Priscila miró el reloj de pared en la habitación, faltaba poco para las 7:00 de la mañana. Comenzó a angustiarse al ver que Theodore no había llegado, debía estar a primera hora de la mañana para la operación de Gael. Por otro lado, Gari no aparecía y eso la aterraba aún más. Buscó su móvil para llamarlo y notó que estaba totalmente descargado. Revisó en su bolso buscando un cargador, pero tampoco lo llevaba consigo. El día iniciaba de manera complicada.El médico llegó y fue directo a la habitación donde permanecía Gael. Debía avisarle a Theodore sobre su preparación inicial para el proceso preparatorio del niño. —¿Dónde está el donante, Sra Fitzgerald?—No lo sé, doctor —dijo visiblemente nerviosa y angustiada al ver el reloj y notar que ya eran las 7:00.—Debemos realizar la operación en el tiempo estipulado. Esta es una institución pública y eso complica un poco, sino llega en diez minutos tendré que suspender la orden y que dispongan del quirófano para otro paciente. —explic
—¡Dios! —gritó ella al sentir la brisa del auto moviendo sus cabellos.—¿Estás bien? —preguntó Gari, nervioso. Sabía de qué se trataba y reconoció la placa del auto.—¡Sí, sí, eso creo! —contestó aturdida por lo extraño de aquel evento.—Vamos, vamos a la clínica. Esto que acaba de pasar no fue casual.—¿Qué dices? ¿Quieres decir que intentaron matarme? —el semblante pálido de Priscila evidenciaba el terror que sintió al oír de labios de Gari aquella afirmación.—No creo que hayan intentado matarte, no delante de tantas personas, pero si advertirme que debo alejarme de ti.—¿Fue el padre de tu mujer? —Era uno de sus guardaespaldas. ¿Entiendes ahora lo peligroso que son? —Priscila abrió sus ojos con asombro.— Volvamos a la sala de espera. No pueden vernos juntos. —advirtió él.Priscila cruzó la calle junto a Gari, aún no podía creer que eso estuviese pasando, que alguien quisiera hacerle daño. Para ella aquello era inaudito. Una vez estando dentro del hospital, el pelirrubio l
Gerald aún no podía dejar de pensar en toda y cada unas de las mentiras que su padre le hizo creer desde niño. Siempre sufrió pensando que Melanie, su madre, lo había abandonado. Siempre dudando de las mujeres, jurándose a sí mismo que no le ocurriría lo mismo que a su padre, que ninguna mujer se burlaría de él. Ahora que sabía toda la verdad, debía sacar a su madre de aquel lugar y confrontar a su padre de una vez por todas.Cuando llegó a su casa, lo primero que intentó hacer fue contactar al médico que había firmado aquella orden de ingreso a un sanatorio mental sabiendo que su madre estaba totalmente cuerda. Comenzó a buscar en su computador información sobre aquel corrupto. Luego de minutos infructuosos y de frustración, logró dar con él. Anotó la dirección de la clínica donde por suerte aún seguía trabajando. Justo cuando se levantó para salir de la mansión, tocaron a la puerta, era su padre, quien venía a pedirle que regresara a la empresa.—¿Qué haces aquí, eh? ¿A qué has
Cuando Gerald iba rumbo al hospital, recibió la llamada de Gabriela.—¿Dónde estás? —preguntó él.—Te estoy llamando porque tu padre está aquí. Dice que va a llevarse a tu madre, Gerald y yo no puedo hacer nada. Debes venir antes de que sea demasiado tarde.—¿Qué dices? —¡Por favor, apúrate!. —dijo en tono suplicante. Gerald aceleró el auto lo más que pudo, debía llegar a donde se encontraba su madre y evitar que Aaron volviese a separarlos por segunda vez.En tanto, Aaron le exigía a la enfermera de guardia que se apresurara y le entregará a Melanie para sacarla de la institución psiquiátrica.—Sr Fitzgerald puedo entender su deseo de sacar a su esposa de aquí, pero debe cumplir con el protocolo que exige la institución.—Me vale una mierda lo que diga el protocolo, es mi esposa y pienso llevármela ahora mismo. —dijo, encaminándose hasta la habitación donde se estaba la mujer. Gabriela, quien se encontraba con Melanie en ese preciso momento, le pidió esconderse en el baño.
