La mañana saludaba con los débiles rayos de luz dorada que se colaban por la ventana, Madison aun dormía entre los brazos de Elijah, y el, aspiraba el delicado aroma que tenía la mujer que amaba, había hablado durante toda la noche de diferentes cosas, habían expresado sus verdaderos sentimientos, ella en verdad parecía haberlo extrañado, no podía echarlo a perder nuevamente, lo había perdonado, y eso era más que suficiente.Levantándose de la cama, caminaba sigiloso hasta la salita, Oliver había permanecido despierto mirando la televisión después de aquel chocolate, mirándolo fijamente, el niño parecía tener algo para decir.— No la lastimes, Madison es buena, sufrió mucho por tu ausencia, y por ese hijo que tienes, ¿en verdad lo abandonaste? — cuestiono el pequeño logrando impresionar a Elijah.Elijah se sentía sinceramente sorprendido de las palabras de Oliver, era un niño inteligente, de eso no cabía ninguna duda.— No, yo ignoraba que tenía un hijo, no soy un desalmado que intenc
La noche había caído de nuevo sobre la selva de concreto, allí, juntos, escondidos entre las sábanas de su habitación, Madison y Elijah hacían el amor por primera vez como esposos, sin mentiras, sin más que solo ellos, no había intrigas, no había dolor, era simplemente ellos, a corazón destapado, sintiéndose a flor de piel el uno al otro.Elijah, sin perder tiempo, comenzó a desvestir a la hermosa joven, estaba volviéndose loco, recordar todo lo que le había hecho al ignorarla lo hacía sentir verdaderamente miserable, necesitaba tomarla, sentirse su único dueño, el único en la vida de la hermosa joven, no dejaría que nadie la tocará, ella era de él, la necesidad de reafirmar su dominio sobre ella se hacía insoportable, le impedía respirar con tranquilidad, la amaba tanto que después de perderla supo que tenía que recuperarla y no dejarla irse nunca más, Madison le pertenecía a él y solo a él, en cuerpo y alma así como él le pertenecía solo a ella, aquel sentimiento lo consumía y lo em
El sol del medio día en la playa era en verdad delicioso; más aun en un lugar paradisiaco como lo era Cancún en México; su piel demasiado blanca se bronceaba poco a poco dándole más vida a su tono casi similar al del papel, su cabello negro se mecía levemente con la gentileza del viento mientras caminaba hacia donde se hallaba su tía captando las muchas miradas varoniles que se encontraban en el lugar; por supuesto, aquello no le sorprendía o le interesaba, ella siempre llamaba la atención a donde quiera que fuese, era una belleza después de todo; sus ojos hermosos se fijaron en la figura femenina que estaba recostada sobre uno de los camastros tomando el sol.Alessa Sanders tenia una figura envidiable, su porte altivo y demasiado femenino acentuaban mucho más su ya destacable belleza. Mirando a su tía, la tambien hermosa Brianda, pudo observar que a pesar de sus años era una mujer hermosa; de ella había aprendido todo lo que necesitaba saber para tener a los hombres en la palma de su
El vaivén de las personas era bastante tranquilo esa fría mañana de diciembre. La cafetería Amore estaba ya abierta y se lograba apreciar personas en su interior tomando alguna bebida caliente que les ayudara a calmar el frío que les calaba en los huesos.Era la tercera vez en esa semana que Emerson esperaba pacientemente fuera del local durante varios minutos antes de animarse a entrar; siempre esperaba que no hubiese algún estorbo que interrumpiera su charla con la bonita pelirroja de ojos verdes que atendía demasiado animada a su clientela. Había averiguado todo de ella con ayuda de Daryl: Eimy Smith, becaria en New York y estudiante promesa, sus padres no vivían en la ciudad, ambos, eran dentistas, pero la familia había atravesado una serie de problemas económicos; su padre estaba endeudado debido a la ludopatía que padecía y que había llevado a los Smith a la quiebra. Según sus informes, la pelirroja tenía un par de años sin hablar con ellos; no había perdonado a su padre. Ahora,
