Capítulo 20

Kael

Besar a Anya fue como encontrar la gloria.

No había otra descripción más gráfica de mis sentimientos que esa. Me sentía un bastardo con suerte por el simple hecho de que ella lo mirase a ver, así que estaba más que complacido porque ella tomase la iniciativa. Por eso mismo aguanté pacientemente unos cuantos segundos que ella misma sostuviera su beso. Quería comprobar que yo no estaba demente, mucho menos que era producto de la imaginación.

Cuando la sentí mucho más metida en el acto fue cuando respondí.

La tomé de la nuca y la comencé a besar como si ella fuera el agua capaz de calmar mi sed.

Ella no se quedó quieta, me apretó con fuerza, luego se dejó llevar y en menos de lo que pude imaginar éramos uno. Anya me atrapó como si hubiese tendido una red y yo caí en ella sin miramientos, sin pensar en nada más que en probarla, lo que hizo que el maldito Bazir gruñera de gusto.

Era un juego peligroso, uno muy difícil de entender, pero un juego, al fin y al cabo.

Sin pensarlo mucho, l
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