Capítulo26
Al ver la ira en sus ojos, María apartó la mirada con indiferencia.

—Nadie lo hizo, me caí por accidente.

—¿Una caída te dejó la marca de una bofetada en la cara?

María bajó al instante la mirada y dijo en voz baja:

—Este es mi asunto. ¿Podrías no meterte?

Miguel le agarró la mano con fuerza y dijo severamente:

—Eres mi esposa. ¿Crees que puedo quedarme tan tranquilo de brazos cruzados cuando alguien te golpea?

—Ya te dije que es mi asunto, y ya lo resolví. Dame la ropa, por favor.

Después de un momento de tensión, viendo que María se negaba a hablar, Miguel finalmente cedió.

—Te llevaré a casa.

—No es necesario, puedo llegar en metro en unos 15 minutos.

Al ver el rechazo y la fría distancia en sus ojos, Miguel se enfureció.

—María, no te estoy pidiendo que me perdones ahora, pero espero que no rechaces mi amabilidad. De lo contrario, no sé de qué sería capaz.

Detectando la amenaza en sus últimas palabras, María mostró un destello de burla en sus ojos.

—Miguel, ¿de esta manera es com
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