—¡Señorita Harrison! James… Estaba tranquilo, jugando… De repente le dio fiebre. Y no sé qué hacer porque él… Su condición. ¿Q-Qué debo hacer?

Dorian escucha la voz angustiada del otro lado y toma el teléfono cuando Leslie no reacciona.

—Ya vamos para allá, Valen. Gracias —dice y corta la llamada, para luego tomar el rostro de su mujer—. Mi amor, bebé, pequeña, mírame… —Ella lo ve, con los ojos húmedos—. Es solo fiebre… —Intenta sonreír para calmarla y ella logra respirar profundo.

Rápido comienzan a poner su ropa mientras regresan a la carretera, pero en lo único que Leslie puede pensar es que hace demasiado tiempo no le daba fiebre. Su compañero de vida, el hombre que ahora maneja el auto, le da una mirada tranquila, besa su mano y entonces ella se tranquiliza. Ambos ruegan para que la fiebre no sea por algo realmente malo.

Para cuando llegan al apartamento, el señor Cobak, la madre de Valen y la misma chica están atendiendo al niño que ha comenzado a llorar por sus padres.

Leslie s