Gabriela se quedó boquiabierta, mientras Melanie estaba confundida y sin saber que contestar. El oficial le colocó las esposas a Gerald mientras le recitaba de memoria el código Miranda y lo sacaba del lugar.—Tiene derecho a guardar silencio. Todo lo que diga puede ser usado en su contra. Tiene derecho a llamar a un abogado… —Gerald caminaba cabizbajo ante la mirada del resto de los empleados del sanatorio y de los pacientes.—¡No, no se lleven a mi hijo! —gritó desesperada.— ¡Él es inocente! No se lo lleven por piedad, no me alejen de nuevo de mi hijo —se lanzó de rodillas al suelo apretando su vientre con fuerza. Gabriela se levantó, fue hasta donde estaba la mujer, la abrazó y ambas se refugiaron una en la otra. El cuerpo de Aaron fue retirado de la habitación mientras los detectives recogían las pruebas del homicidio, el arma aún en la mano del multimillonario, la base de la lámpara a un lado con los restos de sangre y cuero cabelludo. Luego que los oficiales salieron del s
Smith llegó a la empresa, la reunión de socios ya había comenzado. El nuevo CEO de la empresa era nada más y nada menos que Lilith Fleur, la mano derecha y espía de Simons Cliffort. —Por instrucciones del socio mayoritario, yo debo ocupar el cargo de CEO provisionalmente en la empresa, por lo que la ausencia tanto del Sr Fitzgerald, nuestro antiguo socio, que en paz descanse, y del mismo Sr Cliffort quien se encuentra recuperándose de su enfermedad, requiere que se realicen algunos cambios inmediatamente. —Disculpe —interrumpió Smith al entrar a la sala de juntas— No sabía de la reunión. —No se preocupe, Sr Smith. Hasta ahora no hemos entrado en profundidad en la reunión. —Smith asintió y ella continuó con su ponencia sobre el nuevo organigrama que se emplearía durante ese período. Para el abogado de la empresa, aquello era impresionante, lo que no imaginaba era lo que ocurriría segundos después de terminar la reunión. Los miembros de la junta directiva y los jefes de departamento
Gari se sentía entre la espada y la pared; no esperaba aquella jugada sucia de su suegro. Él era un hombre que siempre había trabajado para merecer aquel dinero, no era simplemente el hecho de estar casado con Samantha por lo que tenía algunos beneficios. Indignado, fue a la habitación donde se encontraban su madre y su hermano para llevarlos a la mansión, a la bendita cena que su esposa había programado. El pelirrubio entró a la suite, su hermano y su madre, aguardaban ansiosos por él.—Hijo, al fin llegas. ¿Cómo está él niño? —preguntó April, y Guy quién desconocía los últimos acontecimientos familiares, se quedó sorprendido al escuchar a su madre.—¿De qué niño hablas, mamá? —April se cubrió la boca, había cometido la imprudencia de decir algo que no debía. Gari tuvo entonces que responder ante la pregunta imprudente de su madre.—Tengo un hijo —el chico de ojos verdes, lo miró aún más asombrado.—¿Un hijo? Vaya y hasta ahora me entero que tengo un sobrino. —Gari —se excusó
Luego de la cena, todos pasaron a la sala principal para tomar un digestivo a base de licor, un buen amaretto. Simons se despidió de los nuevos huéspedes para ir a descansar, aún no se recuperaba del todo, eso y tener que soportar a la familia de su yerno era algo incómodo para el multimillonario excentrico; sólo esperaba que esta nueva idea de su hija de meter a aquella gentuza en su casa, funcionara como esperaban. Gari aprovechó que su madre y Susane estaban conversando y que su esposa y su hermano parecían bastante entretenidos, para ir hasta la habitación y llamar a Priscila. Necesitaba escuchar su voz, saber de su hijo. —Hola, mi amor. ¿Cómo estás? —preguntó en voz baja.—Bien, mi amor. Un poco agotada, pero feliz de ver que Gael está bien. Recién le di de comer un poco. ¿Vendrás mañana a buscarnos?—Claro mi amor, allí estaré a primera hora. No veo el momento de estar a tu lado, de verte, y tenerte entre mis brazos, verte enloquecer de ganas…—No sigas diciéndome esas cosa