Juego perverso...

Luego de la cena, todos pasaron a la sala principal para tomar un digestivo a base de licor, un buen amaretto. Simons se despidió de los nuevos huéspedes para ir a descansar, aún no se recuperaba del todo, eso y tener que soportar a la familia de su yerno era algo incómodo para el multimillonario excentrico; sólo esperaba que esta nueva idea de su hija de meter a aquella gentuza en su casa, funcionara como esperaban. Gari aprovechó que su madre y Susane estaban conversando y que su esposa y su hermano parecían bastante entretenidos, para ir hasta la habitación y llamar a Priscila. Necesitaba escuchar su voz, saber de su hijo.

—Hola, mi amor. ¿Cómo estás? —preguntó en voz baja.

—Bien, mi amor. Un poco agotada, pero feliz de ver que Gael está bien. Recién le di de comer un poco. ¿Vendrás mañana a buscarnos?

—Claro mi amor, allí estaré a primera hora. No veo el momento de estar a tu lado, de verte, y tenerte entre mis brazos, verte enloquecer de ganas…

—No sigas diciéndome esas cosa
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