Maya permanecía en trance. Marcus sintió que una daga se clavaba dentro de su pecho, sabía que él era el culpable de aquello.—Maya, mírame, soy yo, Marcus, tienes que reaccionar, vamos...—¿Marcus? —balbuceó ella con voz débil, parpadeando lentamente— ¿Eres tú? Yo... lo siento tanto... no quería... no quería traicionarte...Un sollozo desgarrador brotó de su garganta y más lágrimas se deslizaron por sus mejillas, Marcus sintió cómo algo se desgarraba en su interior al verla así, tan vulnerable y consumida por la culpa.—Shh... tranquila, no hables —la acunó contra su pecho, meciéndola con suavidad— estás ardiendo en fiebre, tengo que bajarla.Se levantó con ella en brazos y la llevó hasta el baño, donde la metió en la ducha sin molestarse en quitarle la ropa, abrió el grifo del agua fría y dejó que el chorro empapara sus cuerpos, esperando que eso ayudara a calmar el fuego que parecía consumirla por dentro.Maya se estremeció y soltó un gemido ahogado, aferrándose a él con desesperac
Dianco apretó los puños a los costados, tragándose las ganas de borrarle esa expresión arrogante en la cara de Marcus de un puñetazo.—Haré lo que sea necesario para proteger a mi familia y mis intereses —replicó con frialdad— Sé que Maya ha cometido errores, pero también sé que eres el único que puede mantenerla a salvo. Cásate con ella, Marcus, cumple tu palabra y sella nuestra alianza de una vez por todas.Una sonrisa torcida curvó los labios de Marcus.—¿Y si me niego? ¿Y si decido que no quiero atarme a una mujer que me ha traicionado de la peor manera?—Entonces atente a las consecuencias —lo cortó Dianco bruscamente— Porque te juro que moveré cielo y tierra para destruirte, Marcus. Te haré pagar por cada lágrima, por cada herida que le has infligido a Maya, y no descansaré hasta verte hundido en la miseria, suplicando clemencia a mis pies.Se sostuvieron la mirada en un duelo silencioso durante largos segundos, midiéndose, evaluándose mutuamente. Finalmente, Marcus dejó escapar
Ya Dianco había puesto sobre aviso a Marcus sobre la cirugía del supuesto tumor a la que había sido sometida Maya de emergencia, por lo que no le pareció extraño observar la cicatriz en la parte baja de su vientre. Sin decir palabra, tomó el vestido de novia y lo sostuvo abierto, invitándola a deslizarse dentro con un ademán imperioso. Maya tragó saliva con dificultad antes de dar un paso vacilante y meterse en la prenda, dejando que la blanca tela se amoldara a su cuerpo mientras Marcus la acomodaba con manos rudas pero eficientes.— No te resistas, no tiene caso — le advirtió él con voz gélida mientras ajustaba el ceñido corpiño al cuerpo tembloroso de Maya — Esta será tu boda, quieras o no.En cuestión de minutos, la tuvo completamente arreglada, con el velo cubriendo su cabello y las zapatillas calzadas en sus pies. Retrocedió un paso para admirar su obra, una sonrisa de satisfacción asomó en su rostro.— Hermosa — murmuró en un susurro grave, acercándose de nuevo para tomarla po
Maya contuvo un grito ahogado al reparar en su estado, uno de los ojos de Dan estaba hinchado a tal punto que estaba cerrado debido a los moretones. Tenía la nariz torcida, como si hubiese sido rota repetidas veces, y una costra de sangre seca le cubría el labio partido.— ¡Dan! — exclamó en un sollozo, detenida en seco.Los guardias la flanquearon de inmediato con una mirada severa, advirtiéndole en silencio que no se moviera ni un centímetro más. Marcus también contempló a Dan con una mueca fría, insensible a su estado lastimero.— La boda no podría estar completa sin tu presencia, hermano — le espetó con desdén — A pesar de tu repugnante traición, merecías ser testigo de cómo el hombre al que escogiste traicionar se queda con la mujer que tanto ansiabas.Dan le devolvió la mirada con una mezcla de dolor y resignación, sus ojos vidriosos posándose en Maya al fin.— Maya... yo... Lo siento tanto... — logró balbucear entre la sangre que se le acumulaba en la boca — Jamás quise que esto
