La piel de su mate era más suave de lo que él podía imaginar y cuando estaba dentro de ella... nada se comparaba, ni siquiera rozar con los dedos el paraíso. Apenas recordaba el apareamiento alocado que solía tener cuando era un guerrero lycan joven. La liberación, el orgasmo que conseguía era corto y la hembra gruñía y luchaba todo el tiempo.Era la manera tradicional y natural de los lycans, de su especie. Pero esa humana...Emerson tuvo que trabajar para aparearse con ella de una forma que no tenía nada que ver con el físico y la batalla.Más bien tenía que ver con aprender lo que la hacía feliz. Lo que la hacía sonreír. Lo que la ablandaba, para que luego ella le permitiera a él, lamer su boca y su coño a gusto.El poder se apoderó de su cuerpo y se sintió capaz de enfrentarse al ejército de toda la maldita monarquía, a todos los hombres, soldados de la corona real si se lo pidieran. Las rocas que los rodeaban viraban en los colores del arcoiris, colores intensos y que llenaban e
Emerson no pudo darse cuenta cuándo se acercó a la humana. Sus propios dedos se clavaron en la cintura de su mate y sus garras casi perforaron su suave piel.Solo pudo darse cuenta de lo que hacía, cuando la mujer habló:—Me haces daño—susurró Kary entre lágrimas.Su agarre se aflojó de inmediato, pero sus ojos no se apartaron de los de ella. —Pueden retirarse, iré dentro de unos minutos a discutir este tema.Jareik tenía una expresión bastante compungida en el rostro, mientras que Joss solo miraba el suelo.—Alfa…—No me hagas repetirlo dos veces, beta y segundo al mando, Jareik.Ambos soldados hicieron un asentimiento y se retiraron así de rápido como llegaron.Hubo un silencio sepulcral.—Ellos no pararán ¿Verdad?—Kary preguntó con temblores.La mujer miró la cara del hombre quien le había mostrado las puertas del paraíso. Esperó a qué le diera una respuesta diferente o que dijera que es una mentira, una broma burda y vulgar de los soldados, pero eso jamás pasó. El hombro lobo no
Kary intentó que el brusco cambio en el trato que le dispensaba Emerson no le amargara el humor, pero no tuvo mucho éxito. Una vez más, ella había vuelto a ser la intrusa a la que había que dejar sola y vigilar. Él estaba en alguna parte hablando con Jareik y sus guerreros lycans mientras Kary se sentaba en su lecho obligándose a comer algo para mantener su energía lo mejor que pueda.Suspiró, se limpió un poco y se puso la ropa que le había dejado Martha. La fruta, que antes tenía tanto sabor, ahora parecía no saber a nada.Emerson no regresó, y la científica comenzó a preguntarse si planeaba dejarla allí por el resto del tiempo que le quedaba, justo cuando Jareik entró en la guarida, con un lycan macho que nunca había visto con él. —Este será tu guía para llevarte de vuelta al lugar límite en las afueras del bosque.El hombre lobo le hizo un pequeño gesto con la cabeza. Kary parpadeó unas cuantas veces al ver a Jareik. —¿Quién es?—Es el hijo mayor de Martha y el más capaz. No p
Todos caminaron por los túneles y subieron a la superficie lo suficiente rápido como para que Kary se preguntase cuántos kilómetros de distancia había entre túneles y castillo. Ya en la superficie, luego de unos varios metros de caminata y luego de unos minutos de hacer lo mismo, Kary vio una especie de cerca tan alta como los árboles, bien vigilada que, según Jareik, era el único enlace no protegido por el sistema de seguridad entre el territorio de Emerson y los desquiciados.—¿Así que ahora estamos en parte del territorio de los desquiciados?—Kary preguntó, mirando las rocas de arcoiris más apagadas, incrustadas en algún que otro árbol.—Esta es la única manera de llevarte hasta el límite del territorio de nuestro alfa y el territorio de la monarquía.—¿Volvemos... por donde he venido?Jareik negó con la cabeza. —Los desquiciados han tomado todo ese lugar. Es demasiado peligroso y nos tomará unos días despejar esos caminos. Tiempo que no tenemos para gastar.Súbitamente, el pavor
