La mansión de Daliah era una hermosa estructura y bastante enorme. Los terrenos estaban cercados por una pared alta y era custodiada las veinticuatro horas del día por el equipo de seguridad que la princesa Seniah contrató. Ahora mismo los dos hermanos se encontraban en la sala de reuniones que tenía la casa en una videollamada con su tía. —¿Estás segura? —preguntó Soren. —Bastante. Nadie ha visto u oído algo fuera de lo común en el palacio y ya saben cómo son ellos, ante la mínima acción anormal tiene una reacción nuclear —espetó la mujer en la pantalla gigante incrustada en la pared—. Todas mis fuentes dentro y fuera del palacio dicen lo mismo. —Entonces significa que somos los únicos que recibieron un paquete misterioso —dijo Daliah, sentada a la cabeza de la larga mesa—. ¿Por qué sólo nosotros? —Porque nos quiere sólo a nosotros —respondió Soren, quien estaba mirando a través de una ventana. La casa también tenía preciosos jardines cómo los que su madre gustaba cuidar. —Eso
Cuando la noche llegó Soren ya estaba afuera del edificio esperando junto a su auto mientras esperaba por Clarisse. Luego de la charla que tuvo con Daliah realmente se sintió mal por el hecho de no poder estar con ella en su cumpleaños.Rememoró todas esas fechas que su madre hizo especial para los dos y lo felices que fueron. Extrañaba a sus padres más que a nada en el mundo y creía que si ellos vieran en lo que se había convertido entonces estarían sumamente decepcionados.Después de todo ellos hicieron todo lo que pudieron para evitar que sus hijos se convirtieran en la misma clase de monstruos que sus parientes. Ahora los dos habían perdido todo rastro de inocencia y sus manos estaban manchadas con sangre.Eran monstruos.Eran Velghary.—¿Soren? —la voz de Clarisse lo extrajo de sus pensamientos en un instante. Él la miró un poco aturdido y ella arqueó una ceja—. ¿Estás bien? Te ves un poco pálido.—Estoy bien, no te preocupes —respondió en voz baja y vio a los otros dos detrás de
La lluvia caía con fuerza en la ciudad mientras que los truenos retumbaban por encima de esta. La tormenta había llegado en el peor momento, de hecho, parecía haber salido de la nada al igual que los sujetos a los que se enfrentaba Soren.Ya habían caído tres, pero el resto seguía arremetiendo contra el pelinegro en la lluvia torrencial. Mientras que Clarisse seguía dentro del auto viendo como su novio se enfrentaba a un montó de desconocidos que por alguna razón estaban atacándolos.Tal vez fueron enviados por aquellas personas que Soren mencionó, los que perdieron dinero en un negocio, o tal vez eran simples criminales que planeaban secuestrarlo para exigir una enorme suma de dinero.Por su mente pasaban muchas razones para que los atacaran, sin embargo, lo que importaba más que nada es que no le hicieran daño a Soren. Quería ayudar, pero el miedo no le permitía moverse y también que él le ordenó quedarse adentro.El de ojos ocre golpeó la cabeza de un asaltante contra la puerta del
Toda la noche estuvo en vela a la espera de Soren y cuando por fin lo trasladaron a una habitación ella no se separó de su lado. Estaba asustada, pensaba que si lo dejaba solo en aquel lugar por un segundo entonces alguien llegaría a hacerle daño.Aunque tuvo la fortuna de que la bala no causó algún daño grave, igual verlo dormido sobre aquella camilla y con vendas en el cuerpo le causaba una espantosa sensación.Las dos veces que se quedó dormida fue sólo por unos instantes, porque inmediatamente tenía pesadillas con lo ocurrido. Así que pasó el resto de su vigilia tomando café para no dormirse de nuevo.Liza se quedó con ella, pues los otros dos se marcharon con los guardaespaldas a hacer quién sabe qué. Jeremy y Patrice también aparecieron cuando se enteraron de lo ocurrido con su amigo.—¡Clarisse! —Lorna se lanzó sobre ella y la abrazó—. ¡Dios, me asusté tanto cuando me contaste lo que pasó! ¿Estás bien? ¿Te duele algo?—Estoy bien, tranquila. Por suerte sólo recibí algunos golpe
