CAPÍTULO 564

El salón se convirtió en un caos en cuestión de segundos. Los guardias de Verona atacaron sin piedad, mientras Elián y sus hombres respondían con igual determinación. Seniah quedó en el centro del tumulto, desarmada pero no indefensa. Con la misma daga que había arrojado, ahora en su poder nuevamente, enfrentó a Verona. Ambas hermanas intercambiaron miradas llenas de odio acumulado, pero Seniah no tenía tiempo para una confrontación prolongada.

Verona, al darse cuenta de que Paolo se había escapado, volvió su furia hacia su hermana.

—¡Eres una traidora a tu sangre, Seniah! ¡Una vergüenza para nuestra familia! —vociferó, lanzándose sobre ella.

Pero Seniah, con una calma casi aterradora, bloqueó el ataque con precisión.

—Prefiero ser una traidora a vivir siendo ciega como tú, Verona —incluso con aquel vestido fue capaz de propinarle un rodillazo a su hermana y la arrojó a un lado mientras le apuntaba con el filo de su arma—. ¡Deténganse o le atravieso el cuello!

Los guardias reales duda
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