Una joven mujer, rubia natural, de aspecto agotado, inclina su cuerpo para vomitar en un contenedor de basura.
Cuando recupera la compostura, siente su estómago revolverse mientras su cuerpo comienza a tener un ligero temblor. —Vas a estar bien, Leslie —se convence a sí misma, respirando hondo. Acomoda la cartera en su hombro, y saca una hoja de vida para dejarla debajo de la puerta de un local cercano, con la esperanza de que alguien le dé la oportunidad de trabajar. Hace una semana, era camarera en una cantina, pero tuvo que abandonar ese empleo cuando un hombre mayor la acosó y su jefe intentó convencerla de acostarse con el cliente. —¡No soy una prostituta! —exclamó hacia su jefe, teniendo como respuesta que este le diera una bofetada y la echara. Desde ese día ha estado dejando su hoja de vida en todos los comercios de la ciudad, ofreciéndose como obrera para cualquier puesto. Pero nadie la ha llamado, y ya no le queda ni un solo centavo en su monedero ni cuenta bancaria. Es su fin. Si un milagro no ocurre hoy salvando su economía, no sólo ella se verá afectada. Leslie pasa toda la tarde dejando la hoja de vida, y regresa caminando, agotada, hasta su departamento, el cual comparte con su mejor amiga, Lila. Lila Broomfield y ella son mejores amigas desde siempre. Ambas fueron abandonas por sus progenitores en un orfanato desde bebés; así que crecieron juntas, compartiendo todo lo que las chicas mayores del orfanato les daban, e incluso algunos beneficios del gobierno, como juguetes y útiles escolares. Ambas abandonaron el orfanato en cuanto cumplieron dieciséis años, trabajando juntas, luchando juntas, llorando juntas y disfrutando de los pocos momentos felices de sus vidas "miserables". La vida no es fácil para dos chicas que solo sacaron la secundaria, y sin ningún otro apoyo familiar. Pero con esfuerzo y lágrimas lograron alquilar un departamento juntas en los suburbios de la ciudad. El departamento era tan pequeño, con dos habitaciones, un baño, sala y cocina al mismo tiempo. Le hacía falta pintura, y en las noches de lluvia ambas se la pasaban mal con alergias. Sin embargo, para Leslie era un comienzo, un refugio lejos del caos. Cada grieta en las paredes le recordaba que debía esforzarse por un mejor futuro. Todo estaba marchando bastante bien en sus vidas, hasta que la vida de Lila dio un vuelco hace cuatro meses, y desde entonces, Leslie se hace responsable de ella. Mientras sube las escaleras exhausta, mareada y con más ganas de vomitar, siente que su corazón se rompe en mil pedazos una vez más. ¿Cómo puede llegar con las manos vacías?, ¿quiénes son sus padres y qué hicieron ellos para que ella pagara el karma más horrible de todos? La llave se desliza en la cerradura, y apenas entra, Leslie sabe que algo no anda bien. Hay dos bolsos grandes negros en el pequeño mesón de la cocina. La ropa de Lila está desaliñada en el sofá, así que los latidos de su corazón aumentan, buscando a su mejor amiga, pensando que algo horrible le ha pasado. Sin embargo, un leve sonido, detiene sus pasos y la deja desconcertada, justo en la puerta de la habitación de Lila. —¡S-Sí, sí! Mmmmm... La rubia abre los ojos bien sin entender qué ocurre, pero eso no suenan como sonidos de dolor. Entonces, abre la puerta lentamente, intentando averiguar qué diablos ocurre. Y allí la ve... A su mejor amiga, Lila, con las piernas envueltas en el cuello de un hombre que la embiste sin piedad mientras la barriga de embarazo de esta, rebota. ¡Santo Dios...! Hay focos, dos hombres con cámaras en mano grabando el momento, una laptop en la mesa de noche, y un hombre de cabello oscuro sacando sonidos descomunales de la garganta de su amiga gracias a las fuertes embestidas. El