Soren bajó las escaleras y fue directo al comedor en donde Liza y Peter tomaban el desayuno. Ambos se sorprendieron al ver al joven despierto antes de lo normal e intercambiaron miradas cargadas de incertidumbre.—Buenos días a los dos —saludó el pelinegro y tomó lugar a la cabeza de la mesa.—Buen día —murmuró Liza confundida. Miró a su compañero y este torció la boca a un lado—. ¿Se siente bien?—Por supuesto, Liza. ¿A qué se debe la pregunta? —inquirió Soren sirviendo la comida.—Es que…, aún es algo temprano y… —le lanzó una mirada a Peter con la intención de que la ayudara, pero él sólo se limitó a beber de su café—. Es extraño verlo levantado tan temprano, ¿bien? ¡Ya lo dije! Gracias, por cierto —le dijo lo último a Peter.—Únicamente he despertado dos horas antes, Liza. No debes sentirte tan perpleja por ello —habló Soren sin darle la mayor importancia al asunto.—Sí, pero usted no suele despertar temprano —señaló la morena—. Incluso cuando el señor Jeremy o la señorita Patrice
—Una apuesta cuyo premio eres tú, ¿eh? —insinuó Lorna con una sonrisa enorme.Clarisse ya le había contado todo sobre su reciente platica con Soren, no le quedó de otras después de que su amiga la encontrara en la entrada hablando con el pelinegro por teléfono.—Básicamente…, sí —aceptó luego de un rato de negarlo.—Amiga, te sacaste el premio gordo con ese hombre. ¿Por qué te resistes? Es muy claro que le gustas y a ti te gusta él —aseguró la pelirroja.—Eso no es cierto. No me gusta —declaró Clarisse con el ceño fruncido y su amiga soltó un bufido.—Por favor, nos conocemos hace cinco años —musitó la chica con calma—. Te conozco lo suficiente para saber cómo eres cuando alguien te gusta. ¿Recuerdas cuando creíste que te gustaba Galen? —Clarisse asintió en respuesta—. Bueno, con él era claro que no durarían porque nunca hubo una química real entre ustedes, pero con Soren es diferente. Tu cara lo dice todo.—Soren dijo algo así —meditó la pelinegra—. Dijo que mi cuerpo le decía que me
—Buen día —saludó un mensajero que llegó ante los tres jóvenes—. Disculpen, estoy buscando a Clarisse O’Nelly.—Sí, soy yo —prenunció la chica un poco confundida porque no esperaba recibir algún paquete.—Firma y huella, por favor —le solicitó el muchacho al pasarle una tableta—. Muy bien, aquí tiene.El joven colocó una caja blanca mediana con un listón azul zafiro sobre su escritorio.—Disculpa, pero…, ¿quién los envió? —le preguntó la chica confundida.—Lo siento, sólo soy un mensajero. Recogí el paquete y lo traje —respondió el chico con un encogimiento de hombros—. Ya me retiro, adiós.—¿Qué será? —murmuró Galen a la derecha de Clarisse.—¿Quién lo envió? —indagó Lorna a la izquierda de su amiga.—¿Pueden los dos callarse? Yo he estado con ustedes todo el día, no tengo idea de nada —musitó la pelinegra y sus amigos asintieron en respuesta.Con delicadeza retiró la cinta que formaba el lazo y abrió la caja. En su interior se encontraba una pequeña caja de terciopelo azul marino qu
Clarisse no terminaba de comprender por qué habían salido del restaurante, quiso preguntarle, pero algo es esa mirada oscurecida le indicó que sería mejor esperar. Tal vez Soren se había enojado porque ella rechazaba sus intentos de forjar algo más fuerte, pero ¿qué esperaba? ¿Qué aceptara con los ojos cerrados detalles tan costosos?Eso nunca.Desde muy pequeña sus padres le enseñaron que si deseaba algo bonito debía trabajar para tenerlo. Siempre le decían que nunca debía depender de un hombre porque ella era una mujer fuerte, hermosa e inteligente.Y eso ni siquiera Soren podría cambiarlo.Notó que el auto se detuvo y divisó que aún lado del estacionamiento se encontraba un camino iluminado por pequeñas luces colgantes en los árboles.—Vamos —le dijo Soren cuando le abrió la puerta.Siguiendo el sendero llegaron a un espacio abierto en una zona verde que estaba rodeada por muchos árboles, algunos incluso estaban esparcidos por el centro del lugar. Había mesas de picnic por todas pa