— Esas son mis ordenes —Una fila de hombres de apariencia ruda, salía de la oficina casi destruida esa mañana con sus órdenes demasiado claras en mente. Un rubio caminaba de un lado a otro con un deje de ansiedad creciente. Los últimos informes lo habían alterado en demasía, Madison parecía haberse vuelto demasiado cercana al heredero Black a pesar de la mentira que este había orquestado bajo una identidad falsa. Decir que estaba furioso era no hacerle justicia a lo que realmente estaba sintiendo.Abriendo uno de los cajones de su escritorio, tomo el pequeño frasco que había guardado celosamente en su interior; Escitalopram, podía leerse en la etiqueta. Una sonrisa de ironía se dibujó en sus labios; depender de aquel tipo de medicamentos para ser una persona medianamente estable y no destruir el mobiliario completo de aquella habitación, era algo por demás patético. Había notado las miradas de sus hombres al mirar la cantidad de muebles destruidos y para nadie era un secreto que aque
Había estado esperando el momento justo para acudir al basurero, viendo pasar a la sirvienta con algunas cosas de las habitaciones de Daryl O´Brien, la siguió sin que esta se diese cuenta; después de todo, había estado alguna oportunidad, cualquier cosa, para encontrar la manera de regresar con su madre. Cole era un niño inteligente. Había aprendido bien de su madre a sobrevivir en cualquier circunstancia. Habían caído en manos de ese par de dementes solo porque su supuesto padre era un Black, aunque eso, no podría importarle menos.Escabulléndose con sigilo, el pequeño de cabellos negros y ojos ambarinos casi dorados, se acercó al sitio en donde aquella mujer había tirado las pertenencias del rubio. Husmeando y rebuscando con demasiada atención, hacia aun lado los medicamentos controlados intentando encontrar algo que en verdad le fuese de utilidad. Encontrando algunas fotografías algo viejas, pudo ver una en particular que llamo su atención. Una joven mujer parecida al heredero de e
El día comenzaba como muchos otros, el trajín diario de pacientes que esperaban ser atendidos, sin embargo, era más pronunciado esa mañana en particular. Se había desatado una epidemia de influenza entre los más pequeños de aquella región y pediatría se encontraba atiborrado de niños enfermos y sus madres angustiadas. Caminando por los largos pasillos, con los ojos hundidos y unas tremendas bolsas oscuras bajo sus ojos, André se movía de un lado a otro intentando darse abasto entre todo aquel caos que reinaba en el hospital en esos momentos.— Parecen todos muy alterados, ¿Esta todo bien? — cuestionó Madison al ver entrar al peliblanco a la habitación en donde era atendido el pequeño que había rescatado; ese día tocaba su riguroso chequeo.André observó a aquella hermosa joven de blanca piel como la nieve y hermosos ojos celestes; se había enterado al igual que todo el mundo, que la joven había perdonado a Elijah Black y de nuevo estaban juntos. Dentro de unas noches y durante el fin
Las nubes grises que se apreciaban en el cielo de Hong Kong presagiaban una tormenta. Aquel viaje, estaba seguro, les traería algún beneficio en la guerra que estaban enfrentando contra su poderoso enemigo; había viajado hasta allí para reunirse con un viejo colega. Su andar orgulloso y su porte elegante le ganaba las miradas de casi todos los que se cruzaban a su paso.Elijah se sabía un hombre apuesto, lo había sido siempre y aquello le aseguraba fogosas compañías; aunque, ahora mismo, no importaba que aquellas hermosas mujeres lo mirasen con insinuación, no les correspondería. Una sonrisa de ironía se dibujó en sus labios. Siempre se había caracterizado por el un hombre frío; nunca se enamoraba, no creyó nunca en el amor romántico, su padre quien abandono a su madre, aquella perra interesada que era Brianda Sanders, y tambien, Chelsea, la mujer a la que una vez creyó amar. No tenía razón para creer en ello, aun así, estaba en ese país buscando a su viejo colega de quien alguna vez