—Pat, hora de comer, amor —anunció Clarisse y el niño llegó corriendo. Luego ella miró al hombre frente a ella—. ¿Te quedarás a comer?—¿Me invitas a cenar con ustedes? —dudó el pelinegro.—Sí no quieres, puedes irte y desaparecer por otra semana —atacó la chica.—Oh, la tía Clarisse está enojada —dijo Pat, con una cara chistosa—. ¿Qué le hiciste?—Sí, Soren. ¿Qué hiciste? —siguió ella con una sonrisa maliciosa.—Cometí un error al no hablar con tu tía. ¿Crees que puedas ayudarme que ya no esté enojada? —le habló al niño.Pat miró a la pelinegra con los ojos entornados, pensando en qué hacer a continuación. Se acercó más a Soren y le hizo señas para decirle algo en el oído.—Se ve cómo un trabajo duro, pero creo que te puedo ayudar —expresó el pequeño sin dejar de ver a la mujer frente a ellos—. ¿Qué gano yo?—¿Qué te parece si te llevo a la feria el próximo fin de semana?—¿Y ganarás premios para mí?—Claro, además, subirás a los juegos que sean aptos para ti.—Bien, tenemos un trato
Los golpes presurosos en la puerta terminaron despertándolo, se notaba que quien tocaba tenía mucha prisa por hacer que Soren saliera de la cama. El pelinegro había regresado a muy altas horas de la noche de casa de Clarisse y fue directo a la cama.—Adelante —murmuró, somnoliento y sin molestarse en abrir los ojos.—¡Es hora de despertar, Solecito! ¡A brillar en una mañana tan hermosa cómo esta! —dijo Patrice, eufóricamente.Soren solamente soltó un gruñido de molestia con el rostro enterrado entra su almohada. La rubia no conforme con el poco interés que tenía su amigo en al menos voltear a verla, se lanzó a un lado de él, rebotando en la cama.—Por favor, vete… —rogó con la voz amortiguada por la almohada.—No lo creo. Estuviste de vacaciones por una semana, ya es hora de que vuelvas a trabajar —musitó la chica con alegría.—Largo, estoy agotado por el viaje —gruñó.—Aún así necesito que firmes unos documentos que se deben entregar hoy. Se habrían enviado antes, pero alguien decidi
Luego de haber terminado con la pequeña reunión que Patrice y Soren tuvieron, la rubia se fue a la oficina, mientras que el pelinegro fue al segundo piso para entrar en la habitación en la que estaba Owen. Allí la morena estaba organizando el lugar mientras que el trigueño yacía en la cama cubierto por las sábanas e incluso llevaba puesta un atuendo diferente.—¿Cómo se encuentra el paciente, Liza? —preguntó, viendo al hombre sobre la cama.—Él estará bien por el momento, no ha mostrado señales de estar cerca de despertar, aunque ya debería ser hora. Han pasado muchos días, ¿cuánto suero le suministró? —interrogó la ama de llaves.—No te preocupes por eso —evadió la pregunta, pues la verdad es que él llenó toda la jeringa—. Quiero que lo vigilen en todo momento, ¿de acuerdo? Owen ahora cuenta con información muy valiosa que podría otorgarle a alguien más si le ofrecieran una enorme cantidad de dinero.—No creo que él sea capaz de entregarlo por dinero, señor.—Las personas son capaces
La casa de seguridad del FBI lucía igual que siempre, el equipo de agentes actuaba con naturalidad mientras que rodeaban la propiedad. Todos vestía de con ropa civil, no parecía que fuesen miembros de un cuerpo de la ley. Eran unas treinta o cincuenta personas en total que constantemente cambiaban de guardia para mantenerse en optimas condiciones al momento de trabajar.El auto se detuvo frente a la hermosa casa, Peter bajó para ir a abrirle la puerta a su jefe bajo la atenta mirada de los agentes de bajo rango. Cuando Soren salió del vehículo todos decidieron dirigir su mirada a otro lado, principalmente por ordenes del agente Fell, pero también porque aquel hombre proyectaba un aura bastante mortal.Uno de los hombres abrió la puerta de la casa cuando ellos se acercaron, claramente ninguno le habló en algún momento mientras Soren era seguido por Peter hasta el despacho principal. El pelinegro no tocó a la puerta, simplemente abrió y los ojos oscuros del hombre detrás del escritorio
