Capítulo 129

El romance con Louis se hizo, entonces, muy lindo y poético, distinto, muy apacible, como un remanso en un valle, un oasis paradisíaco o una postal que solo hablaba de cosas hermosas, de pasiones profundas y grandes emociones. Él me esperaba en la panadería, muy atento, con sus parabólicas encendidas, aguardando de que yo llegara de la clínica, siempre con una bolsita de empanadas calentitas que él mismo había hecho con mucho afán y amor. Nos íbamos entonces a pasear por la ciudad, a la playa, a ver morir el Sol y despertar la noche, a cualquier parque o a ver alguna película, muy acaramelados, besándonos a cada instante, riéndonos y haciéndonos bromas.

-¿Por qué hoy se escribe con h si ayer no tenía?-, me dijo él poniendo la cara de tonto. Me dio mucha risa. -Idiota-, le dije engolosinada con su boca, con sus ojitos tan tiernos y dulce y su sonrisa gentil y apasionada que me encantaba, me prendaba y me seducía, porque realmente estaba demasiado enamorada de ese hombre tan gentil,
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