Malasia, abril 2022
- Esto debe ser una broma - exclamé al ver la gran mancha de vino tinto en mi vestido blanco Prada, que estrenaba esta noche.
Al mirar hacia arriba, me encontré con dos pozos oscuros que fruncían el ceño devolviéndome una expresión sorprendida. Lo observé detenidamente y me di cuenta de que era él. El extraño del año pasado. El hombre sin nombre. Había pasado días tratando de olvidar el incidente, pero meses después, aún recordaba la profundidad de su mirada, la rectitud de su postura y el dolor en el pecho por su rechazo.
Y ahora, después de un año, a pocos minutos de recibir un reconocimiento por nuestro arduo trabajo, él había arruinado mi vestido.
Su rostro mostraba sorpresa, estupor y vergüenza mientras sus ojos iban de mi vestido a su copa derramada. Sin embargo, nada me preparó para cuando nuestros ojos se encontraron. En un instante vi cómo fruncía el ceño, endurecía la mandíbula y cuadraba los hombros al mirarme con la misma actitud indiferente de la última vez que nos vimos. "Por lo visto hay cosas que no cambian", pensé.
- M*****a sea - murmuró en voz baja mientras dejaba la copa y sacaba un pañuelo para secarse la mano - m*****a sea...
Logré agarrar unas servilletas de la mesa más cercana, afortunadamente vacía. Necesitaba intentar arreglar lo irreparable, ocupar mis manos en algo que no fuera intentar tocar a ese individuo. Aún no entendía la atracción animal que ejercía sobre mi cuerpo. Era como si los últimos meses no hubieran sucedido. Mi respiración se aceleró, las palmas de mis manos hormigueaban. Lo miré de reojo. El esmoquin era de diseño, se ajustaba a su cuerpo como una segunda piel. El peinado hacia atrás lo hacía lucir tan endemoniadamente sexy.
Acomodó su moño y recordé la suavidad de su piel bajo mis manos en aquellos breves segundos que me lo permitió. Sentí que mis pezones vibraban bajo el vestido y un pequeño jadeo escapó de mis labios. Su mirada se enlazó con la mía y luego bajó a mi pecho. Entonces el tiempo se detuvo. Fueron segundos que duraron mucho más, un suave gemido emanó de su boca y la vergüenza me invadió. El pañuelo tembló en su agarre. Intentó hablar pero no emitió ningún sonido. Dio un paso hacia adelante y yo hice lo mismo. Estábamos tan cerca, casi rozándonos pero en ese momento Mica se acercó.
- Misha por Dios… ¿Qué ocurrió? - chilló sin dejar de mirar la tela blanca impregnada de color borgoña.
Sus palabras parecieron romper el hechizo, él abrió la boca una vez más pero siguió en silencio. Sin entender el magnetismo que ejercía sobre mí, le di una última mirada, tomé el brazo de Mica diciéndole que luego le explicaría y juntas nos dirigimos hacia la salida del salón.
Sus palabras parecieron interrumpir el encanto, él abrió la boca una vez más pero siguió en silencio. Sin comprender el magnetismo que ejercía sobre mí, le di una última mirada, tomé el brazo de Mica diciéndole que luego le explicaría y juntas nos dirigimos hacia la salida del salón.
La gala de este año se llevaba a cabo en el salón de eventos del Hilton Kuala Lumpur y por una cuestión de comodidad habíamos alquilado una habitación en el mismo lugar. Era un sitio tan hermoso y acogedor. En el segundo piso teníamos dos camas, un baño con una enorme bañera, pero el premio se lo llevaba un pequeño balcón con vista a la ciudad, el cual solo disfrutaba yo porque Mica le tenía miedo a las alturas.
La realidad es que el hotel era muy costoso pero a las dos nos gustaba tomar de vez en cuando una copa de vino, o champán, o ambas cosas en los eventos o galas y no queríamos arriesgarnos en un país extranjero a tener que volver en taxi después de beber.
