CAPÍTULO 348

―¿Y este? ―preguntó el niño mostrándole una caja de cereal.

Clarisse sonrió de lado y se mordió los labios para no carcajearse. Se inclinó y le dio un beso en la nariz con mucho cariño, algo que hizo reír a su pequeño solecito.

―Mi amor, ya tienes cuatro cereales diferentes.

―Pero no tengo este… ―hizo un mohín.

―Buen intento, garrapata. Pero ya escuchaste a la embarazada, ya tienes muchos cereales y no quiero que te vuelvas loco con el azúcar ―Lorna le quitó la caja y la devolvió a su lugar. Vio que su amiga iba a decir algo, pero no se lo permitió―: Tú ni siquiera opines. En primer lugar, cuando este mocoso te pone ojitos tiernos cedes. Y Ahora que estás embarazada eres una cajita llena de hormonas.

―¿Y sólo por eso ya no puedo decir si mi sobrino puede o no tener otro cereal? ―rio la pelinegra.

La pelirroja le apuntó con el dedo índice y le guiñó el ojo alegremente.

―¡Le atinaste, querida!

―No me agrada esa anciana ―refunfuñó el niño, cruzado de brazos.

―¡Te escuché, enano! ―gritó l
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