Capítulo 35

El alfa no había querido hacer eso, no era ni de cerca su intención. No había querido recordar lo que estaba inevitablemente perdiendo. Pero mientras su mate estaba allí sentada, con las mejillas brillantes de lágrimas por su culpa, no pudo contenerse.

Una última vez, se dijo a sí mismo. La tendría una última vez antes de tener que enviarla de vuelta. Antes de que el lazo de mates lo acorralara y lo mandara a sufrir por el resto de su vida, como si se le extrajera la energía vital, poco a poco. No lo ha vivido en carne propia pero se lo han contado.

Cuando Lark profundizó el beso, ella se arrastró hasta su regazo y sentó su núcleo caliente en su ingle. Gimió lastimero, por el delicioso olor de la mujer, porque incluso bajo el horroroso spray que llevaba, él podía oler su excitación. Le costaba creer que ella lo deseara tanto como él lo hacía.

—Pero tu aroma a frutas…—jadeó como un animal en celo contra su boca.

—No pasa nada—murmuró Kary sin reconocerse antes de arrancarse la camise
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