Después de llevar a Samantha hasta su casa, Gari regresó a la empresa, tenía que ver y disculparse una vez más con Priscila, pudo ver en sus ojos la tristeza, cuando Samantha lo besó. Iba caminando rumbo a su oficina cuando vio salir a Gerald de la suya; sin tener ni la más remota idea de lo que él sabía, continuó avanzando, hasta que sintió la mano firme en su pecho.—¡Eres un malnacido! —espetó y lanzó un puñetazo, estrellándolo en el mentón de Gari y haciéndolo golpearse contra la pared. Aturdido por aquel golpe, Gari logró reaccionar rápidamente cuando Gerald se abalanzó sobre él, mientras profería insultos contra su socio. —¿Te acostaste con mi mujer, hijo de puta, verdad? —lanzó otro golpe que en esta ocasión, Gari pudo esquivar. Tomándolo de la cintura, Gari se fue contra él y lo lanzó al piso, rápidamente los golpes y ruidos alertaron al resto de los empleados. Para suerte o mala suerte de ambos, tanto Simons como Aaron se encontraban reunidos en ese instante en la o
Samantha reaccionó como una desquiciada, comenzó a dar gritos y a lanzar todo al piso, sin importarle nada, incluso golpearse con alguna mesa o silla que se encontraba a su paso. Gari intentaba detenerla pero era imposible, lo golpeaba con furia, con la rabia y frustración contenida durante todos esos días, desde que supo que él tenía una amante. —¡Te odio, te odio! Eres un maldito. —Sam, cálmate por favor —dijo él, envolviéndola entre sus brazos, pero ella lo apartaba con fuerza, interponiendo sus brazos, usando su propia fuerza para liberarse. Intentaba empujarlo golpeando y agrediendo a Gari.Los gritos de Samantha alertaron a Simons y Susane, quienes al escucharlos, supieron que se trataba de su hija.—¡Es Sam, Simons! ¿Qué le está ocurriendo? —dijo la mujer y el hombre se incorporó rápidamente, se colocó el albornoz de seda y salió rumbo al dormitorio de su hija. Al intentar a abrir la puerta, estaba cerrada. Comenzó a empujar con fuerza y gritar desde allí.—Abre la mal
Gerald sigue sumido en la tristeza y el alcohol, aunque deseaba volver a su rutinaria y complicada vida, no tenía el coraje de volver a empezar de cero. No tenía a la mujer que amaba, ni tenía un buen empleo, lo había perdido todo.En ese momento, su móvil empezó a sonar insistentemente, miró la luz encendida y titilante de aquella llamada. Con la mano temblorosa, tomó el celular y miró quien podía haberse recordado de él, hasta ahora ni su propio padre se había dignado a hacerlo. —¿Gabriela? —se preguntó a sí mismo, aún con dudas, atendió.— Sí, dime.—Sr Gerald, necesito conversar con usted, y es algo un poco urgente.—¿Conversar conmigo? ¿De qué podemos conversar tú y yo? —¿Recuerda aquella conversación que tuvimos en su casa sobre su madre? Gerald se quedó pensativo y en silencio. Por supuesto que recordaba aquella conversación. Pero, ¿qué podía saber una enfermera como ella, sobre su madre?—Sí, recuerdo ¿Qué con eso? —preguntó en tono hostil.—Creo que sé donde ella es
La situación de Simons, mejora lentamente; mas entre Gari y Samantha el clima es bastante tenso y complicado, el hecho de haber dejado muy en claro sus sentimientos por Priscila frente a ella, tornan la relación entre ambos algo difícil. Mientras ella, maquinaba la manera de vengarse de la mujer que le había robado el amor de Gari, él comenzó a recordar todo lo que pasó esa noche en la mansión de los Cliffort. Realmente la actitud de Samantha había sido desconcertante para el pelirrubio, el decir que Gari intentaba hacerle daño, provocar entre Simons y él aquella confrontación que por poco terminó en un trágico final, era algo que sólo una mente retorcida y perversa como la de ella podía inventar. Estaba manipulando a sus padres, y al parecer lo había manipulado a él desde el comienzo de su relación.Cuando él conoció a Samantha, sabía que era un tanto impetuosa y en ocasiones caprichosa, mas lo que él sentía por ella, lo hacía cegarse por completo. Siempre la apoyó, siempre estuv
