lado Daryl, por favor, no me dejes solo”Una fuerte luz le lastimaba los ojos aun teniéndolos cerrados, abriéndolos de par en par, pudo ver una enorme lampara blanca en un techo tambien blanco. Todo el cuerpo le dolía, sentía como si hubiesen arrojado una enorme losa sobre el que le impedía moverse a libertad, girando la cabeza hacia un costado, pudo ver las blancas cortinas meciéndose y la silueta de un hombre muy alto mirando hacia afuera, uno al que reconoció de inmediato. Sus ojos celestes se llenaron de lágrimas y sus débiles puños se apretaron aun con la debilidad que sufría, ¿Qué demonios hacia ese infeliz allí?Emerson miraba con rencor a Jericho Black.— ¿Qué diablos haces aquí? — cuestiono el ojiceleste con rabia.— Por fin despiertas, llevo esperando horas, he venido a hablar contigo muchacho, a arreglar los malos en
“Te amo Daryl O´Brien, y creo, que podría amarte por siempre”Brisas frías se dejaron sentir sobre su rostro, forzándolo a abrir sus ojos y despertar de aquel hermoso y tambien, tortuoso sueño que emulaba al pasado y lo que no pudo ser. Incorporándose en la cama, el rubio fijo sus ojos tristes sobre aquella fotografía donde una muy sonriente y feliz Madison aparecía colgada de su brazo. Tomando aquel retrato entre sus manos, unas cuantas lagrimas cayeron sobre el cristal del mismo; no pudo evitar llorar mientras sentía aquel nudo que le estrujaba el corazón doliéndole en el pecho.Acariciando aquella sonrisa que nunca más volvió a ver, una vez más la culpa lo golpeaba duramente contra la realidad; él y solo el, había sido el culpable de que aquella sonriente joven llena de amor y esperanza, dejara de sonreír como en aquella foto. Arrojando lejos de si aquel retrato, un doloroso llanto comenzó a brotar desde el fondo de su alma al mismo tiempo que se hacía las mismas preguntas que lo a
La nieve caía suavemente fuera de aquellas ventanas. Fuera, en las calles donde apenas se miraban algunas cuantas personas caminando aquí y allá, se podía apreciar el frío que estaba haciendo; eran los últimos días de diciembre y todo el panorama se sentía tan gris como el cielo sobre la ciudad. Madison dejaba caer una lagrima que cayó sobre el cristal de la pantalla de su teléfono celular. Hacía varios días que no sabía de Elijah y aquel fondo de pantalla en donde aparecía abrazada a su esposo, le rompía el corazón. La angustia de no saber de él la estaba lentamente matando. Todos sus amigos se habían movido a buscar e incluso, pagar a investigadores privados con tal de dar con el paradero del apuesto hombre de ojos dorados. Jericho había visitado el hospital días antes para hablar con su hermano gemelo y tambien estaba más allá de la preocupación por el bienestar de su hijo. Mirando sobre su hombro, pudo ver a la silueta durmiente de Emerson; no había tenido deseos de verlo y hablar
Las cascaras de una naranja caían sobre aquella bolsa plástica con sumo cuidado. Blancas manos la retiraban de la fruta sin prestar atención a nada más. Sus ojos casi turquesa miraron por un segundo al joven removerse.Aún mantenía demasiado lucido en su mente la decepción de esos ojos celestes, Emerson Chadburn no era una mala persona, lo había deducido hacia poco. Frunciendo el ceño, pensó en lo horrible que era nacer en una familia adinerada, no había nadie en quien realmente pudieras confiar; todo eran mentiras, conspiraciones y un sin final de traiciones que venían de todos lados. Las personas eran capaces de cometer los peores actos y decir las más terribles mentiras solo por dólares y un poco más de "prestigio. Realmente lamentaba que su mejor amiga y el joven que yacía convaleciente en esa cama, hubieran tenido que sufrir tanto tan solo por los intereses de otros; para nadie ya era un secreto lo que Jericho Black había hecho a los gemelos y por ello, se había ganado el desprec
El ruido de aquel infernal aparato atronaba en sus oídos provocando que sintiera jaqueca. Sus ojos se sentían demasiado pesados para poder abrirlos. Un frio terrible envolvía su cuerpo, uno como nunca antes había sentido y que le calaba hasta lo más profundo de su ser. Voces que resonabas como ecos demasiado lejanos, se escuchaban al mismo tiempo demasiado cerca suyo. Un escalofrió lo recorrió de punta a punta y por más que intentaba moverse, no podía hacerlo. La desesperación se adueñaba de él y comenzaba a llamar a su madre y a su esposa; se sentía solo, mucho más que nunca y un temor a no poder abrir sus ojos nunca más, lo invadió. Tan solo recordó las hermosas sonrisas de su bella esposa y le rogo a su amada madre le permitiese volver a su lado.— ¡Epinefrina, traigan epinefrina! La adrenalina no produjo ningún efecto, lo perdemos — grito Bernard apresurando a su personal.Los médicos y enfermeras se apresuraban y acercaban hasta el Doctor, dueño de aquel hospital, todo lo necesar
Los pasos pesados y masculinos resonaban en aquellos pasillos haciendo un eco infernal que rebotaba en las paredes. Algo no se sentía bien, no lograba mirar a algún vecino fuera, ni siquiera estaba en su puesto el amable portero que los recibía siempre. El sepulcral silencio reinaba en aquel edificio de departamentos en donde Madison Harrington estaba viviendo y eso le provocaba una angustia terrible que comenzaba a apresurar sus pasos hasta convertir su tranquila caminata en una carrera contra el tiempo. Manchas de sangre comenzaban a verse hasta finalmente llegar a aquella atroz carnicería que se había desatado y culminado fuera del departamento de la hermosa joven. El sudor frio comenzó a acumularse en su frente y rápidamente marco aquel número en su celular para alertar lo que sus ojos estaban viendo.— Escucha, algo pasó, la puerta del departamento de Madi está abierta, y, dios, dios, el cuerpo de su guardaespaldas y varios de mis hombres están afuera, los asesinaron con un certe