Pero el alfa por algo era alfa de la manada, él era mucho más rápido, demasiado rápido para los desquiciados, y fácilmente esas cosas quedaron atrás mientras los superaban, girando y retorciendo en varios caminos sin transitar a través de los árboles. Pero no podía estar encima de su lomo eternamente, le pitaba la cabeza, sus fuerzas se veían disminuidas y con cada rebote, escocían sus muslos. Pronto terminó cayéndose a un lado y rodando por el suelo. El lobo se asustó y la empujó con el hocico, haciendo sonidos lastimeros.~Tenemos que seguir moviéndonos. Kary se sobresaltó en el suelo.—¿M…me hablaste?La masa de músculos negra, resopló por la nariz, un equivalente lobuno de un suspiro humano.~Puedo hablarte a través de la mente.—¿Qué…? ¿Cómo?—Eso hubiera sido útil la primera vez que llegó y que creyó que Emerson era un lobo amaestrado.~No, ahora no, no hay tiempo. Tenemos que movernos. Pueden olerte.Por más de que la curiosidad la estaba devorando viva y quería saber como fun
El alfa no había querido hacer eso, no era ni de cerca su intención. No había querido recordar lo que estaba inevitablemente perdiendo. Pero mientras su mate estaba allí sentada, con las mejillas brillantes de lágrimas por su culpa, no pudo contenerse. Una última vez, se dijo a sí mismo. La tendría una última vez antes de tener que enviarla de vuelta. Antes de que el lazo de mates lo acorralara y lo mandara a sufrir por el resto de su vida, como si se le extrajera la energía vital, poco a poco. No lo ha vivido en carne propia pero se lo han contado. Cuando Lark profundizó el beso, ella se arrastró hasta su regazo y sentó su núcleo caliente en su ingle. Gimió lastimero, por el delicioso olor de la mujer, porque incluso bajo el horroroso spray que llevaba, él podía oler su excitación. Le costaba creer que ella lo deseara tanto como él lo hacía.—Pero tu aroma a frutas…—jadeó como un animal en celo contra su boca.—No pasa nada—murmuró Kary sin reconocerse antes de arrancarse la camise
La botánica no quería decirle esas palabras a él, admitir que ya era el fin de todo lo que habían conocido. O moría allí, jadeando por culpa de los desquiciados, o lo dejaba para ir a la tierra de la maldita corona real.Emerson apretó la mandíbula y Kary podía ver que prácticamente estaba chirriando los dientes. El lycan asintió. Ambos se vistieron rápidamente. Ella metió el colgante en la mochila reparada por los artesanos lycans para no perderlo. El hombre la cogió de la mano y salieron del escondite para encontrar a los árboles y al bosque en sí, silencioso, sin sonido de pájaros, de animales y sin olor a desquiciados.—No puedo llevarte como Ron dijo que se podía—jadeó—. Porque los desquiciados soldados y los desquiciados superiores cortaron esa ruta. Pero probé otra salida y debería funcionar. Es nuestra única oportunidad ahora.A Kary no le gustó nada lo de "debería de funcionar", pero tampoco tenía muchas opciones con las cuales trabajar. Corrió junto a Emerson que de alguna
Lo primero que sintió fueron unas manos sujetándola, entonces Kary luchó por abrir los ojos y mover sus pesados miembros.—¡Levántala!—gritó una voz masculina.—¡Vamos, date prisa!—dijo una mujer. Una mujer humana, no lycan.—No la muevan tan bruscamente, ella está inconsciente—dijo otra voz.En algún lugar en la distancia, un pitido sonó, haciendo que le doliera la cabeza como la puta madre.—¡Habrá sufrido una conmoción cerebral cuando cruzó el límite! ¡Tenemos que llevarla a la mansión ahora mismo!Esa primera voz masculina de nuevo. Entendido.Su cuerpo se sacudió, se movió, y entonces una vibración constante seguida de una brisa le alborotó el cabello. —¿Qué...?—Kary intentó hablar mientras abría los ojos. No vio nada más que una luz brillante hasta que una sombra la tapó y la mirada marrón y preocupada de su secretaria mandona se clavó en ella. La científica se quedó boquiabierta.—¿Kary? ¿Te encuentras bien? Miren aquí, ella se está despertando.La botánica intentó respirar, p