CAPÍTULO 81

Volvieron pronto a la casa, Clarisse fue la primera en entrar junto con Cisco y le quitó la correa, por lo que el animal salió volando por el amplio recibidor hasta perderse en la sala de estar. Unos segundos después se escuchó un grito y la pareja fue a verificar de qué se trataba.

—Se ha metido este perro a la casa —informó Liza, señalando al canino que daba vueltas por el lugar olfateando todo a su paso—. Le pediré a Owen o a Peter que lo saquen de inmediato. Tal vez es de alguno vecino.

—No será necesario —la detuvo Soren.

—¿Por qué? —cuestionó la morena.

—Es nuestro —respondió Clarisse—. Es el perrito que Soren rescató hace un tiempo. Hoy él me llevó a la clínica veterinaria y lo adoptamos.

—¿En serio? —dudó la ama de llaves viendo a su jefe con impresión. Soren no le contestó con palabras, sólo cabeceó afirmativamente—. ¿Cómo se llama?

—Cisco, ella es Liza. Liza, él es Cisco —los presentó al ojiazul, llena de felicidad—. ¿Verdad que es precioso?

—Mucho, es un bebé hermoso —alagó
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