Como dos intensos amantes, Gari tomó de la cintura a Priscila y comenzó a besarla, ansioso, deseoso de sus labios y sus besos. La pelicastaña cedió ante sus ganas de amarlo y ser amada por Gari, nunca antes se sintió tan mujer, ni tan amada como con aquel hombre.Ambos parecieron olvidar las verdaderas razones por las que estaban allí, en aquel lugar, citados para un encuentro crucial en sus vidas. Ella dejó su bolsa sobre el sofá para poder utilizar sus manos y recorrer la perfecta anatomía de su amante.Gari besó sus labios, sus lenguas danzaban al mismo ritmo que sus cuerpos, cadenciosamente. Luego de saciarse de sus labios, él descendió por su cuello, mientras Priscila acariciaba su cabello rubio provocando mayor excitación en él. Las manos de él parecían multiplicarse y encender con sus caricias cada trozo de piel por donde se deslizaban sus suaves y firmes manos. Los gemidos de la pelicastaña crecían y se hacían más frecuentes tras cada roce de los dedos de su amante, deslizán
Justo cuando Priscila comenzaba a disfrutar de la felicidad, la noticia de que su hijo había recaído la lanza a un profundo abismo. —¿Qué dijiste? —preguntó ella aturdida con aquellas palabras.—No hay tiempo para explicaciones, mi amor. Ahora lo único importante es nuestro hijo —ella miró su pecho aún sudoroso y pudo ver claramente aquella marca. Sí, era él.Nerviosa, fue hasta la cama, tomó el vestido que yacía sobre la alfombra, comenzó a vestirse mientras Gari lo hacía también. Salieron del hotel rumbo al auto del pelirrubio. Priscila aún se sentía perturbada, pensamientos iban y venían en su cabeza. Durante el trayecto, él sujetó su mano y la miraba a ratos, mientras ella parecía perdida en sus pensamientos. —¡Todo va a estar bien, mi amor! —ella lo miró y las lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas, el miedo comenzó a apoderarse de ella. Minutos después, estaban en la mansión. Ella bajó del coche y Gari amagó a bajar detrás de ella:—Espera aquí, por favor. —se inc
Aquella respuesta negativa del médico, deja a Priscila paralizada, si Gari era su padre por qué no podía donar la médula a su hijo.—¡No puede ser, doctor! Él es su padre. —Cálmese Sra Fitzgerald. No siempre los familiares directos como los padres o parientes son compatibles, incluso puede haber casos en los que un hermano puede tener mayor compatibilidad que los propios padres. Usted misma podría ser compatible con el paciente o sus abuelos, o cualquier persona cuyos marcadores genéticos de glóbulos blancos sea compatible. —Entonces, verifique por Dios si mi médula sirve. —contestó angustiada.—Tiene que relajarse un poco para que la enfermera la lleve hasta el laboratorio. Priscila trató de respirar y calmar un poco sus emociones. Se levantó del asiento y fue con la enfermera para realizarse el estudio de compatibilidad, mientras Gari se sentaba a esperar en el consultorio—¿Es de su familia de quien heredó la patología el paciente? —preguntó capci
—¡Es compatible! —fue la respuesta del médico y Priscila brincó de alegría. Lo había conseguido, tenía el donante para su hijo y tenía otra razón más para tener que agradecerle a Theodore.— Mañana en la mañana comenzaremos con los trámites para el trasplante de médula del niño. —agregó él médico con entusiasmo.Priscila estaba tan feliz que olvidó por completo avisarle a Gari sobre la noticia. Ella fue hasta la habitación donde ahora se encontraba Gael; Theodore, aguardó en la recepción mientras llenaba un formulario para su ingreso como donante. Gari bajó del auto y le abrió la puerta a su madre. Ambos se dirigieron al área de emergencia encontrándose con la noticia de que Gael había sido cambiado a una habitación. Aquello resultó un poco incómodo para él, ya que le había pedido a Priscila tenerlo al tanto de la situación de su hijo. —Está en el área de hospitalización, segundo piso. —informó la recepcionista.—¡Gracias, señorita! El pelirrubio le cedió el paso a su madre, fu