Mientras subíamos en el ascensor, le pedí a Mica que llamara al Dr. Helf, encargado del programa del evento, para informar del contratiempo. En la habitación, busqué entre mis pertenencias mi antiguo y soso vestido negro que solía usar en las reuniones. Observé de nuevo mi hermoso vestido, recordando lo que había pagado por él, y recé esperando que las manchas salieran.
- Misha, ¿qué pasó abajo? ¿Ese no era el hombre de la otra vez? ¿Estaba con su amigo? - las preguntas salían una tras otra de la boca de mi amiga mientras intentaba ordenar los acontecimientos de esa noche en mi cabeza.
Ese día decidimos vestirnos para impresionar. Habíamos invertido mucho en nuestra vestimenta esa tarde. Mi vestido blanco era largo, con un ligero corte en el lado izquierdo y un escote pronunciado en la parte delantera y trasera. Las sandalias color nude combinaban perfectamente. Mica propuso recogerme el cabello. El maquillaje suave complementaba un look sofisticado, ideal para esa noche.
Mica destacaba con su vestido negro estilo sirena con adornos brillantes en el pecho. Optó por unas sandalias plateadas con plataforma para sentirse más cercana a la gente, siempre insegura por su estatura. El recogido y el maquillaje resaltando sus ojos la hacían parecer una modelo de alta costura.
Habíamos descendido al vestíbulo cerca de la hora de apertura. Esta noche era crucial, nuestro proyecto estaba creciendo constantemente. El año pasado logramos presentar los nuevos objetivos que queríamos lograr. Sin embargo, necesitábamos más. Más inversores, más tecnología, más personal. Y este era el lugar adecuado para lograrlo.
Nos sentamos en la misma mesa que el Dr. Crawford y su esposa, el Dr. Platt y su compañera de esa noche, la Dra. Mitchell y su novia, y la Dra. Kitshora. También estaba presente el CEO de Industrias MIX, el Sr. Tucker, quien no dejaba de mirar a Mica como si quisiera que ella fuera el platillo de la noche. Era conocido su perfil de mujeriego.
El primer plato consistió en un exquisito salmón ahumado con caviar en salsa de champán, lamentablemente mi amiga era vegetariana y no podía disfrutarlo. El siguiente plato fue un delicioso kerabu de bacalao, otak otak y satay. ¡Dios! Me encantaba la comida asiática.
El discurso de apertura fue dado por el anfitrión, quien nos dio la bienvenida y presentó a los referentes de las distintas áreas presentes. Además de nuestro proyecto, había otros dos buscando inversores. Iba a ser una larga noche.
Después del discurso, el Dr. Adolf Helf insistió en que lo acompañara al extremo del salón para ver por dónde entraría para recibir la mención. En el camino, expresó su interés en unirse a nuestro proyecto. Sin perder tiempo, comencé a enumerar las ventajas de su incorporación y cómo podría ayudar a mejorar la calidad de vida de muchos niños.
Su secretaria nos interrumpió para informarle que lo necesitaban en la mesa de entrada. Se disculpó y me dejó sola junto a un escenario improvisado.
Quise brincar de felicidad. Había divisado las señales de un posible inversor. Y no cualquiera, el más importante de todos. Él era propietario de Kuala Lumpur S.A, contaba con los recursos, el personal. No era tonta, había notado cómo sus ojos brillaban al explicar las increíbles ganancias que tendríamos en el futuro. Pero eso no me importaba. Él obtendría su dinero y nosotras seguiríamos avanzando con nuestros planes. Quise correr a contárselo a Mica cuando, al dar un giro brusco, me topé con un muro de ladrillos y al instante, sentí el líquido viscoso sobre la piel.