hombre de músculos de Superman, sudoroso y gestos de goce en la cara, alza la mirada encontrándose con los ojos de Leslie. —¡Ah! —jadea la rubia, tapándose la boca, con el corazón la garganta. Las cámaras la apuntan, mostrando su sorpresa al público y cientos de comentarios llenan la casilla del video en vivo. Leslie cierra la puerta de un portazo y corre, tropezándose con los pequeños muebles y los zapatos de su amiga en el camino. Baja las escaleras, agitada, con la mente enviándole la imagen del hombre sudoroso, con el cabello pegado a la frente, con la boca semi abierta, jadeando sensualmente... —¡Ya, para! —se regaña a sí misma por pensar en eso. El recuerdo de su amiga embarazada siendo tomada de esa forma es lo que termina causándole desagrado, el suficiente para sacar esa escena de su cabeza. Pero no puede ignorar las sensaciones en su cuerpo. Lo caliente que se sienten sus mejillas, la aceleración de su pecho, sus picos duros pidiendo ser tocados por encima de su blusa desgastada. Y esa extraña sensación viscosa rozando sus labios menores... Respira profundo, intentando calmarse porque ya su condición de salud está comenzando a peligrar, y no quiere empeorarla. Como paciente insulinodependiente, requiere tener una buena alimentación, y una dosis inyectable de insulina diaria... Dos cosas que tal parece que no tendrá hoy. ¿En qué estaba pensando Lila?, ¿grabarse teniendo sexo?, ¿cómo llegó a eso? ¿Cómo es que los llevó al departamento? ¡Su departamento! ¿Con qué fin? Además, ¿en dónde conoció a ese hombre tan... atractivo? Sabe que Lila tiene gustos exquisitos pero hay una diferencia kilométrica enorme desde su último novio patán, a este hombre que parece hermano gemelo de Superman. Logra finalmente calmarse. Toma asiento en la acera fuera del edificio, con la esperanza de que salgan rápido de allí. Pero pasan los minutos y Leslie ve en su reloj barato que ha pasado ya media hora. ¿Cuánto se supone que debe durar un hombre para eyacular?, ¿que no terminan y se van? Así son todos los hombres... Bueno, al menos todos los novios de su amiga Lila han sido así. Leslie no puede hablar por experiencia propia porque no ha tenido experiencia en lo absoluto. Todo lo que sabe de sexo es porque su amiga le ha comentado y la ha tenido que escuchar en estos últimos cuatro años viviendo juntas. —¿Te encuentras bien, cariño? La voz a su lado la hace levantar de inmediato mientras cruza los brazos, escondiendo sus manos temblorosas. Es un hombre de cabello castaño, alto, de ojos verdes, con un rostro encantador. —S-Sí... Ese hombre estaba en la habitación con una cámara en mano también. Justo cuando el hombre va a hablar, otra voz, gruesa y fría, se escucha detrás. —Kris, vámonos... Leslie ve fijamente al hombre de cabello oscuro, esta vez vestido con una franela de mangas cortas y vaqueros. Su respiración se tranca cuando el hombre también la observa, con el rostro lleno de dureza, como si estuviera molesto con ella por haberlo interrumpido antes. —Bien. Anda con tu amiga. Se puso a llorar de repente y está preguntando por ti —le dice Kris. Leslie ve cómo los hombres suben a una camioneta con todo el equipo, y corre en busca de su amiga. ¿Llorando?, ¿por qué?, ¿le han hecho algo malo?, ¿hizo esa grabación cuando lo quería o la obligaron?, ¡¿qué demonios ocurre?! Una débil Leslie llega al departamento, encontrándose con Lila, desnuda, sudada, acurrucada en el sofá, llorando a moco suelto. —¡Lila! —Oh... Leslie... La rubia abraza a la morena, y su corazón se rompe de nuevo por el estado de su amiga. —¿Qué pasó aquí, Li? —cuestiona Leslie con cariño, acariciando el cabello negro de su amiga suavemente. Luego toma la ropa y la ayuda a vestir, sin preguntar