Pero el alfa por algo era alfa de la manada, él era mucho más rápido, demasiado rápido para los desquiciados, y fácilmente esas cosas quedaron atrás mientras los superaban, girando y retorciendo en varios caminos sin transitar a través de los árboles. Pero no podía estar encima de su lomo eternamente, le pitaba la cabeza, sus fuerzas se veían disminuidas y con cada rebote, escocían sus muslos. Pronto terminó cayéndose a un lado y rodando por el suelo. El lobo se asustó y la empujó con el hocico, haciendo sonidos lastimeros.~Tenemos que seguir moviéndonos. Kary se sobresaltó en el suelo.—¿M…me hablaste?La masa de músculos negra, resopló por la nariz, un equivalente lobuno de un suspiro humano.~Puedo hablarte a través de la mente.—¿Qué…? ¿Cómo?—Eso hubiera sido útil la primera vez que llegó y que creyó que Emerson era un lobo amaestrado.~No, ahora no, no hay tiempo. Tenemos que movernos. Pueden olerte.Por más de que la curiosidad la estaba devorando viva y quería saber como fun
El alfa no había querido hacer eso, no era ni de cerca su intención. No había querido recordar lo que estaba inevitablemente perdiendo. Pero mientras su mate estaba allí sentada, con las mejillas brillantes de lágrimas por su culpa, no pudo contenerse. Una última vez, se dijo a sí mismo. La tendría una última vez antes de tener que enviarla de vuelta. Antes de que el lazo de mates lo acorralara y lo mandara a sufrir por el resto de su vida, como si se le extrajera la energía vital, poco a poco. No lo ha vivido en carne propia pero se lo han contado. Cuando Lark profundizó el beso, ella se arrastró hasta su regazo y sentó su núcleo caliente en su ingle. Gimió lastimero, por el delicioso olor de la mujer, porque incluso bajo el horroroso spray que llevaba, él podía oler su excitación. Le costaba creer que ella lo deseara tanto como él lo hacía.—Pero tu aroma a frutas…—jadeó como un animal en celo contra su boca.—No pasa nada—murmuró Kary sin reconocerse antes de arrancarse la camise
La botánica no quería decirle esas palabras a él, admitir que ya era el fin de todo lo que habían conocido. O moría allí, jadeando por culpa de los desquiciados, o lo dejaba para ir a la tierra de la maldita corona real.Emerson apretó la mandíbula y Kary podía ver que prácticamente estaba chirriando los dientes. El lycan asintió. Ambos se vistieron rápidamente. Ella metió el colgante en la mochila reparada por los artesanos lycans para no perderlo. El hombre la cogió de la mano y salieron del escondite para encontrar a los árboles y al bosque en sí, silencioso, sin sonido de pájaros, de animales y sin olor a desquiciados.—No puedo llevarte como Ron dijo que se podía—jadeó—. Porque los desquiciados soldados y los desquiciados superiores cortaron esa ruta. Pero probé otra salida y debería funcionar. Es nuestra única oportunidad ahora.A Kary no le gustó nada lo de "debería de funcionar", pero tampoco tenía muchas opciones con las cuales trabajar. Corrió junto a Emerson que de alguna
Lo primero que sintió fueron unas manos sujetándola, entonces Kary luchó por abrir los ojos y mover sus pesados miembros.—¡Levántala!—gritó una voz masculina.—¡Vamos, date prisa!—dijo una mujer. Una mujer humana, no lycan.—No la muevan tan bruscamente, ella está inconsciente—dijo otra voz.En algún lugar en la distancia, un pitido sonó, haciendo que le doliera la cabeza como la puta madre.—¡Habrá sufrido una conmoción cerebral cuando cruzó el límite! ¡Tenemos que llevarla a la mansión ahora mismo!Esa primera voz masculina de nuevo. Entendido.Su cuerpo se sacudió, se movió, y entonces una vibración constante seguida de una brisa le alborotó el cabello. —¿Qué...?—Kary intentó hablar mientras abría los ojos. No vio nada más que una luz brillante hasta que una sombra la tapó y la mirada marrón y preocupada de su secretaria mandona se clavó en ella. La científica se quedó boquiabierta.—¿Kary? ¿Te encuentras bien? Miren aquí, ella se está despertando.La botánica intentó respirar, p
—¡Él dijo que estaba preocupado! Y que te traería de vuelta, que mi presencia sería una sorpresa agradable para ti después de tantos días fuera de la civilización…Ese maldito desgraciado…—Por eso pude ir a buscarte, me mandó con unos cuantos guardias—señaló a aquél que seguía durmiendo aparentemente—. Y luego te trajimos de urgencia hasta aquí.No le gustaba nada, ¿Por qué había llamado a su secretaria? ¿Por qué ella estaba allí? ¿O acaso esa era la sorpresa que mencionaba en ambas notas que envío anteriormente?—Yo no…—Debes haberte desmayado cuando el avión privado se cayó. Estaba muy preocupada de que te hubieras roto el cuello o algo, pero por un milagro estás viva.La miró fijamente. —Mar... ¿Cuánto tiempo estuve desaparecida hasta ahora?Ella apretó los labios mientras pensaba en la respuesta. —¿Tal vez dos días? Te vine a buscar rápidamente cuando el príncipe me avisó del accidente.—¿Dices que son dos días?—Kary jadeó.—Pero estás bien, no tienes que preocuparte de nada.