Sus ojos rojos e hinchados comenzaron a cerrarse por el agotamiento, el llanto y las emociones tan intensas la habían dejado exhausta. Las siguientes horas transcurrieron en una bruma irreal para Maya, simplemente se dejó arrastrar por el sopor reconfortante del sueño que había reclamado su conciencia. Cuando al fin despertó, la noche había caído sobre la villa y las luces tenues del exterior apenas se filtraban por los pesados cortinajes de su habitación.— ¿Qué...? — musitó aturdida, tratando de ubicarse. A través de la oscuridad que reinaba en el lugar, logró distinguir una leve línea de luz que se colaba bajo la puerta que comunicaba con el pasillo exterior, le pareció escuchar ruido.— ¿Qué está pasando ahí fuera? — murmuró Maya frunciendo el ceño e incorporándose sobre el sofá.No tuvo que esperar mucho para obtener una respuesta, de pronto, una risa ahogada, femenina, se dejó escuchar débilmente al otro lado de la puerta, parecía venir de algún lugar del pasillo.Maya sintió
En la isla, Maya contemplaba el atardecer desde la terraza de la pequeña cabaña, aquel lugar paradisíaco se había convertido en su infierno personal, cada rincón le recordaba a su hijo perdido.—¿Disfrutando de la vista, querida? —la voz burlona de Marcus la sobresaltó,él se acercó por detrás, rodeando su cintura con brazos firmes. Maya se tensó ante su contacto, pero no se apartó.—¿Por qué, Marcus? —susurró con un tono de voz que delataba su infinita tristeza— ¿Por qué me torturas así? ¿No te basta con tenerme atada a ti?—Oh, mi dulce Maya —murmuró él contra su oído, su aliento cálido le erizó la piel— aún no comprendes la magnitud de tu traición. Destrozaste mi corazón, mi confianza, y ahora, yo destruiré cada recuerdo feliz, cada esperanza que albergues, hasta que no quede nada más que yo en tu mente y en tu alma.Maya cerró los ojos con fuerza, un sollozo estrangulado escapó de su garganta. Sabía que Marcus cumpliría su amenaza, que no descansaría hasta verla completamente so
Marcus decidió explorar la isla por su cuenta, antes de salir, se aseguró de que Maya quedará bajo la vigilancia de sus guardaespaldas.— Manténganla a salvo y no la pierdan de vista — les ordenó con severidad — Y manténganme informado de cualquier cosa inusual.— Sí, señor — respondieron al unísono.Marcus asintió satisfecho y se marchó, internándose en las calles del pintoresco pueblo costero, a medida que avanzaba, notaba las miradas curiosas y recelosas de los lugareños, algunos lo saludaban con educación, pero manteniendo cierta distancia.— Buenos días, señor — le dijo una anciana en un español — ¿Es usted amigo de la señorita Maya y el joven Dan? —Afortunadamente tanto Marcus, como Maya y Dan conocían un poco el idioma.Marcus se tensó al oír aquellos nombres, forzó una sonrisa y respondió en el mismo idioma.— Soy el esposo de Maya, Dan es... un viejo conocido.La mujer lo miró con sorpresa y cierta desconfianza.— Oh, ya veo... Es que pensábamos que la señorita Maya y el jove
Maya sintió que se le formaba un nudo en la garganta al ver la vulnerabilidad en su expresión. Armándose de valor, se acercó a él y tomó su rostro entre las manos con delicadeza.— Entonces déjame demostrártelo, Marcus — susurró con intensidad — Déjame mostrarte que soy tuya, en cuerpo y alma, que nunca dejé de amarte, a pesar de todos los errores que cometí.Sin darle tiempo a responder, lo besó con todo el amor y la pasión que había estado conteniendo, Marcus se quedó rígido por un momento, pero enseguida respondió con la misma intensidad, estrechándola contra su cuerpo como si quisiera fundirse con ella.Se besaron hasta quedarse sin aliento, perdidos en la necesidad de reconectar, de sanar las heridas que los habían separado. Cuando al fin se apartaron, ambos tenían la respiración agitada y los ojos brillantes de deseo.— Maya... — jadeó Marcus, acariciando su rostro con reverencia — Te amo tanto que duele, pero no sé si pueda olvidar...— Shh — lo silenció ella, poniendo un dedo