4: Las condiciones...

Las pesas caen al suelo de forma brusca en el momento en que Dorian las suelta. Ha terminado su entrenamiento en su propia habitación de gimnasio.

Sudado y agitado, va directamente a tomar su batido proteico, preciado desayuno.

Hoy debe ir a la casa productora porque según su cronograma, debe grabar un vídeo; pero antes de alistarse, vuelve a la página web y se encuentra con que su vídeo con la mujer embarazada ya tiene 1.2 millones de vistas. Queriendo decir que el vídeo tuvo mucha más interacción durante la madrugada.

Se han desactivado los comentarios del video porque algunos usuarios tomaron la "apuesta" como disputa.

Con otro ligero dolor de cabeza el pelinegro se da una ducha y se prepara perfectamente para el trabajo.

Minutos después, pisa el set de grabación que le asignaron, pero Michael, el director, lo intercepta.

—Viejo, te está buscando el jefe.

—¿A mí?, ¿por y para qué?

Michael no le dice nada, pero lo acompaña directamente a la oficina de la empresa, en donde dos hombres con traje esperan.

—Michael, puedes retirarte —le dice West, el dueño y CEO de la casa productora.

Michael se retira, un poco decepcionado de no saber qué ocurre.

Entonces Dorian se sienta a un lado de los hombres, confuso y expectante; pero tranquilo. Estos hombres no lo intimidan.

—¿Me van a despedir o qué? —inquiere directamente.

El asistente del CEO, Rice, ríe, un poco intimidado por el actor. Dorian es más alto y atlético que él y su jefe juntos.

—El señor West fue notificado de la interacción del público con tu vídeo…

—Qué bueno... —Dorian escucha a Rice pero ve fijamente a West—. ¿Hablará usted o su asistente?

—Je je je... —Rice se ve nervioso—. ¿Señor West...?

El CEO West luce irritado de tener que hablar con un subordinado.

—El publico quiere a esa chica. ¿Qué harás al respecto?

Dorian alza una ceja. ¿De verdad lo ha llamado el mismo CEO para esto?

—¿Por qué necesita saber eso, señor West?—pregunta con confusión, inclinándose en la mesa—. Esa chica no es actriz ni es parte esencial del concurso así que...

—Ya lo es.

—¿Cómo...? —La garganta de Dorian se seca.

—Que ya lo es, te lo ordeno. Lleva a esa chica a la cama, si no lo haces, te expulsaré del concurso.

—No puede hacer eso.

West se levanta de la silla y lo ve fijamente. Sus auras de hombres dominantes chocan.

—Sí puedo. Soy beneficiario del concurso así que puedo mover las fichas a mi antojo... —responde con autoridad, y luego camina lentamente hasta las ventanas corredizas, admirando la ciudad fuera—. Eres uno de mis mejores actores, Dorian. Creciste en esta empresa. Si no haces lo que el publico te pide, les fallaras a ellos y a mí.

Dorian no aparta la mirada del hombre mayor. Como si a él le importara decepcionarlo…

Le causa un poco de gracia ese último comentario, pero no hay razón para molestarse. West no le está pidiendo algo que él no quiera hacer.

—Lo haré. ¿Eso es todo? —pregunta levantándose.

—Oh, señor Steiner, espere, hay más... —comenta Rice—. Hay condiciones.

Dorian se gira, sin expresión.

—¿Condiciones? ¿Qué condiciones?

—Es que... En los comentarios, hubo un total de cien mil me gusta a una propuesta de uno de sus seguidores, mire. —Le muestra rápidamente en la laptop el comentario—. Todos están de acuerdo, ¿podrá hacerlo?

El pelinegro siente su corazón comenzar a fastidiar en su caja torácica cuando sus ojos leen tal barbaridad.

*Harás lo que sea por tenerla en caso de que no sea fácil.

*Se hará el video en vivo sin que ella lo sepa.

*Si nos enteramos que ella sabe sobre el concurso, te descalificaremos.

*Sube el video antes de que acabe el concurso.

¿Grabarla sin que ella lo sepa?, ¿qué porquería es esta?

Inmediatamente Dorian se enfurece.

—¡Que se vayan a la m****a! —dice alto, haciendo que West lo vea—. No voy a grabar a la mujer sin su consentimiento, no es legal.

—Vamos, Dorian... —West se ríe—. ¿Acaso te importa? Sabemos que no... Solo cumple con las condiciones. Tienes hasta el final del concurso para subir el jodido video. Éxitos...

Rice muy apenado invita a Dorian a salir de la oficina, por lo que este al estar fuera, da un puñetazo a la puerta, sintiéndose ardido.

¡Él no va a grabar sin el consentimiento de nadie!

Por todos los cielos. ¿Cómo puede hacerle eso a alguien cuando él fue víctima de ello?

Puede que alguien tenga aún su video eyaculando en menos de un minuto junto a su ex novia.

Todavía recuerda los comentarios en las redes, de su familia, de sus amigos.

Él no puede hacerle eso a nadie. Es un idiota, lo admite, pero la idea de recrear esa escena con una mujer inocente lo perturba. Va en contra de sus principios.

—¡Dorian, espera! —Kris intenta detenerlo, pero el hombre solo sale de la empresa, con la esperanza de encontrar aire puro.

Sus pulmones se llenan de aire, su respiración se regulariza, y miles de pensamientos lo agobian.

Entre la espada y la pared. Entre romper la dignidad de una mujer, y ganar un premio que le dará la oportunidad de retirarse.

Entonces piensa en lo cansado que está de fingir química y que disfruta del sexo. Está cansado de los gemidos, de los temblores, de los gritos, de los golpes, del éxtasis. De las mujeres viéndolo como un simple objeto sexual.

Él ama sentir este poder, lo sabe, lo disfruta, pero solo en el momento porque al final del jodido día…

Al final del día solo quiere no pensar en follar.

Está cansado de este maldito mundo y no hay nada que desee más que poder irse.

Con ese último pensamiento, alza la mano para detener un taxi.

—¡Dorian!

—Kris, vuelve al trabajo. Dile a Michael que mañana grabaré tres videos si eso quiere. Hoy me tomo el día libre.

Kris, quien sabe de todos los comentarios y la posible presión de West, está preocupado. Él conoce a Dorian, y sabe que detrás de ese rostro tan frío y profesional, hay un corazón débil por su pasado.

—¿A dónde vas? —le pregunta.

Antes de subirse al taxi, Dorian le responde:

—Voy a follarme a la rubia.

 

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