—¿Y bien? Dijiste que tenías que ponerle una vacuna más, hazlo. Han pasado dos días para tu recuperación, es tiempo suficiente.Kary estaba que ebullía de los nervios y la ira. ¿Quién se cree? ¿Por ser un príncipe del carajo piensa que puede mandar matarla y luego mandar simples notas exigiendo su presencia allí?¿Qué carajos? Él había perdido su buena voluntad cuando declaró su sentencia de muerte bajo esa caverna subterránea.—¿Y si no quiero?El príncipe, que estaba sentado en la mesa de la cena, sonrió como el villano de Batman.—Sabes que aquí está la inocente y hermosa Mar ¿Verdad?Kary abrió y cerró la boca. Entendiendo la indirecta del príncipe a la perfección.—No te atreverías…Se encogió de hombros con falsa inocencia.—Yo solo estoy diciendo que la secretaria es muy eficiente y que es una gran maravilla que esté aquí para ayudarte, sería una lástima que algo le sucediera en un país extranjero…Los dientes de Kary prácticamente chirriaban de tanto que los apretaba.—Para es
El resto de los guardias del palacio real estaban raros, la trataban con guantes de seda, y ella lo agradecía y a la vez le molestaba por necesitarlo. Incluso su propia secretaria regañona dejó de serlo abruptamente, haciendo que la relación de empleador-empleado, se volviera algo incómoda. En todo momento Kary se sentía al borde del precipicio y no conseguía serenarse.Hoy, por fin, volvía al campo de trabajo, lo que esperaba que aclarase las ideas de la científica. Si ella tenía algo en lo que centrarse -su trabajo, que por cierto le encantaba-, se sentiría más como su antigua yo, ¿no?Probó la comida, pero no le supo a mucho. No había tenido apetito desde que el príncipe y Mar la habían salvado del bosque y sólo se obligaba a comer para mantener la energía, tampoco quería morir deshidratada. El príncipe había puesto un guardia real de su propio séquito de élite para su seguridad y la de Mar. Dicho guardia la observaba como un halcón, razón principal por la que limpió su plato de c
La cabeza le daba vueltas. Se le puso la piel de gallina. Se le revolvió el estómago y el corazón le latía tan fuerte en los oídos que juraba que todo el planeta podía oírlo.—La piedra energética—susurró.—¿Kary?—dijo una voz a su alrededor, pero quedó ahogada por la respiración agitada que estaba teniendo y sus latidos acelerados.Kary no podía estar imaginándose esa roca, ¿verdad? Al levantar la vista, vio la cara de preocupación de Mar. La vio girar la cabeza, probablemente para llamar a algún guardia que esté cerca para ayudarle a tranquilizar a la veterinaria, pero la agarró del hombro antes de que pudiera pronunciar palabra alguna. —Mar.Se estremeció y separó los labios. —¿Estás bien?—la pregunta la hizo con mucha cautela, viendo los microgestos en la cara de su jefa.—¿Qué ves en la palma de mi mano?Mar dejó escapar un suspiro frustrado antes de echarle una mirada aburrida a la mano. —Veo un collar—De repente, enarcó las cejas y ladeó la cabeza. Con un dedo, hurgó en la r