Pablo aprendió a sus escasos tres años que la vida era una perra maldita que una vez te mordía, no te soltaba hasta que estabas en el suelo. No sabía quiénes eran sus padres, desde que tenía uso de razón vivió entre orfanatos y hogares temporales, con gente que iba de mal a peor a medida que crecía. Pero en mitad de ese infierno, la vida también le regaló un par de milagros. El primero fue Roberto, Beto, para ellos, era apenas un niño de cinco años cuando lo conoció, grande para su edad, con las mejillas regordetas y la mirada llena de enojo. Pablo tenía casi siete entonces y era todo lo contrario, casi esquelético, pequeño, con lentes, cabello ondulado y pecas en las mejillas.Pablo acostumbraba a leer en voz alta, le resultaba más efectivo hacerlo de esa manera para entender lo que decían los libros, los otros niños lo molestaban por eso. Hasta que un buen día Beto se enfrentó a ellos y terminaron los dos siendo castigados por iniciar una pelea. A partir de ese día, Beto se sentaba
Lucian cambió el peso de un pie al otro, su mirada esmeralda fija en el monitor que les mostraba la imagen captada por las cámaras de seguridad que había en la casa vecina a la que sus padres usaban cada vez que debían asistir a una reunión con el consejo. La casa del rey, técnicamente. Sin embargo, ni a su padre, ni a él les gustaba la ostentosa propiedad, por lo que se convirtió en el lugar que visitaban solo cuando era necesario.—¿Tenemos confirmación visual del Víctor? —Cuestionó al hacker que le había ayudado a entrar al sistema.—Aún no. —El hombre tecleo alguna especie de código y le señalo otro de los monitores de los cinco que tenía sobre la mesa. —Pero recuperé parte de la memoria y encontré esto.Lucian se quedó mortalmente quieto al enfrentarse con la imagen. En la pantalla aparecía Emma, estaba inconsciente mientras un hombre la llevaba dentro de la casa, tenía las manos atadas en la espalda y restos de sangre en la nuca. El corazón se le apretó dentro del pecho al saber
De vuelta en la casa que ocupaban él y su equipo, Lucian conectó la usb a su computadora portátil y esperó a que la información que contenía apareciera en la pantalla. Había solo una carpeta con su nombre, en su interior, un documento y dos videos. El rey presionó doble clic sobre el primer video y este no tardó en comenzar a reproducirse.La imagen fue tomada en la mansión de sus abuelos por una de las cámaras de seguridad, en esta se podía ver a sus padres hablando en un susurro, muy cerca el uno del otro. El audio no era muy bueno, sin embargo, pudo entender claramente que su madre decía, “nadie debe saber que él no es tu hijo”. Pero eso no probaba nada, podían estarse refiriendo a Víctor.El segundo video se reprodujo de forma automática y en la pantalla apareció su padre. Estaba atado a una silla, había sido torturado. El estomago de Lucian se revolvió al verlo en ese estado.—¿Por qué lo nombraste tu heredero? Ni siquiera es tu hijo. —Víctor estaba ahí también, de pie frente a s
Patrick Belle nació en época de guerra, quizás a eso se debía su carencia de empatía o humanidad. Como segundo hijo de sus padres, creció con cierta cantidad de libertad que le permitió llevar una vida casi normal. Nunca se interesó por los negocios de su padre, ni mucho menos por su falsa persecución de la justicia.Lo único que su padre y él compartían, era su gusto por las mujeres jóvenes, entre más jóvenes, mejor. Esa afinidad entre ellos la descubrió cuando tenía veintiséis años y su padre Jacques lo invito al club de uno de sus asociados. El hombre tenía preparado para él una amplia variedad de jovencitas, si eran puras su padre pagaba más por ellas. Esa misma noche conoció a los enemigos de los que tanto hablaba el viejo. La noche iba bien, todo era diversión hasta que un grupo de mercenarios entró por la puerta buscando a su padre.Los dos lograron escapar, pero el club fue destruido hasta los cimientos. Lo cual no era un problema pues como ese lugar, su padre y su organizació