—¿Señor? —llamó Peter, al volante.Era la cuarta vez que le hablaba, pero Soren permanecía perdido en sus pensamientos. No podría culparlo, estaban pasando muchas cosas en su vida y tenía decisiones que tomar. Sin embargo, estaba preocupado por el joven que cuidaba, ante sus ojos Soren seguía siendo aquel niño que reía constantemente y disfrutaba de la vida cuando sus padres aún estaban.El viejo jardinero se preguntó qué debería hacer, quería protegerlo de todo lo malo que lo perseguía, pero era consciente de que Soren buscaría pelear. A medida que creció y se endureció por la crianza que recibió de los Velghary, se volvió un hombre luchador que no retrocede ante nadie.Tal vez era eso lo que más le preocupaba a Peter, después de todo la familia real era capaz de cualquier cosa por conseguir lo que deseaban y si lo que querían era a Soren de vuelta, no se detendrían ante nada.—Señor, ¿se encuentra bien? —habló más fuerte, logrando que el pelinegro lo escuchase.—Disculpa, ¿has dicho
Soren trabajaba en su despacho para finalizar algunas cosas de la nueva sucursal en Canadá, había más papeleo del que Patrice mencionó esa mañana. Sin embargo, todo eso le correspondía a él por ser el dueño de la empresa, aunque sus amigos cercanos también tuviesen un porcentaje.—Llevas rato ahí, ¿quieres decir algo? —habló Soren sin apartar la vista de los documentos.—Bueno, ahora que lo menciona —respondió Liza, se notaba la preocupación que emanaba de su cuerpo en ese momento—. ¿Qué es lo que está tramando realmente?—¿A qué te refieres?—Con Owen y esa competencia de machos alfas.—Sabes perfectamente mi opinión al respecto sobre las actividades de "macho alfa" —musitó Soren, frunciendo el ceño.—Sí, ya sé que no le gustan, pero no entiendo a qué viene todo eso. ¡Es una locura! —expresó y Soren la miró con disgusto—. Perdón, pero tenía que decirlo.—¿Por qué estás tan preocupada?—Porque si no lo recuerda, señor. Ese mismo juego lo realizaba el príncipe Zadriel —explicó, cruzada
—Sí, acabo de enviarte el correo con las nuevas especificaciones para la presentación del producto —dijo Clarisse al teléfono—. De acuerdo, quiero que me mandes fotos de cómo va todo cuando apliquen lo nuevo. Perfecto, gracias —cortó la llamada y se levantó del escritorio—. Galen, ¿cómo vas con la elección del candidato para presentador?—Tengo seis individuos que seleccioné, sólo queda hacerles la entrevista final para elegir al adecuado —respondió el rubio desde su asiento.—Llámalos para hacerles la entrevista mañana. Ya no queda mucho tiempo para la entrega de ese proyecto —se dio la vuelta hacia su amiga—. ¿Cómo quedaron las fotografías para la publicidad de la marca de perfumes?—Míralo tú misma —le dio la vuelta a la pantalla para que viera las imágenes.—Se ven geniales, pero has que el retoque se vea más natural en sus rostros. No queremos que se vean tan plásticos o tendremos problemas —explicó la pelinegra y Lorna asintió—. Ya regreso. Voy a entregarle estos informes a Larr
Finalmente, los cinco llegaron a aquella plaza escondida en la que comieron hamburguesas la primera vez. El lugar se veía igual de impresionante que aquella noche, las luches colgando de los árboles y las mesas llenas de comensales.A Clarisse le gustaba ese lugar, no sólo por la vista si no también por los platillos tan deliciosos que vendían los diversos camiones de comida. Ordenaron comida de varios puestos y luego fueron a tomar asiento en una de las mesas de picnic.—Entonces, Soren. ¿Cómo estuvo tu viaje? —comezón Lorna.—Agotador en muchos sentidos. Podría llegar a decir que fue…, mortal —respondió con diversión.—¿Es muy estresante ser inversionista? —esta vez fue Galen quien preguntó.—Algunas veces puede serlo debido a la economía que suele ser tan cambiante, un día ganas y al otro pierdes. Lo más importante es siempre estar informado del estado del mercado y saber el momento indicado para invertir, cómo también en qué hacerlo —explicó el pelinegro y Clarisse se sintió atraí