Una chispa de deseo

- Misha te estoy hablando- expresó Mica agarrándome del brazo.

- Sí Mica, era él en el salón, parece que su única razón de existir es arruinar mi vida- traté de infundir en mi voz un enojo que no sentía.

- Ojalá haya venido con su amigo- susurró ella ilusionada.

Mica se había quedado impactada con Annon desde el accidente. Trató de localizarlo después de nuestro regreso de Inglaterra. Primero intentó contactarlo a través de los documentos del seguro, solo para descubrir que no había registros de ellos. Todas las pistas llevaban a un bufete de abogados que evitaba las preguntas y nunca daba respuestas claras. Luego lo buscó intensamente en las redes sociales, pero el nombre Annon arrojaba múltiples resultados y ninguno correspondía a él. Este enfoque también resultó inútil. Solo una cosa era cierta, estos hombres eran un enigma. Del amigo ni siquiera sabíamos el nombre, por lo que era imposible rastrear su origen. Después de dos meses, Mica se quedó sin ideas y se dio por vencida.

- Misha, traje mi vestido rojo - dijo sacándolo de la maleta y cambiando de tema- póntelo, lucirás increíble con él.

- No, me queda muy ajustado, no podré respirar, además es demasiado corto para mí – argumenté- sería indecente.

- En primer lugar te queda genial, resalta perfectamente tus atributos que es lo que necesitamos esta noche - dijo bromeando mientras me entregaba el trozo de tela - y no es indecorosamente corto.

- Todo sea por nuestro proyecto y por encontrar más inversores, ¿no? - bromeé mientras pensaba si volvería a encontrarme con aquellos ojos de ensueño.

Retocamos el peinado, el maquillaje y bajamos. Me sentía sumamente incómoda con ese atuendo. El vestido era recto por delante pero mostraba mucha piel por detrás. Tenía más busto que Mica, por lo que parecía que iba a explotar. Los picos irregulares de la tela llegaban hasta debajo de las rodillas y un pequeño corte dejaba gran parte de mis muslos a la vista. La parte trasera de mi espalda estaba descubierta.

Al ingresar el Dr. Helf subió al escenario invitándome a acompañarlo para recibir la mención. La emoción me embargó en ese momento. Por fin nuestro arduo trabajo era reconocido. Agradecí a Mica, al grupo de trabajo, me explayé en nuestros logros y en nuestros objetivos en un periodo de cinco años. Estaba terminando mi discurso cuando volví a verlo. 

Sentado en una mesa al costado del salón. Su mirada me quemaba, sus manos cruzadas sobre la mesa, sus cejas fruncidas, su pose rígida. Annon a su lado sonreía mientras me saludaba con la mano. Le devolví la sonrisa mientras continuaba hablando. No reconocía a los hombres y mujeres que los acompañaban pero todos en su mesa miraban la interacción entre nosotros. Al finalizar me dirigí a mi lugar de la mesa agradeciendo.

El Sr. Tucker evidentemente había decidido cambiar el menú de la noche, se había olvidado de Mica y ahora dirigía toda su atención a mi persona. Me esperaba de pie, su mano fue intencionalmente a mi espalda presionando y generándome malestar. Su pulgar se movía lentamente de arriba hacia abajo. El escalofrío fue malinterpretado por él, quien se acercó y susurrando sugirió que tomáramos una copa en el bar para hablar de negocios.

En el momento que iba a inventar un rechazo cortes a su propuesta, una voz familiar me distrajo.

- Misha- dijo Annon mientras me arrastraba fuera del alcance de ese hombre- felicidades por tu magnífico trabajo.

- Annon - contesté sonriendo- que agradable sorpresa verte aquí.

De reojo noté cómo Mica se acercaba y Annon no dejaba de mirarla. La atracción entre ellos era evidente. Aproveché el momento para mirar detrás de él, pero su maldito amigo no estaba por ningún lado.

- Dra. Kross - ronroneó Annon - qué placer volver a verla... está usted muy bonita esta noche.

- Sr. Kongkaeo, qué sorpresa verlo aquí, usted también está muy guapo - respondió nerviosa mientras se acomodaba el cabello – que coincidencia que usted también pertenezca al mundo de la medicina.

- No, no... un amigo me invitó, pero debo decir que el trabajo de ustedes es realmente fascinante - sonrió mientras hacía un brindis con su copa - quizás podríamos...

No pudo terminar la oración porque el Sr. Tucker eligió ese momento para interrumpirlo.

 - Dra. Saint Johns, por favor me gustaría discutir negocios con usted - elevó su voz con soberbia - por favor acompáñeme.

 - Tendrá que disculparme Sr. Tucker, pero deseo ir a los aseos - disimulé una sonrisa ante aquel desagradable hombre - con permiso.

Dejé a Mica hablando con Annon y me dirigí a los sanitarios para refrescarme y huir de aquel descarado hombre. Miraba de reojo hacia atrás viendo si me seguía, cuando sentí el impacto de mi parte delantera contra otra persona. Ese cuerpo lo conocía. Al aspirar aquella conocida fragancia a cítricos todo mi cuerpo se activó.

Una gran mano sujetó la parte descubierta de mi espalda, la suavidad de sus dedos me hacía cosquillas. Su otra mano se encontraba inmóvil en mi cintura. Me percaté entonces que me había sujetado del saco de su esmoquin para no perder el equilibrio. Levanté la mirada para notar la cercanía de sus labios con los míos.

- Tenemos que dejar de encontrarnos de esta manera - susurré sin aflojar el agarre - uno de los dos podría resultar gravemente herido.

Sus ojos oscuros no dejaban de fijarse en mis labios, instintivamente los lamí y sentí la presión de su mano en mi cintura.

- Eres una verdadera molestia - respondió, curvando una media sonrisa y acortando la distancia.

Podía sentir su aliento en mi rostro, un jadeo involuntario escapó de mis labios mientras nuestras frentes se rozaban. Nuestras narices se acercaban, sin cerrar los ojos. Mis pezones se contrajeron y mi ropa interior se humedeció. Necesitaba que se acercara más, necesitaba sus manos en mi cuerpo ahora. Por primera vez en muchos años, quería más. Más de este hombre.

Quizá percibió mi necesidad o tal vez la suya era igual de profunda. Con sus labios probó tentativamente mi labio inferior, hundiendo los dientes y provocando escalofríos. Luego pasó su lengua para calmar el ardor. Una de mis manos subió acariciando lentamente el cabello de su nuca, mientras que la otra buscaba calor debajo de su chaqueta. Apenas un roce de labios y ya sentía mi cuerpo perder el control. Su cuerpo vibró bajo mis caricias, tensando su agarre.

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