—¿Desean algo más? —preguntó la mesera luego de entregarles sus platillos.—No, eso es todo por el momento. Gracias —dijo Soren y la chica se retiró—. Entonces, ¿de dónde eres?—Vancouver, nací allá y me mudé a Seattle hace cinco años con la intención de conseguir hacer un nuevo camino —respondió ella.—Vancouver es una gran ciudad y muy hermosa. ¿No contaba con lo que requerías para tu nuevo camino? —indagó el pelinegro y estiró la servilleta sobre su regazo.—Yo amo el lugar en el que nací y crecí, pero llegó un momento en el que sentía que debía comenzar de nuevo y elegí Seattle porque siempre me pareció una ciudad preciosa —aclaró la dama antes de iniciar a comer.—¿Y tú familia?—Ellos básicamente no pudieron oponerse —expresó torciendo los labios—. Se podría decir que se enteraron cuando ya estaba en el aeropuerto. Yo no estaba pasando por un buen momento, pero mis padres estuvieron de acuerdo en que lo mejor era que yo iniciara mi vida donde quisiera y aunque mi hermanito dijo
—Gracias por la comida, estuvo deliciosa —dijo Clarisse.—Gracias a ti por acompañarme. Me gustó saber un poco más sobre ti.—La verdad siento que hablamos mucho más de mí que de ti —dijo jugueteando tímidamente con sus dedos, un gesto que Soren no pasó desapercibido.Él tomó sus manos con suavidad y las acarició con los pulgares.—Para mí fue un placer tener el privilegio de conocerte un poco más, Clarisse —alzó la vista hacia ella, mirándola con una intensidad palpable—, y sin lugar a dudas, no me quejaría si tú fueras el único tema a tratar en mi vida.Las mejillas de la pelinegra se tornaron sumamente rojas.Ahí estaba de nuevo esa sensación.Otra vez volvía a sentirse cómo una adolescente y todo era a causa del extraño hombre frente a ella.—¿No te cansarías?—¿Por qué debería hacerlo? —cuestionó formando un arco con una ceja.—Hablar sólo de mí. Se oye muy dulce, pero no sería posible —argumentó la chica.En ese momento Soren no respondió, simplemente se acercó más a ella y depo
—Eres alguien muy misterioso, Soren Oversax —comentó Jeremy. Le entregó un trago a su amigo y tomó asiento junto a él—. No haces nada más que centrarte en la empresa y no hablas nunca sobre ti. Digo que soy la persona que más te conoce, pero sólo sé quién eres desde hace cinco años y no quién fuiste antes.Se encontraban en la casa de Jeremy y Patrice.Estos habían invitado a su amigo a cenar con ellos, algo que sucedía con mucha regularidad. En ese momento ambos hombres estaban tomando algo frente a la piscina mientras la extrovertida rubia se cambiaba de ropa.—No es que no confíe en ti, Jeremy. O que te esté ocultando un terrible secreto —dijo Soren con un tono neutral—, es sólo que mi vida no ha sido el acto más interesante en la historia de la humanidad, mi amigo.—Eso es lo que siempre dices, pero de seguro tuviste una vida muy interesante.—Jeremy, no sólo eres mi socio, también eres el primer amigo que hice y una de las personas más cercanas que tengo —mencionó el de ojos ocre
—Hola, ¿cómo estás? —preguntó Soren una vez ella le contestó la video llamada.—Hola, muy bien. Aunque algo cansada por todo el papeleo que tuve que realizar hoy —respondió ella con una suave mueca y luego sonrió—. ¿Por qué me miras así?—¿Cómo? —se hizo el desentendido.—No lo sé, cómo perdido. Con la mirada fija en mí, cómo bobo —trató de explicar.—¿Te molesta que te mire?—No… —murmuró con las mejillas comenzando a enrojecerse—. Es que no es la primera vez que lo haces.—Creo que se debe a una razón —ella mostró curiosidad al alzar ambas cejas y el chico rio por lo bajo—. Por que puedo ver lo que quiera.—Pero me estás viendo a mí.—Exactamente. La suma de las cuentas… —dejó la frase en el aire y un cosquilleó apareció en el estómago de Clarisse.—Entonces… ¿Me miras porque quieres mirarme sólo a mí?—Yo no he dicho eso.—¡Pero lo insinuaste!—¿Segura? ¿Cuándo ha ocurrido dicho acto de mi parte?—Ja ja ja. Que gracioso eres — se quejó la pelinegra y se cruzó de brazos—. Eres un id
