Aquella respuesta negativa del médico, deja a Priscila paralizada, si Gari era su padre por qué no podía donar la médula a su hijo.—¡No puede ser, doctor! Él es su padre. —Cálmese Sra Fitzgerald. No siempre los familiares directos como los padres o parientes son compatibles, incluso puede haber casos en los que un hermano puede tener mayor compatibilidad que los propios padres. Usted misma podría ser compatible con el paciente o sus abuelos, o cualquier persona cuyos marcadores genéticos de glóbulos blancos sea compatible. —Entonces, verifique por Dios si mi médula sirve. —contestó angustiada.—Tiene que relajarse un poco para que la enfermera la lleve hasta el laboratorio. Priscila trató de respirar y calmar un poco sus emociones. Se levantó del asiento y fue con la enfermera para realizarse el estudio de compatibilidad, mientras Gari se sentaba a esperar en el consultorio—¿Es de su familia de quien heredó la patología el paciente? —preguntó capci
—¡Es compatible! —fue la respuesta del médico y Priscila brincó de alegría. Lo había conseguido, tenía el donante para su hijo y tenía otra razón más para tener que agradecerle a Theodore.— Mañana en la mañana comenzaremos con los trámites para el trasplante de médula del niño. —agregó él médico con entusiasmo.Priscila estaba tan feliz que olvidó por completo avisarle a Gari sobre la noticia. Ella fue hasta la habitación donde ahora se encontraba Gael; Theodore, aguardó en la recepción mientras llenaba un formulario para su ingreso como donante. Gari bajó del auto y le abrió la puerta a su madre. Ambos se dirigieron al área de emergencia encontrándose con la noticia de que Gael había sido cambiado a una habitación. Aquello resultó un poco incómodo para él, ya que le había pedido a Priscila tenerlo al tanto de la situación de su hijo. —Está en el área de hospitalización, segundo piso. —informó la recepcionista.—¡Gracias, señorita! El pelirrubio le cedió el paso a su madre, fu
—¿Qué haces aquí? —preguntó él.—Yo, yo —tartamudeó antes de responderle con la misma pregunta— ¿Tú, qué haces aquí? —¿Trabajas aquí? —preguntó él recordando que en un tiempo ella fue enfermera.—¡Sí! Bueno, no. —contestó visiblemente nerviosa, volver a ver a Theodore luego de tantos años sin saber de él, fue algo inesperado para ella. —Estoy aquí por el niño, seré su donante.—¿Qué? —preguntó llena de asombro. Todo era tan aturdidor como increíble, él era el abuelo de Gael y no lo sabía. —¡Sí! ¿Por qué te extraña? A ver, Priscila es mi empleada y es su hijo, necesita de mí y la estoy ayudando.—¡Vaya! Cuando yo necesité de ti, nunca estuviste. —espetó. Theodore bajó la mirada.—No sabía que estabas embarazada, no tenía idea de lo que estabas pasando. Pero cuando te busqué, nunca quisiste recibir mi apoyo.—Ya no lo necesitaba. En el momento más difícil no estabas y ahora eres el mejor de los jefes, que irónica la vida.La puerta se abrió repentinamente y Priscila entró a
Priscila miró el reloj de pared en la habitación, faltaba poco para las 7:00 de la mañana. Comenzó a angustiarse al ver que Theodore no había llegado, debía estar a primera hora de la mañana para la operación de Gael. Por otro lado, Gari no aparecía y eso la aterraba aún más. Buscó su móvil para llamarlo y notó que estaba totalmente descargado. Revisó en su bolso buscando un cargador, pero tampoco lo llevaba consigo. El día iniciaba de manera complicada.El médico llegó y fue directo a la habitación donde permanecía Gael. Debía avisarle a Theodore sobre su preparación inicial para el proceso preparatorio del niño. —¿Dónde está el donante, Sra Fitzgerald?—No lo sé, doctor —dijo visiblemente nerviosa y angustiada al ver el reloj y notar que ya eran las 7:00.—Debemos realizar la operación en el tiempo estipulado. Esta es una institución pública y eso complica un poco, sino llega en diez minutos tendré que suspender la orden y que dispongan del quirófano para otro paciente. —explic
