Clarisse quedó estupefacta al llegar a la mansión de Ariah, era un lugar impresionante, incluso más que la casa de Soren. No podía siquiera imaginar cuanto dinero tenía esa familia cómo para que pudiesen tener esa clase de lugares a su nombre. Tampoco podía creer que existieran, era cómo un pequeño palacio con hermosos jardines con esculturas preciosas.—¿Qué te parece? —le preguntó Soren que estaba a su lado en el auto.—Impresionante —susurró la pelinegra y luego se volteó a verlo—. ¿Qué clase de familia es la tuya? ¿Cómo es posible que tengan un castillo de casa?Soren rio por lo bajo y negó con la cabeza.—Es el resultado de un intenso trabajo familiar —maquilló las palabras que en verdad quería decir.—Siento que voy a la Casa Blanca o el palacio de Inglaterra. Hay tanta gente, Dios. ¿No se supone que era algo pequeño?—Cuando se trata de Ariah debes saber que pequeño significa unas doscientas personas —comentó, divertido—. ¿Te arrepientes de haber venido?—No, sólo estoy pensand
La velada era toda una maravilla, la comida, las bebidas, la música y principalmente la compañía eran lo que hacía de aquella noche tan especial. Clarisse nunca había estado en un evento de esa clase, más que un cumpleaños parecía una reunión de la alta sociedad. Aproximadamente unas cien personas, todos irreconocibles debido a las máscaras que los ocultaban, pero era claro que provenían de diversas partes del mudo debido a sus formas de hablar. —¿Te diviertes? —quiso saber Soren. —Por supuesto que sí. Todo es muy hermoso y tan sofisticado que hasta me siento fea. —Clarisse, tu belleza no podría igualarse a todo eso —mencionó el pelinegro—. Esto es material, se degrada en un par de años al igual que la carne, pero la belleza que posee tu alma. Esa es la belleza más importante, porque es la que te otorga esa preciosa sonrisa y esos marítimos ojos. Bajo la máscara sonrió y se ruborizó por las palabras de su novio. —¿Qué hay de Ariah? —¿Eh? Bueno, es hermosa, pero… —No me refería
La oficina se había llenado de una palpable tención familiar. Todos tenían razón en algunas partes y al mismo tiempo se equivocaban. El destino de ninguna persona estaba fijo, pero ellos tuvieron que seguir el rumbo que desde que nacieron se les mostró. No tenían otra elección, les aterraba tanto la idea de revelarse que sólo obedecían sin quejarse.El único que fue capaz de huir fue Brion.—Si sólo han venido a recordarme los defectos que posee nuestra para nada perfecta familia, entonces déjenme decirles que los tengo muy presentes, considerando que al ser la ser coronada busca continuar su gobierno del terror a través de mí —su voz sonó dura.—Cómo dijimos, vinimos por tu cumpleaños —repitió Serena—. He conseguido la lista de invitados y ninguno pertenece a los negocios que tiene nuestra familia. Tampoco hay personas de la aristocracia, ni siquiera una invitación para nosotros.—Era algo pequeño.—Son ciento veintitrés personas, Daliah —intervino Macon—. No es tan pequeño. Es una b
En su travesía por salir del salón sin llamar la atención perdieron de vista a los nuevos invitados. Peter trató de ver a hacia donde habían ido, pero era imposible de reconocerlos ya con las máscaras puestas. Clarisse no sospechaba nada, estaba más enfocada en ayudar a Soren que en otra cosa. Mientras que Owen retiraba la camioneta para que se pudieran marchar de ahí pronto, aunque no sabía muy bien porqué razón.Daliah trató de contenerlos en un solo lugar, sin embargo, cuando se dio cuenta su primo se fue por un lado y su prima se fue por el otro junto con su esposo. Así que terminó yendo tras Macon, quien tiende a llamar mucho la atención.—Por favor, nada de escándalos. Nadie sabe quién soy en realidad —prácticamente le estaba rogando por su ayuda.—Relájate, primita. Es tu cumpleaños, además, no hay ningún problema si todas estas personas descubren que eres la futura reina de un país —soltó, divertido.Daliah lo tomó del brazo y él la miró sobre el hombro.—Macon, por favor, no.
