Esa mañana comenzó bastante ajetreada para Gari. Desde que llegó a la empresa, no hizo otra cosa que revisar documentos y atender las llamadas de los socios minoritarios aterrados por el futuro de la empresa en la cual invirtieron parte de su dinero. “La muerte de Aaron Fitzgerald a manos de su propio hijo” como rezaba en los distintos titulares del noticiero, daban una pésima publicidad a la empresa. Avanzada la mañana, Gari pudo finalmente tomar un respiro y se dispuso a enviarle un mensaje de buenos días, a su amada Priscila. Justo en ese momento su asistente tocó la puerta un par de veces, antes de abrir.—Sr Gootemberg, tiene una visita. —¿De quién se trata, Alice? —preguntó, mirando su reloj, no tenía agendada ninguna cita para esa mañana. —La Sra Fitzgerald está aquí —Gari no pudo ocultar la emoción dentro de su pecho al saber que Priscila estaba allí. —¡Hágala pasar! —contestó emocionado. Priscila entró a la oficina, como siempre, impecablemente vestida, hermosa y r
Con la ayuda del abogado de Gerald, el juez aceptó el pago de una fianza bastante alta para poder salir de la comisaría y esperar el juicio en su mansión. Priscila lo recibió esa misma tarde, aunque cada uno de ellos sabía cual debía ser su puesto en aquel lugar. —¿De verdad no te molesta que me quedé aquí? —preguntó Gerald.—No, no me molesta, además es tu casa, Gerald. —No sé como agradecer lo que has hecho por mí, Priscila.—Mañana se hará la lectura del testamento, sé que me dijiste que no deseas saber sobre ello. Pero deberás estar presente.—Sí, lo sé. —suspiró tratando de liberar la angustia que le provocaba toda aquella situación. Luego de terminar de cenar, Gerald fue hasta una de las habitaciones de huéspedes para descansar un poco. Necesitaba pensar con calma en la manera de sacar a su madre del sanatorio mental. Se levantó de la cama y fue hasta el dormitorio de Priscila. Al verlo entrar, la pelicastaña no pudo evitar recordar aquel horrible encuentro entre ellos.
Finalmente llegó el momento esperado, tanto Gerald como su madre, estaban listos para la lectura del testamento de Aaron Fitzgerald. Priscila, con la ayuda de Gabriela, arregló y maquilló a la hermosa mujer, quien en algunos momentos parecía perder la noción de la realidad “o eso pensaba Priscila” cuando algo alterada terminaba inculpando a la enfermera por la muerte de su esposo. En esos instantes, la pelicastaña asumía que se debía a que Gabriela era quien cuidó de ella durante todo ese tiempo. A diferencia de Gabriela, Priscila sólo sabía lo poco que le había contado Gerald sobre el pasado de sus padres. Aunque podía imaginar que había sido algo poco agradable, no de atrevía a preguntar sobre ese tema. Ya estando todos reunidos en la biblioteca, el abogado personal de Aaron, aguardaba para dar lectura al documento. Siguiendo las pautas protocolares de privacidad y confidencialidad, además de la presencia de dos testigos, que serían Gabriela y Sandy, la empleada doméstica de con
Melanie escuchó el llanto de un pequeño y despertó angustiada, fue hasta la habitación siguiente y vio al niño llorando, lo cargó entre sus brazos para calmarlo; viendo que no podía hacer que dejara de llorar, fue hasta la habitación de su hijo Gerald, tocó varias veces a la puerta, mientras mecía sus brazos y siseaba para tranquilizar a Gael. No sabia que más hacer, por lo que decidió darle un paseó por el jardín. Eso ayudó un poco a que este dejara de llorar, aún así seguía inquieto, continuó caminando por la parte de afuera de la mansión y sin darse cuenta, se fue alejando del lugar. Cuando volteó a los lados se sintió perdida, no recordaba como volver. Mientras tanto, en la mansión, Priscila buscaba con desesperación a su hijo. Fue hasta la habitación de Gerald y luego de moverlo un par de veces logró que él despertase. —¿Qué ocurre? —despertó angustiado, sin entender lo que estaba ocurriendo. —¡Es Gael, no está, no está! —dijo con voz trémula. —Eso no puede ser, Priscila