- Misha te estoy hablando- expresó Mica agarrándome del brazo. - Sí Mica, era él en el salón, parece que su única razón de existir es arruinar mi vida- traté de infundir en mi voz un enojo que no sentía. - Ojalá haya venido con su amigo- susurró ella ilusionada. Mica se había quedado impactada con Annon desde el accidente. Trató de localizarlo después de nuestro regreso de Inglaterra. Primero intentó contactarlo a través de los documentos del seguro, solo para descubrir que no había registros de ellos. Todas las pistas llevaban a un bufete de abogados que evitaba las preguntas y nunca daba respuestas claras. Luego lo buscó intensamente en las redes sociales, pero el nombre Annon arrojaba múltiples resultados y ninguno correspondía a él. Este enfoque también resultó inútil. Solo una cosa era cierta, estos hombres eran un enigma. Del amigo ni siquiera sabíamos el nombre, por lo que era imposible rastrear su origen. Después de dos meses, Mica se quedó sin ideas y se dio por vencida.
Se retiró mirándome fijamente. Sonreí y comenzamos a acercarnos de nuevo, pero fue entonces cuando escuché a una mujer gritar muy cerca de nosotros.- Khalam, Khalam cariño, ¿dónde estás? - nos separamos en el momento en el que ella abría la puerta del baño encontrándonos de frente - aquí estás, me dejaste solita - balbuceaba haciendo un falso puchero.En ese instante me percaté de varias cosas. En primer lugar, que la mujer era hermosa, con su cabello negro como la noche perfectamente arreglado, y el vestido verde musgo que se adhería a su cuerpo como una segunda piel. No parecía tener más de veinte años. En segundo lugar, se notaba que había tomado demasiado, balbuceaba cosas sin sentido y su andar era inestable. En tercer lugar, por la expresión sorprendida del hombre misterioso y la forma en que se alejó de mí, supe que era Khalam.Así que ese era su nombre. Después de haber imaginado cientos de nombres, finalmente conocía su identidad. Sin embargo, confirmaba lo que había pensado
¿Qué demonios sucedió? – se preguntaba Khalam al ver salir a las dos mujeres.El anfitrión de la velada, el Dr. Helf, era amigo de mi madre y el médico personal de An. Durante años había estado a cargo de su tratamiento y se encargaba de ajustar su medicación según fuera necesario. Nos había invitado a la gala porque Annon había sido designado heredero del Grupo SOL, convirtiéndose en inversionista y necesitando así conocer los posibles proyectos. Lo que él desconocía era que la responsabilidad de dicha tarea siempre recaía en mí. Mis decisiones eran las que An simplemente firmaba para liberarse y seguir con su pasión por la pintura.Y vaya sorpresa cuando al entrar me encontré con el rostro de perfil de aquella mujer. "Misha", recordaba su nombre, así como sus ojos y su cuerpo. No la había olvidado en todos estos meses. Con ese vestido blanco parecía una diosa y mis manos ansiaban tocarla. Ella no me había visto, así que pude observarla sin levantar sospechas. El maquillaje sutil y e
Bangkok, enero 2023- Dime de nuevo ¿Por qué estamos yendo a ese lugar?- pregunté por milésima vez con desgano.Desde hacía días Mica insistía con la fiesta del Grupo SOL. Si bien se habían transformado en uno de nuestros principales inversionistas, no solíamos asistir a los cumpleaños de sus CEO.Tras la premiación en Malasia, conocimos empresas valiosas que deseaban patrocinarnos. Sin embargo, elegimos aquellas que compartían nuestra visión de mejorar la calidad de vida de los niños, en lugar de solo buscar beneficios económicos.El GRUPO SOL se puso en contacto dos días después del evento. Tenía una reunión programada con un vendedor de insumos en Alemania, por lo que Mica llevó a cabo la negociación. A mi regreso me esperaban buenas noticias. Ellos habían aceptado cada una de nuestra
