Sus pasos causaron eco en aquel corredor, la joven risueña y educada quedó atrás en el momento que llegó a casa. Ahora debía ser toda una Velghary para encontrar la información que requería.Entró en la habitación en las que tenían a un hombre de unos treinta dos años, tal vez, caucásico y de cabello castaño oscuro. Se encontraba bastante golpeado, tanto por la pelea que tuvo con Brion cómo también con los golpes que recibió en el interrogatorio de ayer.—Muy bien, vamos intentarlo de nuevo hoy, ¿te parece, Iván? —enunció y el hombre la miró con enojo—. Tu amigo Chester no fue nada útil, por lo que toda la responsabilidad cae en ti y esta es la última oportunidad que te daré o me veré en la necesidad de enviarte con tu amigo.—No pienso decir nada —decretó el hombre que estaba atado con cadenas al suelo.—No con esa actitud, querido —canturreó la pelinegra. Tomó un bastó de la mesa que tenía varias herramientas de tortura y esos feroces ojos se posaron en él—. Probemos tu tolerancia a
—Hoy es el cumpleaños de tu hermana —mencionó la pelinegra a la ligera sin dejar de comer su panecillo.Su novio levantó la vista de la tableta que tenía en la mano y luego volvió a lo suyo.—Ya le he enviado un obsequio de su agrado —respondió.—¿Qué le regalaste?—Un pequeño collar que sé que le encantará. Ariah es amante de las joyas preciosas.—De seguro le han de lucir hermosas porque ella es toda una princesa.Él rio para sus adentros por ese comentario.Clarisse no comprendía que Daliah, bueno, Ariah en realidad era una princesa autentica y que estaba acostumbrada a las joyas porque incluso tenía una diadema de diamantes y zafiros. De hecho, tenía muchas diademas de todos los diseños y con todas las gemas preciosas que pudiese encontrar para deslumbrar al público.No le sorprendería que en esa pequeña fiesta luciera una de sus diademas.—¿No te sientes mal por no asistir a su cumpleaños ahora que están bien? Es decir, ustedes están haciendo las paces, ¿no es así?Soren levantó
Clarisse quedó estupefacta al llegar a la mansión de Ariah, era un lugar impresionante, incluso más que la casa de Soren. No podía siquiera imaginar cuanto dinero tenía esa familia cómo para que pudiesen tener esa clase de lugares a su nombre. Tampoco podía creer que existieran, era cómo un pequeño palacio con hermosos jardines con esculturas preciosas.—¿Qué te parece? —le preguntó Soren que estaba a su lado en el auto.—Impresionante —susurró la pelinegra y luego se volteó a verlo—. ¿Qué clase de familia es la tuya? ¿Cómo es posible que tengan un castillo de casa?Soren rio por lo bajo y negó con la cabeza.—Es el resultado de un intenso trabajo familiar —maquilló las palabras que en verdad quería decir.—Siento que voy a la Casa Blanca o el palacio de Inglaterra. Hay tanta gente, Dios. ¿No se supone que era algo pequeño?—Cuando se trata de Ariah debes saber que pequeño significa unas doscientas personas —comentó, divertido—. ¿Te arrepientes de haber venido?—No, sólo estoy pensand
La velada era toda una maravilla, la comida, las bebidas, la música y principalmente la compañía eran lo que hacía de aquella noche tan especial. Clarisse nunca había estado en un evento de esa clase, más que un cumpleaños parecía una reunión de la alta sociedad. Aproximadamente unas cien personas, todos irreconocibles debido a las máscaras que los ocultaban, pero era claro que provenían de diversas partes del mudo debido a sus formas de hablar. —¿Te diviertes? —quiso saber Soren. —Por supuesto que sí. Todo es muy hermoso y tan sofisticado que hasta me siento fea. —Clarisse, tu belleza no podría igualarse a todo eso —mencionó el pelinegro—. Esto es material, se degrada en un par de años al igual que la carne, pero la belleza que posee tu alma. Esa es la belleza más importante, porque es la que te otorga esa preciosa sonrisa y esos marítimos ojos. Bajo la máscara sonrió y se ruborizó por las palabras de su novio. —¿Qué hay de Ariah? —¿Eh? Bueno, es hermosa, pero… —No me refería