—¿Qué haces aquí? —preguntó él.—Yo, yo —tartamudeó antes de responderle con la misma pregunta— ¿Tú, qué haces aquí? —¿Trabajas aquí? —preguntó él recordando que en un tiempo ella fue enfermera.—¡Sí! Bueno, no. —contestó visiblemente nerviosa, volver a ver a Theodore luego de tantos años sin saber de él, fue algo inesperado para ella. —Estoy aquí por el niño, seré su donante.—¿Qué? —preguntó llena de asombro. Todo era tan aturdidor como increíble, él era el abuelo de Gael y no lo sabía. —¡Sí! ¿Por qué te extraña? A ver, Priscila es mi empleada y es su hijo, necesita de mí y la estoy ayudando.—¡Vaya! Cuando yo necesité de ti, nunca estuviste. —espetó. Theodore bajó la mirada.—No sabía que estabas embarazada, no tenía idea de lo que estabas pasando. Pero cuando te busqué, nunca quisiste recibir mi apoyo.—Ya no lo necesitaba. En el momento más difícil no estabas y ahora eres el mejor de los jefes, que irónica la vida.La puerta se abrió repentinamente y Priscila entró a
Priscila miró el reloj de pared en la habitación, faltaba poco para las 7:00 de la mañana. Comenzó a angustiarse al ver que Theodore no había llegado, debía estar a primera hora de la mañana para la operación de Gael. Por otro lado, Gari no aparecía y eso la aterraba aún más. Buscó su móvil para llamarlo y notó que estaba totalmente descargado. Revisó en su bolso buscando un cargador, pero tampoco lo llevaba consigo. El día iniciaba de manera complicada.El médico llegó y fue directo a la habitación donde permanecía Gael. Debía avisarle a Theodore sobre su preparación inicial para el proceso preparatorio del niño. —¿Dónde está el donante, Sra Fitzgerald?—No lo sé, doctor —dijo visiblemente nerviosa y angustiada al ver el reloj y notar que ya eran las 7:00.—Debemos realizar la operación en el tiempo estipulado. Esta es una institución pública y eso complica un poco, sino llega en diez minutos tendré que suspender la orden y que dispongan del quirófano para otro paciente. —explic
—¡Dios! —gritó ella al sentir la brisa del auto moviendo sus cabellos.—¿Estás bien? —preguntó Gari, nervioso. Sabía de qué se trataba y reconoció la placa del auto.—¡Sí, sí, eso creo! —contestó aturdida por lo extraño de aquel evento.—Vamos, vamos a la clínica. Esto que acaba de pasar no fue casual.—¿Qué dices? ¿Quieres decir que intentaron matarme? —el semblante pálido de Priscila evidenciaba el terror que sintió al oír de labios de Gari aquella afirmación.—No creo que hayan intentado matarte, no delante de tantas personas, pero si advertirme que debo alejarme de ti.—¿Fue el padre de tu mujer? —Era uno de sus guardaespaldas. ¿Entiendes ahora lo peligroso que son? —Priscila abrió sus ojos con asombro.— Volvamos a la sala de espera. No pueden vernos juntos. —advirtió él.Priscila cruzó la calle junto a Gari, aún no podía creer que eso estuviese pasando, que alguien quisiera hacerle daño. Para ella aquello era inaudito. Una vez estando dentro del hospital, el pelirrubio l
Gerald aún no podía dejar de pensar en toda y cada unas de las mentiras que su padre le hizo creer desde niño. Siempre sufrió pensando que Melanie, su madre, lo había abandonado. Siempre dudando de las mujeres, jurándose a sí mismo que no le ocurriría lo mismo que a su padre, que ninguna mujer se burlaría de él. Ahora que sabía toda la verdad, debía sacar a su madre de aquel lugar y confrontar a su padre de una vez por todas.Cuando llegó a su casa, lo primero que intentó hacer fue contactar al médico que había firmado aquella orden de ingreso a un sanatorio mental sabiendo que su madre estaba totalmente cuerda. Comenzó a buscar en su computador información sobre aquel corrupto. Luego de minutos infructuosos y de frustración, logró dar con él. Anotó la dirección de la clínica donde por suerte aún seguía trabajando. Justo cuando se levantó para salir de la mansión, tocaron a la puerta, era su padre, quien venía a pedirle que regresara a la empresa.—¿Qué haces aquí, eh? ¿A qué has