Durante el desayuno, esa misma mañana, Priscila se enteró por medio de Theodore se lo que estaba ocurriendo con el padre de Samantha. Aunque no especificaban mucho en la noticias, sobre lo ocurrido, se decía que había tenido un infarto. —Simons Cliffort tuvo un infarto, que casualidad, que recién me haya topado con su hija en el restaurante y hoy su padre, esté bastante mal.—¿Irás a verlo? —preguntó al notar su preocupación.—No, digamos que él y yo no somos muy buenos amigos, pero siempre es sorprendente saber que alguien a quien conoces está pasando por un momento difícil. Simons siempre ha sido uno de los empresarios más fuertes del país. Tiene no sé cuantos negocios, desde el más ostentoso hasta el más sencillo, mucho se rumora que tiene un bar nocturno donde trabajaba su yerno. —Priscila frunció el entrecejo y luego mostró asombro al escuchar aquellas palabras. ¿Se estaba refiriendo a Gari?—¿Su yerno? —se atrevió a preguntar.—Sí, Gari Gootemberg. Dicen que era uno de sus
Annette se despidió horas más tarde de su amiga.—Tu jefe es un hombre increíble, quedé maravillada con todo lo que sabe. Hacía tiempo que no conocía a alguien tan interesante como él.—Sí, realmente es un hombre muy inteligente. —Pues yo creo que es inteligente, pero también muy sexy. —golpeó con el codo a su amiga.— Deberías proponerte conquistarlo. Tiene todo lo que cualquier mujer desearía tener. —la pelicastaña sonrió y se encogió de hombros ante la sugerencia de su amiga. Ella misma sentía mucha admiración por Theodore. Pero no lo amaba. Se acercaba la hora de su encuentro con Gari y aún Priscila no tenía una excusa para salir de la mansión, la única manera que tenía para hacerlo, era mentirle a Theodore, por lo que le informó que debía ir a una cena con Gerald para conversar sobre lo del divorcio.—Iré a ver a Gerald, tenemos que hablar del divorcio. —dijo sintiendo un nudo en la garganta.—¿Quieres que te acompañe? —se ofreció él.—No, no es necesario, voy a estar bie
Como dos intensos amantes, Gari tomó de la cintura a Priscila y comenzó a besarla, ansioso, deseoso de sus labios y sus besos. La pelicastaña cedió ante sus ganas de amarlo y ser amada por Gari, nunca antes se sintió tan mujer, ni tan amada como con aquel hombre.Ambos parecieron olvidar las verdaderas razones por las que estaban allí, en aquel lugar, citados para un encuentro crucial en sus vidas. Ella dejó su bolsa sobre el sofá para poder utilizar sus manos y recorrer la perfecta anatomía de su amante.Gari besó sus labios, sus lenguas danzaban al mismo ritmo que sus cuerpos, cadenciosamente. Luego de saciarse de sus labios, él descendió por su cuello, mientras Priscila acariciaba su cabello rubio provocando mayor excitación en él. Las manos de él parecían multiplicarse y encender con sus caricias cada trozo de piel por donde se deslizaban sus suaves y firmes manos. Los gemidos de la pelicastaña crecían y se hacían más frecuentes tras cada roce de los dedos de su amante, deslizán
Justo cuando Priscila comenzaba a disfrutar de la felicidad, la noticia de que su hijo había recaído la lanza a un profundo abismo. —¿Qué dijiste? —preguntó ella aturdida con aquellas palabras.—No hay tiempo para explicaciones, mi amor. Ahora lo único importante es nuestro hijo —ella miró su pecho aún sudoroso y pudo ver claramente aquella marca. Sí, era él.Nerviosa, fue hasta la cama, tomó el vestido que yacía sobre la alfombra, comenzó a vestirse mientras Gari lo hacía también. Salieron del hotel rumbo al auto del pelirrubio. Priscila aún se sentía perturbada, pensamientos iban y venían en su cabeza. Durante el trayecto, él sujetó su mano y la miraba a ratos, mientras ella parecía perdida en sus pensamientos. —¡Todo va a estar bien, mi amor! —ella lo miró y las lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas, el miedo comenzó a apoderarse de ella. Minutos después, estaban en la mansión. Ella bajó del coche y Gari amagó a bajar detrás de ella:—Espera aquí, por favor. —se inc