Norte de Italia, Otoño 2015. Lucian pasó de largo los muelles y tomó la calle principal con rumbo a la plaza mayor, rodeó un par de viejos edificios de piedra y recorrió el estrecho callejón cuidándose de no ser visto por nadie. Se atajó bajo las sombras que producía la oscura noche, apoyó la espalda contra la pared lateral del Palacio San Giorgio y encendió un cigarrillo iluminando apenas su rostro con la flama del mechero. Había estado siguiendo el rastro de dos miembros de la “Società dei giusti” a los que conoció por casualidad tres días antes en un bar de mala muerte en Venecia. Ahora estaban en Génova y Lucian sentía en los huesos que ahí era donde se encontraba su principal base de operaciones. “Le cortas una mano a la bestia y te sigue persiguiendo, le cortas la cabeza y muere para siempre”. Eran las palabras de su padre siempre que salían juntos a cazar “justicieros” como él los llamaba. Su progenitor no tuvo tanta suerte; murió antes de lograr su cometido, pero él iba a te
Venecia Italia, principios de 2020. Emma terminó de guardar los utensilios de aseo personal en su mochila y se dejó caer en la butaca frente a las puertas dobles del balcón de la habitación. Pasaba del medio día, el sol brillaba en el cielo y la temperatura era bastante cálida, ella y sus amigos acababan de desayunar en medio de planes y más planes para el regreso a casa. Tres semanas atrás, se había dejado convencer de que un viaje por toda Europa con nada más que una mochila al hombro era una idea estupenda. Y al principio lo fue, pero ahora se habían quedado sin dinero, sin comida, sin un lugar para dormir y sin ropa limpia en sus maletas. Dos semanas antes cuando Beto, Lily, Anne, Roger, Pablo y ella abordaron un avión a Londres, no le parecía tan mal tener apenas lo suficiente en su cuenta bancaria como para comprar un boleto de vuelta a casa. Habían planeado dormir en Hostales económicos y sobrevivir a base de sándwiches y ramen instantáneo, incluso iban preparados para dormir
A pesar de estar sumido en la inconsciencia, Lucian sabía que algo importante estaba por suceder. ¿Cuánto tiempo había pasado?, ¿meses?, ¿años?, ¿semanas? Era imposible saberlo, su prisión bajo tierra estaba completamente sellada, no había modo de saber si era de día o de noche, si el tiempo pasaba o se había quedado estático en el momento que fue capturado. La temperatura ahí siempre era la misma, igual que el hedor, la oscuridad y el maldito silencio. Odiaba eso, el silencio le recordaba que estaba solo. Que nadie iría por él. Su cerebro comenzó su asenso desde el limbo en el que se encontraba con pequeños pasos que le devolvieron la sensación de frio en toda la piel. Había logrado sobrevivir manteniendo su cuerpo en la inconsciencia absoluta, era capaz de bajar su ritmo cardiaco hasta que no era más que un suave susurro dentro de su pecho, ralentizaba su respiración y mantenía la mente en blanco. Solo se movía cuando una nueva presa se encontraba al alcance de su mano. Muchas vec
ENCUENTROAl día siguiente los seis amigos se presentaron poco antes de las siete, como era de esperar, Gregory ya estaba ahí. Mientras desayunaban les explico que su trabajo consistía en atender las mesas de los invitados internacionales durante el congreso anual de filosofía y artes literarias que se iba a llevar a cabo en los jardines y el salón principal de la Villa Imperiale.Básicamente, los contrataron porque los seis hablaban inglés, español, italiano, y en caso de Anne alemán y ruso también, eso facilitaba que atendieran a los invitados europeos sin ningún problema.Una vez que desayunaron y Gregory les dio tiempo a ponerse el uniforme de trabajo, fue momento del recorrido turístico. La Villa, acondicionada varios años atrás como biblioteca era tal como la habían imaginado. Amplia, elegante, pulcra, de altos techos abovedados y enormes ventanales con hermosos vitrales. Simple y sencillamente; impresionante. No importaba cuanto admiraras los detalles de su arquitectura, siempr