Kary intentó que el brusco cambio en el trato que le dispensaba Emerson no le amargara el humor, pero no tuvo mucho éxito. Una vez más, ella había vuelto a ser la intrusa a la que había que dejar sola y vigilar. Él estaba en alguna parte hablando con Jareik y sus guerreros lycans mientras Kary se sentaba en su lecho obligándose a comer algo para mantener su energía lo mejor que pueda.Suspiró, se limpió un poco y se puso la ropa que le había dejado Martha. La fruta, que antes tenía tanto sabor, ahora parecía no saber a nada.Emerson no regresó, y la científica comenzó a preguntarse si planeaba dejarla allí por el resto del tiempo que le quedaba, justo cuando Jareik entró en la guarida, con un lycan macho que nunca había visto con él. —Este será tu guía para llevarte de vuelta al lugar límite en las afueras del bosque.El hombre lobo le hizo un pequeño gesto con la cabeza. Kary parpadeó unas cuantas veces al ver a Jareik. —¿Quién es?—Es el hijo mayor de Martha y el más capaz. No p
Todos caminaron por los túneles y subieron a la superficie lo suficiente rápido como para que Kary se preguntase cuántos kilómetros de distancia había entre túneles y castillo. Ya en la superficie, luego de unos varios metros de caminata y luego de unos minutos de hacer lo mismo, Kary vio una especie de cerca tan alta como los árboles, bien vigilada que, según Jareik, era el único enlace no protegido por el sistema de seguridad entre el territorio de Emerson y los desquiciados.—¿Así que ahora estamos en parte del territorio de los desquiciados?—Kary preguntó, mirando las rocas de arcoiris más apagadas, incrustadas en algún que otro árbol.—Esta es la única manera de llevarte hasta el límite del territorio de nuestro alfa y el territorio de la monarquía.—¿Volvemos... por donde he venido?Jareik negó con la cabeza. —Los desquiciados han tomado todo ese lugar. Es demasiado peligroso y nos tomará unos días despejar esos caminos. Tiempo que no tenemos para gastar.Súbitamente, el pavor
Pero el alfa por algo era alfa de la manada, él era mucho más rápido, demasiado rápido para los desquiciados, y fácilmente esas cosas quedaron atrás mientras los superaban, girando y retorciendo en varios caminos sin transitar a través de los árboles. Pero no podía estar encima de su lomo eternamente, le pitaba la cabeza, sus fuerzas se veían disminuidas y con cada rebote, escocían sus muslos. Pronto terminó cayéndose a un lado y rodando por el suelo. El lobo se asustó y la empujó con el hocico, haciendo sonidos lastimeros.~Tenemos que seguir moviéndonos. Kary se sobresaltó en el suelo.—¿M…me hablaste?La masa de músculos negra, resopló por la nariz, un equivalente lobuno de un suspiro humano.~Puedo hablarte a través de la mente.—¿Qué…? ¿Cómo?—Eso hubiera sido útil la primera vez que llegó y que creyó que Emerson era un lobo amaestrado.~No, ahora no, no hay tiempo. Tenemos que movernos. Pueden olerte.Por más de que la curiosidad la estaba devorando viva y quería saber como fun
El alfa no había querido hacer eso, no era ni de cerca su intención. No había querido recordar lo que estaba inevitablemente perdiendo. Pero mientras su mate estaba allí sentada, con las mejillas brillantes de lágrimas por su culpa, no pudo contenerse. Una última vez, se dijo a sí mismo. La tendría una última vez antes de tener que enviarla de vuelta. Antes de que el lazo de mates lo acorralara y lo mandara a sufrir por el resto de su vida, como si se le extrajera la energía vital, poco a poco. No lo ha vivido en carne propia pero se lo han contado. Cuando Lark profundizó el beso, ella se arrastró hasta su regazo y sentó su núcleo caliente en su ingle. Gimió lastimero, por el delicioso olor de la mujer, porque incluso bajo el horroroso spray que llevaba, él podía oler su excitación. Le costaba creer que ella lo deseara tanto como él lo hacía.—Pero tu aroma a frutas…—jadeó como un animal en celo contra su boca.—No pasa nada—murmuró Kary sin reconocerse antes de arrancarse la camise