Desde la ventana de su oficina que daba a la calle pudo ver la camioneta detenerse frente a la casa de seguridad. Inmediatamente fue hacia el escritorio y recogió todos los documentos relacionados con el único objetivo que se le ordenó mantenerse alejado, Daliah de Velghary.—Buenos días, agente Fell —saludó con seriedad Soren al entrar en la oficina.—Señor Oversax. ¿Qué lo trae esta mañana por aquí? —tomó asiento, tratando de aparentar normalidad cuando en el interior de su mente estaban alertado—. Supe de lo ocurrido con esos hombres que intentaron secuestrarlo. Lamento no haber podido visitarlo en el hospital, pensé en enviarle unas flores con una tarjeta.—Macon y Serena de Velghary, y Sir Ottis están en Seattle —soltó sin ningún aviso, dejando al otro en shock—. Los vi anoche.—¿Dónde?Soren lo había pensado en el camino, no podría revelar que estaba reparando su relación con su hermana y menos ante un agente de la ley que posiblemente la quisiera muerta o tras las rejas.—Un ev
En el gran comedor simplemente se escuchaba el ruido que hacían los cubiertos al tocar el plato. Daliah tenía su atención sobre sus invitados inesperados, ni siquiera durmió en toda la noche para poder vigilarlos. Temía que la hubieran descubierto y fuese enviados para matarla cuando se descuidara por intentar abandonar la realeza.—Luces tensa, prima —habló Serena con una taza de café entre sus finas manos—. ¿Dormiste bien anoche?La chica que estaba a la cabeza de la mesa se limpió los labios con la servilleta.—Por supuesto, luego de una noche tan festiva admito que caí rendida ante el sueño. ¿Y ustedes? ¿Descansaron? Imagino que luego de viajar de Velghary a Liverpool y luego hasta Seattle, debió agotarlos por completo.—De hecho, viajamos por separado y nos reunimos en un hotel en el centro para luego venir a verte —explicó la mayor de ojos verdes—. Fue una celebración maravillosa, aunque no era del estilo familiar.Las largas pestañas oscuras de la pelinegra aletearon frente a s
—¿Hace cuánto? —Soren preguntó con los brazos cruzados sobre el pecho y una expresión seria.—Al menos deberías saludar, ¿no crees? —mencionó Dalia con molestia y la mirada fulminante de su hermano la hizo reconsiderar sus palabras—. Llegaron anoche y no tenía ni la más mínima idea de que vendrían. De hecho, estaba segura de que no los volvería a ver hasta que fuera la coronación.—¿Qué buscan en Seattle?—Dicen que vinieron para representar a la familia, pero logré convencerlos de que no hicieran ningún alboroto porque, cómo bien ya sabes, nadie me conoce realmente en este lugar y me gustaría que permanezca así —argumentó con sinceridad—. Además, Clarisse estaba ahí, si ellos se presentaban como miembros de la realeza ella terminaría haciendo las sumas necesarias para entender ese problema.—¿Hay algo más que deba saber? —inquirió sin dejar de estar molesto.Daliah rodeó los ojos con molestia y tomó asiento en el sofá frente al escritorio.—Sí, ellos quieren que ascienda al trono par
—Evitaremos que eso pase, Daliah —la chica lo miró sin comprender—. No dejaré que te casen con un psicópata para que se apoderen del reino.—¿Qué opciones hay? Tú ya no puedes reclamar el título, abdicaste. Y si yo lo hago les pasó la corona automáticamente a Zadriel y Carmina, lo cual no podemos permitir. Pero de una manera u otra ellos ganarán.Soren se quedó en silencio pensando en las palabras que su hermana le había dicho. Tenía razón, estaban contra la espada y la pared, sin movimientos, un completo jaque.A menos que…—Deben morir —pronunció de repente.—¿Qué? Eso no tiene sentido —objetó—. Si yo abdico y ellos mueren entonces Annabeth pasa a ser la reina y ella es una completa demente cómo sus padres.—Annabeth quiere algo más que el poder —mencionó el pelinegro y su hermana arqueó una ceja con duda.—¿De qué hablas?—He estado al tanto de los movimientos de cada miembro de la familia real. Sé que Annabeth está enamorada de un hombre llamado Thierry Gerard, el hermano de uno d