Una vez más Soren y Peter se encontraban en aquella casa de seguridad resguardada por agentes del FBI. El agente Fell les mostraba las imágenes más recientes tomadas a Thierry Gerard durante su estadía en Colombia.—¿Sabemos lo que hacía ahí? —indagó Soren, analizando las imágenes en la tableta.—No. Sabemos que salió un par de veces, pero siempre era escoltado y se nos fue difícil acercarnos —contestó el agente desde el otro lado del escritorio—. Mi gente logró seguirlo a un restaurante en donde se reunió con una mujer, pero fue imposible identificarla.Efectivamente una de las fotografías era del objetivo estando acompañado de una dama que se aseguró de ser muy cuidadosa al proteger su identidad. Llevaba puesto un pañuelo alrededor de la cabeza y un sombrero de ala larga, además de unos lentes de sol o eso parecían, ya que siempre estuvo de espaldas a la cámara.—¿Fue la única vez que se reunieron?—Así es. Él ordenó, pero ella ni si quiera pidió un baso de agua —informó el agente F
El joven de ojos color ocre dejó su abrigo sobre uno de los sillones que había en su oficina y se tomó un momento para aclarar sus ideas. Cerró los ojos y respiró profundo varias veces al tratar de controlar su ritmo cardiaco.En su mente todo fue guardado dentro de un cofre al que le puso llave y para cuando abrió los ojos nuevamente, ya estaba en completo control de sí mismo.Fue al escritorio para realizar una videollamada a través de la laptop.—¡Hola, mi niño! —saludó eufórica una mujer de piel suave, ojos almendrados y una cabellera larga color azabache—. Que gusto verte, ¿cómo has estado?—Hola, tía —habló, sonriente por ver ese rostro amable—. Ya sabes, ocupado en el trabajo. Recientemente se realizaron los cortes de período y estamos comenzando a hacer nuevos pedidos con los principales proveedores.—Eso significa que una vez más han tenido un buen período de trabajo, ¿no es así? —pronunció la mujer con orgullo reflejado en sus ojos.—Es correcto. Jeremy ha logrado mucho con
Pasaron unas horas desde que habló con su tía y en todo ese tiempo se mantuvo en su oficina viendo las fotografías. Estaba al tanto de lo complicado que era para Seniah dejar atrás a aquellas personas, tenían una larga historia, pero lo mejor era mantenerse alejados de ellos.Ciertamente la cruzada en la que se embarcó Soren terminaría en un enfrentamiento directo con aquellas personas tan despreciables, pero si seguía moviendo sus cartas y usando al agente Fell, tal vez podría evitarlo.No se detendría hasta tomar venganza contra los Velghary.Sus pensamientos fueron interrumpidos con una videollamada entrante y el chico sonrió al ver su foto en la pantalla.—Un día y ya me extrañas —comentó con una sonrisa arrogante al contestar.—Tal vez estaba aburrida —esgrimió Clarisse.—Eso o puede ser que extrañabas mi voz… —enunció suavemente, destacando ese acento tan particular suyo.—Pareces muy confiado.—Sé que te gusto, sólo debo hacer que confieses y habré ganando la apuesta —argumentó
Nuevamente estaba afuera esperando junto al auto.Se veía endemoniadamente bien con aquel estilo elegante a pesar de que simplemente estaba ahí parado viendo su teléfono.Clarisse lo analizó de pies a cabeza y a su mente llegaron las imágenes de las veces que lo vio completamente desnudo. De inmediato la temperatura de su cuerpo comenzó a subir y tuvo que obligarse a mantener su mente bajo control. Lo menos que necesitaba era que Soren notara que con su sola presencia ella se calentaba. Era un hombre muy observador al que no se le escapaban los detalles.—¿Te gusta lo que ves? —preguntó Soren con picardía.«Él siempre nos descubre», dijo aquella voz en su cabeza.—Que te vea no significa que esté loca por ti —declaró ella, muy segura de sus palabras.—En ningún momento dije que estuvieras loca por mi —se acercó, dejando una mínima distancia entre sus cuerpos. Acarició su mejilla suavemente y sonrió—. Aunque así sea.Clarisse soltó un bufido y lo miró mal.—¿Qué haces aquí? —preguntó,