La oficina se había llenado de una palpable tención familiar. Todos tenían razón en algunas partes y al mismo tiempo se equivocaban. El destino de ninguna persona estaba fijo, pero ellos tuvieron que seguir el rumbo que desde que nacieron se les mostró. No tenían otra elección, les aterraba tanto la idea de revelarse que sólo obedecían sin quejarse.El único que fue capaz de huir fue Brion.—Si sólo han venido a recordarme los defectos que posee nuestra para nada perfecta familia, entonces déjenme decirles que los tengo muy presentes, considerando que al ser la ser coronada busca continuar su gobierno del terror a través de mí —su voz sonó dura.—Cómo dijimos, vinimos por tu cumpleaños —repitió Serena—. He conseguido la lista de invitados y ninguno pertenece a los negocios que tiene nuestra familia. Tampoco hay personas de la aristocracia, ni siquiera una invitación para nosotros.—Era algo pequeño.—Son ciento veintitrés personas, Daliah —intervino Macon—. No es tan pequeño. Es una b
En su travesía por salir del salón sin llamar la atención perdieron de vista a los nuevos invitados. Peter trató de ver a hacia donde habían ido, pero era imposible de reconocerlos ya con las máscaras puestas. Clarisse no sospechaba nada, estaba más enfocada en ayudar a Soren que en otra cosa. Mientras que Owen retiraba la camioneta para que se pudieran marchar de ahí pronto, aunque no sabía muy bien porqué razón.Daliah trató de contenerlos en un solo lugar, sin embargo, cuando se dio cuenta su primo se fue por un lado y su prima se fue por el otro junto con su esposo. Así que terminó yendo tras Macon, quien tiende a llamar mucho la atención.—Por favor, nada de escándalos. Nadie sabe quién soy en realidad —prácticamente le estaba rogando por su ayuda.—Relájate, primita. Es tu cumpleaños, además, no hay ningún problema si todas estas personas descubren que eres la futura reina de un país —soltó, divertido.Daliah lo tomó del brazo y él la miró sobre el hombro.—Macon, por favor, no.
Desde la ventana de su oficina que daba a la calle pudo ver la camioneta detenerse frente a la casa de seguridad. Inmediatamente fue hacia el escritorio y recogió todos los documentos relacionados con el único objetivo que se le ordenó mantenerse alejado, Daliah de Velghary.—Buenos días, agente Fell —saludó con seriedad Soren al entrar en la oficina.—Señor Oversax. ¿Qué lo trae esta mañana por aquí? —tomó asiento, tratando de aparentar normalidad cuando en el interior de su mente estaban alertado—. Supe de lo ocurrido con esos hombres que intentaron secuestrarlo. Lamento no haber podido visitarlo en el hospital, pensé en enviarle unas flores con una tarjeta.—Macon y Serena de Velghary, y Sir Ottis están en Seattle —soltó sin ningún aviso, dejando al otro en shock—. Los vi anoche.—¿Dónde?Soren lo había pensado en el camino, no podría revelar que estaba reparando su relación con su hermana y menos ante un agente de la ley que posiblemente la quisiera muerta o tras las rejas.—Un ev
En el gran comedor simplemente se escuchaba el ruido que hacían los cubiertos al tocar el plato. Daliah tenía su atención sobre sus invitados inesperados, ni siquiera durmió en toda la noche para poder vigilarlos. Temía que la hubieran descubierto y fuese enviados para matarla cuando se descuidara por intentar abandonar la realeza.—Luces tensa, prima —habló Serena con una taza de café entre sus finas manos—. ¿Dormiste bien anoche?La chica que estaba a la cabeza de la mesa se limpió los labios con la servilleta.—Por supuesto, luego de una noche tan festiva admito que caí rendida ante el sueño. ¿Y ustedes? ¿Descansaron? Imagino que luego de viajar de Velghary a Liverpool y luego hasta Seattle, debió agotarlos por completo.—De hecho, viajamos por separado y nos reunimos en un hotel en el centro para luego venir a verte —explicó la mayor de ojos verdes—. Fue una celebración maravillosa, aunque no era del estilo familiar.Las largas pestañas oscuras de la pelinegra aletearon frente a s