La mañana de Clarisse pudo iniciar con su rutina habitual, sin embargo, había algo diferente y es que lo primero que vio al despertar fue un mensaje de Soren deseándole buenos días. Esas simples palabras la hicieron sonreír y de inmediato le respondió.Durante su labor de prepararse para ir a trabajar estuvo atenta al teléfono que el caballero de brillante armadura le había regalado, pues los mensajes entre ellos iban y venían con rápides.Soren por otra parte seguía en su cama, no tenía intenciones de querer levantarse tan temprano, pero sólo por enviar el primer mensaje de la mañana a Clarisse fue que se despertó antes de lo normal. No podía dejar de sonreír incluso estando medio dormido y cuando le dijo a la chica que seguía debajo de las sábanas esta le marcó de inmediato.—Son las siete treinta, ¿cómo puedes seguir en cama todavía? —preguntó mientras preparaba su bolso y del otro lado de la línea solamente se escuchó un gruñido áspero—. Soren…—No estoy acostumbrado a despertar t
Soren bajó las escaleras y fue directo al comedor en donde Liza y Peter tomaban el desayuno. Ambos se sorprendieron al ver al joven despierto antes de lo normal e intercambiaron miradas cargadas de incertidumbre.—Buenos días a los dos —saludó el pelinegro y tomó lugar a la cabeza de la mesa.—Buen día —murmuró Liza confundida. Miró a su compañero y este torció la boca a un lado—. ¿Se siente bien?—Por supuesto, Liza. ¿A qué se debe la pregunta? —inquirió Soren sirviendo la comida.—Es que…, aún es algo temprano y… —le lanzó una mirada a Peter con la intención de que la ayudara, pero él sólo se limitó a beber de su café—. Es extraño verlo levantado tan temprano, ¿bien? ¡Ya lo dije! Gracias, por cierto —le dijo lo último a Peter.—Únicamente he despertado dos horas antes, Liza. No debes sentirte tan perpleja por ello —habló Soren sin darle la mayor importancia al asunto.—Sí, pero usted no suele despertar temprano —señaló la morena—. Incluso cuando el señor Jeremy o la señorita Patrice
—Una apuesta cuyo premio eres tú, ¿eh? —insinuó Lorna con una sonrisa enorme.Clarisse ya le había contado todo sobre su reciente platica con Soren, no le quedó de otras después de que su amiga la encontrara en la entrada hablando con el pelinegro por teléfono.—Básicamente…, sí —aceptó luego de un rato de negarlo.—Amiga, te sacaste el premio gordo con ese hombre. ¿Por qué te resistes? Es muy claro que le gustas y a ti te gusta él —aseguró la pelirroja.—Eso no es cierto. No me gusta —declaró Clarisse con el ceño fruncido y su amiga soltó un bufido.—Por favor, nos conocemos hace cinco años —musitó la chica con calma—. Te conozco lo suficiente para saber cómo eres cuando alguien te gusta. ¿Recuerdas cuando creíste que te gustaba Galen? —Clarisse asintió en respuesta—. Bueno, con él era claro que no durarían porque nunca hubo una química real entre ustedes, pero con Soren es diferente. Tu cara lo dice todo.—Soren dijo algo así —meditó la pelinegra—. Dijo que mi cuerpo le decía que me
—Buen día —saludó un mensajero que llegó ante los tres jóvenes—. Disculpen, estoy buscando a Clarisse O’Nelly.—Sí, soy yo —prenunció la chica un poco confundida porque no esperaba recibir algún paquete.—Firma y huella, por favor —le solicitó el muchacho al pasarle una tableta—. Muy bien, aquí tiene.El joven colocó una caja blanca mediana con un listón azul zafiro sobre su escritorio.—Disculpa, pero…, ¿quién los envió? —le preguntó la chica confundida.—Lo siento, sólo soy un mensajero. Recogí el paquete y lo traje —respondió el chico con un encogimiento de hombros—. Ya me retiro, adiós.—¿Qué será? —murmuró Galen a la derecha de Clarisse.—¿Quién lo envió? —indagó Lorna a la izquierda de su amiga.—¿Pueden los dos callarse? Yo he estado con ustedes todo el día, no tengo idea de nada —musitó la pelinegra y sus amigos asintieron en respuesta.Con delicadeza retiró la cinta que formaba el lazo y abrió la caja. En su interior se encontraba una pequeña caja de terciopelo azul marino qu