- Misha, ¿Qué estás haciendo aquí afuera? - preguntó Mica al colocarse a mi lado. - Mica, ¿Por qué tenías tantas ganas de venir hoy? - pregunté con voz firme. - ¿Qué quieres decir? - respondió con inseguridad. - Mira allí abajo- señalé a las personas que acababan de descender de la limusina, evaluando su reacción - observa quiénes bajaron del coche. - Oh - susurró con sorpresa fingida, acomodándose el pelo, como solía hacer cuando estaba nerviosa. En ese momento supe que me había mentido. Sabía que ellos vendrían esta noche. La conocía desde hacía demasiados años, pero no comprendía ¿cómo se enteró de su presencia esta noche? ¿Por qué me lo había ocultado? -Tienes dos minutos para explicarte antes de que me vaya- dije dejando salir el enojo en mi voz. Ella me conocía bien, se jactaba de ser una de las personas que más me conocía en el mundo. Le debía mi vida literalmente. Mica me había rescatado esa horrible noche años atrás. Sabía en qué momento vulnerable me encontraba. Es por
- Respira, maldición... respira... soy yo - gruñó sobre mi cuello, aquel hombre de orbes negros que me perseguía en sueños. Soltándome, lo sentí alejarse y luego encender una lámpara que se encontraba en una pequeña mesa sobre una esquina. - Estás loco - balbuceé enojada, intentando estabilizarme - ¿Por qué demonios me atacaste así? - Lo siento... no lo pensé... ¿Estás bien? - preguntó acariciando mi rostro. Asentí sin palabras retirando su mano. - ¿Qué se supone que debo hacer si no quieres hablar conmigo? - contraatacó acercándose aún más. - A lo mejor porque no tenemos nada que decirnos... ¿acaso tu ego es tan grande que no entiendes cuando una mujer no desea estar en tu compañía? - ataqué buscando distancia pero él solo sonrió. - Reconozco que mi ego puede ser desmesuradamente grande, pero también sé cuándo una persona puede ser terriblemente terca - sostuvo colocando sus brazos a los costados de mi cabeza encerrándome. - Mire Sr. Pitak - dije tratando de mantener la distanci
“Perfección” solo esa palabra podía describirla, pienso mientras la veo desarmarse entre mis brazos. Después de trabajar incansablemente intentando convencer al Consejo de la empresa para que apoye el patrocinio del proyecto, luego de viajes constantes durante semanas de negociaciones, de idas y vueltas, ella estaba aquí, con esos ojos color cielo que parecían querer absorberme, embargados de placer. Recuerdo las extensas discusiones con la Dra. Kross asegurándole que compartíamos los mismos intereses, que buscábamos el mismo objetivo, ayudar a los niños, jurándole que me disculparía con Misha por la situación vivida en la gala. Negociar con ella había sido mucho peor que con los abogados. La parte más difícil fue acercarme a ella, concretar una cita para demostrar que verdaderamente estábamos interesados. Una noche estaban en Malasia, y al día siguiente ya habían regresado a EEUU. Volé tan pronto como pude, pero Misha estaba de viaje, así que quedé en encontrarme con Mica. En cua
Dos semanas después - Han pasado varios días y aún no hemos hablado de lo que ocurrió esa noche - insistió Mica una vez más. - No entiendo a qué te refieres - respondí tratando de cambiar de tema. - Hablo de lo que pasó en la fiesta, entre el abogado y... - dijo señalándome con el dedo, sonriendo pícaramente. - Mira, no sé cómo explicarlo. En un instante le estaba gritando, apartándolo de mí, y al siguiente no podía alejar mis manos de él - respondí sinceramente, viendo su sorpresa. - Él no me acaba de convencer, la verdad es que no me gusta. Me han contado cosas - dijo sacudiendo la cabeza. - Dicen que es un mujeriego, rompecorazones, que no ha tenido ninguna relación seria hasta ahora. - ¿Chismes, en serio, Mica? ¿No estarás exagerando un poco? - pregunté, sintiendo una punzada de incomodidad en el pecho ante sus palabras. - Quizás, pero no quiero que te haga daño - dijo mirándome - Temo que te dejes llevar y salgas lastimada. ¡Oh, vaya si me había dejado llevar! Al cerrar lo