Mientras la relación de Theodore y Annette parece ir viento en popa, la relación entre Smith y Kate es caótica. Cuando la pelirroja visitó a Gerald esa mañana, supo que realmente nunca había dejado de sentir amor por él, a pesar de que su romance inició de forma inesperada y llena de mucha intensidad, lo cierto era que aquella pasión se había convertido en un sentimiento profundo. —Supe que estuviste visitando a Gerald Fitzgerald. —espetó. —¡Sí! Fui a verlo, Smith —contestó en tono hostil.—¿Te parece irrelevante haber actuado de esa manera sin siquiera informarme que irías? ¿Cómo crees que quedo yo ante él, cuando mi mujer va a visitar al hombre que justamente estoy demandando ante la fiscalía y nada más y nada menos que por ser el supuesto asesino confeso de la muerte de su padre? —esgrimió.—¡Sé que no lo hizo! —Kate fue parca en su respuesta.—¿O eso quieres creer? —el sarcasmo en aquella frase era explícito. —A veces nos conviene creer algunas verdades que no existen —su
—No pasa nada, Gari. Sólo estaba conversando con tu hermano sobre su nuevo trabajo y saliendo me tropecé con el tapete. Gari miró incrédulo a su madre. Siempre supo que April era muy sobreprotectora con su hermano y que era un chico algo irrespetuoso con ella cuando adolescente.—Está bien, mamá. Necesito que hablemos ahora —el modo imperativo en su voz, sorprendió a April; Gari nunca le había hablado de ese modo.—¿Qué ocurre, hijo? —preguntó con preocupación. —Vamos a tu habitación y allí te explico. Cuando Gari y April fueron hasta la habitación de su madre, Guy se quedó con la curiosidad de saber por qué su hermano estaba tan enojado. Por lo que, aguardó unos segundos para esperar a que entraran a la habitación y luego ir detrás de ellos; necesitaba descubrir que era lo que se traía entre manos, Gari. —¿Qué es lo que está pasando, hijo? ¿Tiene que ver con Gael? —No, mamá. Necesito saber si Aaron Fitzgerald es mi padre.—Ante aquella inesperada pregunta, April se quedó m
Gari entró a la habitación, Samantha le sonrió al verlo, se levantó de la cama para ir a su encuentro y abrazarlo.—No por favor, no me toques —dijo, se quitó la camisa y entró directamente al baño dejando a Samantha con los brazos abiertos. Abrió la regadera y dejó que el agua cayera sobre su cabeza y su cuerpo. Mientras se enjabonaba se preguntaba a sí mismo, qué debía hacer. ¿Que haría ahora que sabía aquella terrible verdad?Decirle a Gerald, soy tu hermano, era algo que nunca pensó; eran tan absolutamente distintos que no pasaba por su cabeza aquella posibilidad. Lo cierto es que aquel argumento resultaba inválido, pues él tampoco se parecía a Guy, no emocionalmente, ni mentalmente. —¿Por qué me mentiste? —repetía entre dientes, lleno de impotencia y rabia—.¿Por qué no me dijiste esto antes, mamá?A pesar de la confrontación interna que le generaba aquella noticia, Gari se preguntaba, si hubiese sido diferente saberlo cuando Aaron estaba vivo. Cuando era un pequeño siempre q
Apenas Samantha subió hasta su habitación cuando fue sorprendida por Simons. —¡Samantha! —la mujer se detuvo en seco. —¿Qué ocurre papá? —preguntó sonreída.—¿Dónde estabas? —ella se mofó de él.—¿Qué te sucede, eh? Soy mayor de edad y desde hace mucho tiempo que no le doy explicaciones a nadie. —Simons la sujetó del brazo. —¡No voy a dejar que vuelvas a cometer una estupidez!—¿De qué estás hablando? —tiró con fuerza de su brazo para soltarse del agarre de su padre.— No soy una niña y no tienes que decirme que debo y que no debo hacer, papá. —Vi como te follaba el hermano de tu esposo. —ella sonrió sin él menor pudor.— ¿Te ríes? —No me imagino tu cara al vernos. La verdad deseaba que fuera Gari quien lo hiciera, pero bueno no vas a contárselo ¿o sí? —El tono de burla de Samantha era explícito en sus gestos y su tono de voz.—Es el hermano de Gari, es mucho menor que tú y esta es mi maldita casa. —espetó— Tienes que respetar el lugar donde viven tus padres.—¿Me hablas