nada más. Entonces Lila saca debajo de la almohada una faja de dólares, de billetes de cien. —¡Me acosté con él por dinero, Leslie! ¡Soy una cualquiera! —Dios, Lila... No... La rubia no puede más que sentirse culpable y desdichada. Si ella hubiera aceptado dormir con ese hombre en la cantina... ¡No! Ninguna persona debería verse obligada a hacer algo que no quiere por dinero. No es justo para nadie. Así que abraza a su amiga, ambas lloran, pensando en las injusticias de la vida y en qué pasaría si no se tuviesen la una a la otra. —Lo siento... Salí al centro comercial porque este bebé estaba pidiendo comida —habla Lila, cabizbaja—. Me encontré con ese sujeto, y me ofreció dinero por grabarnos teniendo sexo. Yo le dije que no, Les, pero ayer no inyectaste tu insulina, nos quedamos sin comida... Tuve que hacerlo... La confesión hace que Leslie se sienta aún peor, por lo que toma la cara de su amiga con ambas manos, llorando. —Nunca más tendrás que hacer algo como eso, Lila. Nunca más. ¿Entiendes? No sé cómo haré, pero los problemas económicos se solucionaran. Te lo prometo. La morena asiente, volviendo a llorar. Se tumba de espaldas hacia su amiga, casi hermanas, mientras lloran en silencio. Minutos después, Leslie toca el vientre de su amiga y siente pequeñas patadas, por lo que sonríe. —Tía Leslie está aquí, bebé... No te faltará nada... —promete, causando que Lila tome su mano y la apriete. Ambas suspiran, calmándose. Hasta que Lila comienza a reír de repente, con gusto. —Lo siento —se disculpa, llorando ahora por la risa. Leslie la ve, confundida. —¿Qué ocurre...? —Una sonrisa se dibuja en sus labios cuando la morena ríe más fuerte. —¡Fue la mejor revolcada de mi vida! ¡Ese hombre es magnífico! ¡Soy una cualquiera satisfecha! La rubia se sorprende, pero finalmente ríe junto a su amiga, compartiendo hasta la fortuna de la desgracia. —¿Qué haré contigo, eh? —dice Leslie, limpiando las lágrimas de risa. La morena se alza de hombros con un rostro más animado. —¡Ve a comprar mis vitaminas, comida, y tu insulina! —Le da quinientos dólares. Leslie se siente mal al recibir el dinero, pero lo acepta sabiendo que no hay otra opción. Entonces deja a su amiga para ir a comprar las cosas. Su condición física sigue pesando, pero saber que tiene el dinero en mano para solucionar un poco el problema, la alivia. Camina hasta llegar a una tienda cercana, pero se siente rara, pensando que alguien la observa. Pero pronto saca ese pensamiento porque usualmente los hombres del barrio la acosan a ella y a Lila, pero no son peligrosos como para intentar hacerles daño. Leslie logra comprar las cosas. Comida, las vitaminas para el embarazo de Lila, y el frasco de insulina que le da al menos unos quince días con dosis aseguradas. Las bolsas pesan, y ella está débil, pero respira profundamente, pensando en que la vida da tantos giros, y tantos altibajos, que no sabe si podrá resistirlo todo. —¿Necesitas ayuda con eso, cariño? —dice un hombre caminando hacia ella, de cabello oscuro, y manos dentro de sus bolsillos. El hombre la observa con una mezcla de curiosidad y deseo, y Leslie siente un nudo en el estómago, preguntándose inmediatamente si acaso lo ha visto antes…Dorian suelta un exhalo profundo tras acabar la grabación en vivo de su amigo Kris.En vista de que todos los actores de alto rango en la casa productora están concursando, se han armado parejas con un solo camarógrafo profesional para llevar a cabo los retos semanales. Y ya que una sola cámara no basta, se deben ayudar unos con otros.Es una suerte que el día después de que se dictaron los primeros retos, él y Kris hayan logrado grabar.Es una ventaja porque las visualizaciones y comentarios también cuentan para considerar un reto como completo. Y tienen una semana para llegar a dos millones de vistas y al menos un 40% de comentarios. Así que mientras más rápido cumplan el reto en vivo y posteen el video, más oportunidades tienen para subir en el ranking.Son las reglas del juego y Dorian se siente tranquilo. Sabe que no hará trampa ni mucho menos tirará la toalla.Fue fácil su primer reto. Él estaba almorzando con Kris en un restaurante de la ciudad, luego bajaron hacia un centro c
