435. LA GUERRA ES MI ESPERANZA

NARRADORA

Lavinia, desmayada en los brazos de Elliot convertido en humano, y Katherine, aferrada también al pecho del hombre lobo, ambos de rodillas.

Heridos y más allá del agotamiento, pero vivos, muy vivos.

Bajo la lluvia, Katherine miró a los ojos azules de su hombre y se fundieron en un abrazo con todas sus fuerzas, besando luego como loca la frente de su hija.

Descubriendo el colgante en el pecho de la pequeña.

Más o menos se hacían una idea: esto era magia, la magia de Lavinia los salvó.

Un encantamiento de transmigración. Lavinia era especial, como Bella.

Katherine no había sido la heredera de esa magia única, como se creía, sino su hija.

Las gotas de lágrimas de Kath se confundían con la lluvia.

—Ya, amor, ya finalizó, ya —Elliot la consolaba.

Sin embargo, en su interior, él y Vorath no estaban tan tranquilos como pretendían.

Miró hacia el cielo a través del diluvio.

Era casi imposible que su majestad no hubiese sentido todo ese disturbio de poderes sobrenaturales.

A veces no
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