—¿Quién era esa? —preguntó Lorna al entrar en la habitación más que confundida.—Es la misma del centro comercial —respondió Galen.—¿De verdad? —se asomó por la puerta para darle un último vistazo antes de que desaparecieron en otro pasillo—. Vaya, es mucho más linda de cerca y si que tiene un gran gusto en la moda. ¿Vieron esos zapatos? Deben costar unos mil dólares.—Vino a ver a Soren y le dijo…—Que lo ama —Clarisse terminó la oración de Galen—. Eso no debe significar nada, ¿cierto? Él tiene una hermana, tal vez sea ella.—O tal vez…—¡No, no, no, no! —el rubio interrumpió a su amiga y la apuntó con el dedo índice—. ¡Ni se te ocurra decir eso o Clarisse terminará haciéndose ideas!—¡Tú lo viste, yo lo vi y ella lo vio! —expresó la pelirroja y apartó el dedo acusador de su amigo—. ¡No lo defiendas!—¡No lo estoy defendiendo, pero tampoco lo voy a acusar de algo que ni siquiera sabemos!—¡Ya basta los dos! —intervino Clarisse. Se sentó a un lado de su novio, lo miró por un momento
—Creo que si ahora serás mi enfermera deberías vestirte cómo tal —hablo Soren desde la cama con una sonrisa socarrona y sus ojos brillando en maldad.—¿Quieres que me vista cómo una enfermera sexy? —le siguió el juego.—Sería descortés de mi parte hacerte tal petición tan indecorosa.«Maldito idiota, hemos hecho cosas más indecorosas en esa misma cama… Bueno, en toda la habitación realmente», pensó la pelinegra al darle un vistazo al lugar.Clarisse se acercó lentamente hasta que sus labios sólo los separaba un diminuto suspiro, lo cual les causaba un cosquilleo electrizante. Las pupilas del mayor se dilataron, ansioso por algo de acción.—Lo siento, pero eso no pasará —con una mano en el pecho lo empujó contra la cama, tomándolo por sorpresa—. El doctor dijo que guardaras reposo y lo que tienes en mente no es guardar reposo precisamente, amigo.—¿Amigo? —rio por el término en el cual claramente no encajaba con él—. ¿Desde cuándo soy tu amigo?—Desde que decidí mantener la distancia c
—¡No! —se soltó de un tiró—. ¡No quiero que me muestras nada a menos que sea la verdad!—Clarisse, por favor, escúchame.—¿Me dirás quién es?—¿Interrumpo?En el corredor apareció nada más y nada menos que una de las razones de aquella pelea que estaban teniendo Soren y Clarisse. La mirada asesina del pelinegro fue directamente contra su hermana menor, pero ella actuó cómo si no le importara en lo absoluto.—¿Qué estás haciendo acá? —preguntó Soren.—Señor, lo siento. Quisimos pararla, pero… —Peter cerró la boca cuando su jefe levantó la mano.—Esto ya es ridículo… —murmuró la ojiazul.—Clarisse, espera…—¡No! ¡Ya me sé esta historia! ¡Dirás que fue un accidente, tal vez dirás que no supiste cómo pasó o lo que sería peor, que yo soy la otra! —gritó, colérica—. ¡No pienso quedarme a pasar por esto de nuevo! ¡Quédate con tu mujerzuela, tu novia o lo que sea!—¡¿Disculpa?! —habló Daliah verdaderamente ofendida—. ¡¿Cómo te atreves a hablarme de esa manera tan irrespetuosa?!—¡Ni se te ocu
Clarisse podía ver desde donde estaba a Soren con su hermana, platicaban sobre algo, pero no sabía de qué. Él insistió en ir primero para cerciorarse de que se hubiera calmado y así presentarlas de una manera adecuada. Se sentía nerviosa porque realmente le habló muy mal cuando creyó que tenía una relación amorosa con su novio. Sin duda el acontecimiento con Jax le dejó secuelas de desconfianza.Los comparó una vez más, en verdad no se parecían excepto porque ambos portaban una mirada muy parecida una mirada que decía que cargaban con muchas cosas.Liza se acercó con una leve sonrisa amigable.—¿Estás bien? —preguntó.—Sí, algo nerviosa por conocer a la hermana de Soren después de haberle dicho mujerzuela…—Pudiste decir algo peor.—Nadie me dijo quién era, ni siquiera tú —recriminó la ojiazul y Liza se sintió mal por mentirle—. Pero tampoco es que la oportunidad se presentó mientras nos gritábamos.—Sí, realmente no esperaba que ella estuviera acá. Es una gran sorpresa.—¿Algún conse