La botánica no quería decirle esas palabras a él, admitir que ya era el fin de todo lo que habían conocido. O moría allí, jadeando por culpa de los desquiciados, o lo dejaba para ir a la tierra de la maldita corona real.Emerson apretó la mandíbula y Kary podía ver que prácticamente estaba chirriando los dientes. El lycan asintió. Ambos se vistieron rápidamente. Ella metió el colgante en la mochila reparada por los artesanos lycans para no perderlo. El hombre la cogió de la mano y salieron del escondite para encontrar a los árboles y al bosque en sí, silencioso, sin sonido de pájaros, de animales y sin olor a desquiciados.—No puedo llevarte como Ron dijo que se podía—jadeó—. Porque los desquiciados soldados y los desquiciados superiores cortaron esa ruta. Pero probé otra salida y debería funcionar. Es nuestra única oportunidad ahora.A Kary no le gustó nada lo de "debería de funcionar", pero tampoco tenía muchas opciones con las cuales trabajar. Corrió junto a Emerson que de alguna
Lo primero que sintió fueron unas manos sujetándola, entonces Kary luchó por abrir los ojos y mover sus pesados miembros.—¡Levántala!—gritó una voz masculina.—¡Vamos, date prisa!—dijo una mujer. Una mujer humana, no lycan.—No la muevan tan bruscamente, ella está inconsciente—dijo otra voz.En algún lugar en la distancia, un pitido sonó, haciendo que le doliera la cabeza como la puta madre.—¡Habrá sufrido una conmoción cerebral cuando cruzó el límite! ¡Tenemos que llevarla a la mansión ahora mismo!Esa primera voz masculina de nuevo. Entendido.Su cuerpo se sacudió, se movió, y entonces una vibración constante seguida de una brisa le alborotó el cabello. —¿Qué...?—Kary intentó hablar mientras abría los ojos. No vio nada más que una luz brillante hasta que una sombra la tapó y la mirada marrón y preocupada de su secretaria mandona se clavó en ella. La científica se quedó boquiabierta.—¿Kary? ¿Te encuentras bien? Miren aquí, ella se está despertando.La botánica intentó respirar, p
—¡Él dijo que estaba preocupado! Y que te traería de vuelta, que mi presencia sería una sorpresa agradable para ti después de tantos días fuera de la civilización…Ese maldito desgraciado…—Por eso pude ir a buscarte, me mandó con unos cuantos guardias—señaló a aquél que seguía durmiendo aparentemente—. Y luego te trajimos de urgencia hasta aquí.No le gustaba nada, ¿Por qué había llamado a su secretaria? ¿Por qué ella estaba allí? ¿O acaso esa era la sorpresa que mencionaba en ambas notas que envío anteriormente?—Yo no…—Debes haberte desmayado cuando el avión privado se cayó. Estaba muy preocupada de que te hubieras roto el cuello o algo, pero por un milagro estás viva.La miró fijamente. —Mar... ¿Cuánto tiempo estuve desaparecida hasta ahora?Ella apretó los labios mientras pensaba en la respuesta. —¿Tal vez dos días? Te vine a buscar rápidamente cuando el príncipe me avisó del accidente.—¿Dices que son dos días?—Kary jadeó.—Pero estás bien, no tienes que preocuparte de nada.
—¿Y bien? Dijiste que tenías que ponerle una vacuna más, hazlo. Han pasado dos días para tu recuperación, es tiempo suficiente.Kary estaba que ebullía de los nervios y la ira. ¿Quién se cree? ¿Por ser un príncipe del carajo piensa que puede mandar matarla y luego mandar simples notas exigiendo su presencia allí?¿Qué carajos? Él había perdido su buena voluntad cuando declaró su sentencia de muerte bajo esa caverna subterránea.—¿Y si no quiero?El príncipe, que estaba sentado en la mesa de la cena, sonrió como el villano de Batman.—Sabes que aquí está la inocente y hermosa Mar ¿Verdad?Kary abrió y cerró la boca. Entendiendo la indirecta del príncipe a la perfección.—No te atreverías…Se encogió de hombros con falsa inocencia.—Yo solo estoy diciendo que la secretaria es muy eficiente y que es una gran maravilla que esté aquí para ayudarte, sería una lástima que algo le sucediera en un país extranjero…Los dientes de Kary prácticamente chirriaban de tanto que los apretaba.—Para es