Capítulo 130

La primera vez que Louis cenó con mis padres, un viernes por la noche, mi madre estaba fastidiada. -¿Ese chico, el panadero, es tu novio?-, alzó su naricita. No le gustaba eso. Ella esperaba que iniciara un romance con alguna eminencia de la medicina, un empresario millonario o un deportista campeón mundial. -Mamá, Louis es un buen hombre y yo lo quiero, además bien que comes y disfrutas los panes que él hace-, me molesté.

Louis y mi padre, por el contrario, congeniaron muy bien, como les conté, incluso, de tiempo atrás. -Así es don Džiugas, el mundo necesita un buen ferretero, urgente-, dijo mi enamorado y mi papá no entendió nada. -¿Un ferretero? ¿para qué?-, preguntó. Louis estalló en risas, -porque al mundo le falta un tornillo, don Džiugas, un tornillo ja ja ja-, no dejaba de reír alborozado.

-Hombres-, me dije para mis adentro viendo a Louis y a mi padre, riéndose a gritos.

Cuando le conté a Louis que había estado muy enamorada de un paciente mío que alucinaba venir d
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