Las pesas caen al suelo de forma brusca en el momento en que Dorian las suelta. Ha terminado su entrenamiento en su propia habitación de gimnasio.Sudado y agitado, va directamente a tomar su batido proteico, preciado desayuno.Hoy debe ir a la casa productora porque según su cronograma, debe grabar un vídeo; pero antes de alistarse, vuelve a la página web y se encuentra con que su vídeo con la mujer embarazada ya tiene 1.2 millones de vistas. Queriendo decir que el vídeo tuvo mucha más interacción durante la madrugada.Se han desactivado los comentarios del video porque algunos usuarios tomaron la "apuesta" como disputa.Con otro ligero dolor de cabeza el pelinegro se da una ducha y se prepara perfectamente para el trabajo.Minutos después, pisa el set de grabación que le asignaron, pero Michael, el director, lo intercepta.—Viejo, te está buscando el jefe.—¿A mí?, ¿por y para qué?Michael no le dice nada, pero lo acompaña directamente a la oficina de la empresa, en donde dos hombre
Leslie despierta alrededor de las ocho de la mañana. Después de haber tenido una grandiosa cena y su dosis de insulina, se siente con un ánimo increíble. Aunque por dentro realmente le afecta lo que su amiga ha hecho ayer para salvarlas. Recuerda la presencia en su camino de aquel hombre, y los nervios la atacan, pero rápidamente se prepara para empezar el día tratando de no pensar demasiado en ello. Debe seguir buscando un empleo. Sabe que la fortuna que tienen no durará mucho. Después de todo, dinero mal ganado se desvanece fácilmente. Se da una ducha, luego verifica que Lila esté dormida. Y minutos después prepara un desayuno nutritivo para ambas, más algunas frutas con el vaso de proteínas para su amiga. Está desayunando cuando su mirada se enfoca en el papel pegado a la nevera. Mañana es la consulta de Lila con el gine-costetra. Es una suerte que tengan dinero para trasladarse porque queda un poco lejos de los suburbios. Acaba su desayuno, y decide caminar para seguir repar
Dorian siente la fuerte bofetada en su mejilla y hace una mueca de dolor. Una mueca que Leslie piensa que es sexy. ¿¡Pero qué demonios!?¿Cómo puede pedirle algo así? ¿En qué estaba pensando cuando dejó que él se acercara? ¡Es un degenerado que se aprovecha de las mujeres indefensas para su beneficio! ¡Para prueba está la pobre Lila! Debe admitir que se ha sentido en las nubes con este caluroso encuentro. ¡Pero no sabe su nombre! ¡Y él no sabe el de ella! ¡Es un idiota si cree que la convencerá de hacer un video con ella también! Porque solo puede encontrar esta respuesta a su acercamiento repentino. —¿También vas a ofrecerme dinero para acostarme contigo? —inquiere enfurecida. —¡Si quieres eso está bien! —responde Dorian contrariado por todo lo que pasa. Leslie está a punto de darle otra cachetada cuando él toma su mano, y la gira, atrapándola junto a su cuerpo mientras camina con ella. Ambos jadean sintiendo la corriente friccionar por sus cuerpos tan cerca. Y el momento se