—¡Dios! —gritó ella al sentir la brisa del auto moviendo sus cabellos.—¿Estás bien? —preguntó Gari, nervioso. Sabía de qué se trataba y reconoció la placa del auto.—¡Sí, sí, eso creo! —contestó aturdida por lo extraño de aquel evento.—Vamos, vamos a la clínica. Esto que acaba de pasar no fue casual.—¿Qué dices? ¿Quieres decir que intentaron matarme? —el semblante pálido de Priscila evidenciaba el terror que sintió al oír de labios de Gari aquella afirmación.—No creo que hayan intentado matarte, no delante de tantas personas, pero si advertirme que debo alejarme de ti.—¿Fue el padre de tu mujer? —Era uno de sus guardaespaldas. ¿Entiendes ahora lo peligroso que son? —Priscila abrió sus ojos con asombro.— Volvamos a la sala de espera. No pueden vernos juntos. —advirtió él.Priscila cruzó la calle junto a Gari, aún no podía creer que eso estuviese pasando, que alguien quisiera hacerle daño. Para ella aquello era inaudito. Una vez estando dentro del hospital, el pelirrubio l
Gerald aún no podía dejar de pensar en toda y cada unas de las mentiras que su padre le hizo creer desde niño. Siempre sufrió pensando que Melanie, su madre, lo había abandonado. Siempre dudando de las mujeres, jurándose a sí mismo que no le ocurriría lo mismo que a su padre, que ninguna mujer se burlaría de él. Ahora que sabía toda la verdad, debía sacar a su madre de aquel lugar y confrontar a su padre de una vez por todas.Cuando llegó a su casa, lo primero que intentó hacer fue contactar al médico que había firmado aquella orden de ingreso a un sanatorio mental sabiendo que su madre estaba totalmente cuerda. Comenzó a buscar en su computador información sobre aquel corrupto. Luego de minutos infructuosos y de frustración, logró dar con él. Anotó la dirección de la clínica donde por suerte aún seguía trabajando. Justo cuando se levantó para salir de la mansión, tocaron a la puerta, era su padre, quien venía a pedirle que regresara a la empresa.—¿Qué haces aquí, eh? ¿A qué has
Cuando Gerald iba rumbo al hospital, recibió la llamada de Gabriela.—¿Dónde estás? —preguntó él.—Te estoy llamando porque tu padre está aquí. Dice que va a llevarse a tu madre, Gerald y yo no puedo hacer nada. Debes venir antes de que sea demasiado tarde.—¿Qué dices? —¡Por favor, apúrate!. —dijo en tono suplicante. Gerald aceleró el auto lo más que pudo, debía llegar a donde se encontraba su madre y evitar que Aaron volviese a separarlos por segunda vez.En tanto, Aaron le exigía a la enfermera de guardia que se apresurara y le entregará a Melanie para sacarla de la institución psiquiátrica.—Sr Fitzgerald puedo entender su deseo de sacar a su esposa de aquí, pero debe cumplir con el protocolo que exige la institución.—Me vale una mierda lo que diga el protocolo, es mi esposa y pienso llevármela ahora mismo. —dijo, encaminándose hasta la habitación donde se estaba la mujer. Gabriela, quien se encontraba con Melanie en ese preciso momento, le pidió esconderse en el baño.
Gabriela se quedó boquiabierta, mientras Melanie estaba confundida y sin saber que contestar. El oficial le colocó las esposas a Gerald mientras le recitaba de memoria el código Miranda y lo sacaba del lugar.—Tiene derecho a guardar silencio. Todo lo que diga puede ser usado en su contra. Tiene derecho a llamar a un abogado… —Gerald caminaba cabizbajo ante la mirada del resto de los empleados del sanatorio y de los pacientes.—¡No, no se lleven a mi hijo! —gritó desesperada.— ¡Él es inocente! No se lo lleven por piedad, no me alejen de nuevo de mi hijo —se lanzó de rodillas al suelo apretando su vientre con fuerza. Gabriela se levantó, fue hasta donde estaba la mujer, la abrazó y ambas se refugiaron una en la otra. El cuerpo de Aaron fue retirado de la habitación mientras los detectives recogían las pruebas del homicidio, el arma aún en la mano del multimillonario, la base de la lámpara a un lado con los restos de sangre y cuero cabelludo. Luego que los oficiales salieron del s