Capítulo XLIX

Dayana Berlusconi

—Donovan era un niño muy travieso, no puedo olvidar el día que uno de mis becerros lo persiguió por toda la finca mientras gritaba que se lo quería comer, socorro, —no puede evitar carcajearme mientras que mi esposo sonríe ante la historia de sus momentos de niñez—. Lo peor de todo fue ver la cara de terror de Henry, no podía creer lo que veía y salió corriendo a socorrer al chico, —esto último lo dice algo melancólico.

            —Fueron muy buenos momentos, —anuncia Donovan dejando salir un suspiro.

            —¿Cuéntenme de ustedes? Porque odio leer las revistas de chisme.

            —Estamos de luna de miel en mi ca

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