—¿Tú compraste todo esto, Les? —le pregunta su amiga, emocionada mientras saca un conjunto para recién nacido color verde, hermoso. Sintiendo que cada vez más su corazón se oprime con las rosas, chocolates y tarjeta en mano, Leslie toma una decisión. No le dirá a Lila que Dorian la ha buscado hoy, que se besaron, que se siente confundida por todo esto, porque... Sabe que debe alejarse del hombre que se aprovechó de su mejor amiga. Pero al mismo tiempo, sabe que hay algo que la impulsa, que la llama a seguir cual sea el juego que Dorian quiere jugar. Aunque ella ya sabe que Dorian solo quiere llevársela a la cama. Él mismo se lo ha dicho. Pero… ¿Qué tan lejos está dispuesto a llegar para conseguir que ella acepte? Pensando en eso, Leslie también duda de que, en lugar de disculparse por haber sido un idiota, Dorian haya enviado esta caja para el bebé de Lila, las rosas y todo lo demás, solo para intentar comprarla. Leslie piensa que tal vez Dorian cree que si pudo comprar a Lila, ta
El pelinegro siente cómo el apretado coño de la actriz lo recibe con dificultad, y escucha el gemido que sale de su garganta.Él sabe que la mujer no está actuando, realmente está disfrutando lo que él hace: tomando sus caderas, embistiéndola mientras la mujer se sostiene de la máquina de hacer ejercicios, con las piernas abiertas.Dorian entra y sale de ella con estocadas tan profundas que el cuerpo de la castaña se pone rojo y comienza a llorar del placer. Y el camarógrafo se enfoca en eso unos segundos.—¿Quieres más, eh? ¡Eres una perra! —murmura sobre sus labios, y sabiendo que para esta grabación debe ser especialmente apasionado, toma sus labios, chocando sus lenguas y apretándola hacia él con fuerza, mientras la despega de la máquina y baja de su cuerpo.Le da media vuelta, palmea su nalga, y piensa en lo fácil que es follarsela porque es pequeña y delgada.Entonces toma su cuerpo, pegando la espalda de la excitada mujer con su pecho, embistiéndola desde atrás. Gemidos llena
Los vellos de Leslie se erizan cuando el hombre la toma del brazo sin hacerle daño y la hace a un lado. Cierra la puerta tras él, toma una caja de pizza para comer, y se sienta en el pequeño sofá que rápidamente se hunde.Las amigas quedan en shock por su actitud, pero es Lila, quien ardida y humillada, se acerca para gritarle.—¡¿Qué estás haciendo?! ¡Sal de mi hogar! ¡Sal de mi vida! ¿Qué pretendes hacer? ¿Quieres volver a follarme? ¡Pues te equivocas! ¡Ese video me ha humillado! ¡Los hombres me ven como una puta! ¡Y todo es por tu culpa! ¡Así que largo!—No te obligué —responde Dorian fríamente, sin entender la agresividad de la morena—. Te planteé la idea y aceptaste. Te pagué por ello.El pelinegro le da una mirada de reojo a la rubia, y ella parece tan molesta como la embarazada, así que se da cuenta que ha utilizado las palabras incorrectas.Lila se sale de control, tomando la caja de pizza y golpeándolo con ella.—¡Maldito! —le grita, y se va a un lado, rápidamente regresando
Para cuando Leslie y Lila salen de la habitación del hospital, no vislumbran a Dorian, y esto es un alivio para ambas. La doctora le dijo a la morena que debe cuidar sus emociones, pues su presión se elevó, y eso puede ser peligroso para su bebé. Así que le recomendó estar sin mortificaciones. Lila ríe aún a sus adentros por la petición de la doctora. ¿Cómo le dice que nada de esto será posible porque un video porno de ella se está rodando como pan caliente entre los hombres? Y además, si no encuentra algo que hacer o Leslie no consigue empleo, las cosas empeoraran. Sin embargo, mantiene la calma, por el bien de su bebé. En tanto, Leslie está perdida en sus pensamientos. Sabiendo que lo que Dorian le ha hecho sentir, jamás lo ha sentido con nadie; sabiendo, que su cuerpo está actuando como si quisiera que él cumpliera con cada cosa que susurró en su oído... Pero no puede, se convence. Ella piensa que Dorian solo quiere grabarla al igual que lo hizo con Lila, y le aterra la idea de