KATHERINE—¡Soy el hijo del Regente, tu próximo gobernante, y ahora mismo tomaré medidas con el Ducado de Everhart, empezará la investigación! —me miró con ojos cínicos y expresión de desdén; sabía muy bien que intentaría deshacerse del testigo.Haberme descubierto, le dio la excusa perfecta.—¡LLÉVENSELA DE UNA VEZ, QUÉ ESPERAN!Rugió de nuevo exaltado, pero no me dejaría.Lucharía, aunque eso me expusiera por completo; sabía muy bien lo que me esperaba en las mazmorras del palacio.Solo torturas crueles.No importaba esta supuesta tregua, el Regente odiaba a las criaturas de la noche. ¡Mis hijos corrían peligro!No me imaginaba lo fuera de control que estaría Elliot. ¡Diosa, había echado a perder todo, estando tan cerca de la libertad!Cuando las manos toscas se fueron a cerrar sobre mis brazos para arrastrarme, me decidí a resistir.Incluso pensé en asesinarlos y huir.Llamaba a Elliot en mi mente desesperadamente, pero no sabía si era mi nerviosismo o que estábamos algo lejos, ¡no
BEOFDeambulaba por el jardín, aburrido, esperando a que se terminase esa reunión de mierd4 que no arreglaría nada. Solo bastaba verle la cara de asco al tal Regente para darse cuenta de que no éramos bien recibidos aquí. El principal motivo por el cual el Rey Aldric me envió, tampoco se estaba cumpliendo. Las mujeres seguían huyéndome como a una plaga contagiosa, las de aquí incluso peor que las féminas sobrenaturales. Si es que sus hombres elementales parecen enanos a mi lado, obvio que se marcharían con temor.Resoplé algo molesto, esos sentimientos absurdos de autocompasión floreciendo en el fondo de mi pecho. Como siempre, los empujé sin piedad. ¿Y qué si no encuentro a mi mate? Mejor así. Siento que eso sería el golpe final a mi orgullo, siendo rechazado por mi propia compañera.—El maldito dinero es lo que me sobra —murmuré amargado, mi lobo Soul como siempre apático, estábamos en desacuerdo en demasiadas cosas. Pero reconocía que no quedaba de otra que seguir pagando p
BEOF—¡Padre, encontré a la Duquesa de Everhart asesinando a esa chica elemental! —gritó, señalando a un lado, al cuerpo de una mujer aún desmayada sobre la hierba.La impactante mancha de sangre en su ropa y la piel pálida daba una sensación de muerte; sin embargo, sentía su respiración, débil, pero ahí estaba.Los soldados elementales comenzaban a marchar hacia aquí. Escuchaba los pasos apresurados por los pasillos y el jardín.Pronto estaríamos rodeados.Un rugido que hizo temblar las piedras se escuchó desde el tal Duque de Everhart cuando algunos soldados hicieron por apresarlo bajo las órdenes del líder.Todo un caos, yo parado a un lado, pensando si seguirme inmiscuyendo o no.Por la discusión a gritos, entendí que estos dos seres sobrenaturales se escondían bajo el disfraz de Duques elementales, en este Reino prisionero.—Calmémonos todos, Sr. Regente, no es bueno acercarse ahora a este hombre. Es un lycan defendiendo a su hembra, va a destrozar a cualquiera que dé un paso ade
NARRADORA —¡Señor, nuestra familia ha estado cuidando del Reino durante generaciones! —Baltazar gritaba superando el miedo inicial y sustituyéndolo por genuina indignación. —¡Mi hijo solo defendía a una pobre chica elemental del ataque de esta bruja! —señaló a Katherine, pero dio varios pasos atrás frente al rugido del poderoso lycan que guardaba a la mujer. —¡Lo ve, son unos salvajes, asesinos! ¡A saber cuántas vidas de elementales acabaron en su ducado, no me di cuenta, me engañaron! ¡¿A cuántas mujeres y hombres elementales habrán abusado?!—¡ESO ES UNA CALUMNIA! —Katherine no pudo resistir más tanta falsedad.Le pedía a Elliot que cambiara, pero Vorath estaba en sus trece; nadie lo encerraría mientras ella estuviese en peligro. —Calmémonos todos, por favor —de repente, la voz suave, pero firme de Sigrid se escuchó entre tanto caos.De pie, al lado de Silas, como su igual, su aura también poderosa, era muy difícil no respetarla. —Relátenme los hechos, haremos un juicio aquí y
NARRADORA —¡Mmmnn! —Maxwell gritó al ver la cabeza de su padre rodar por el suelo.Así de rápido y despiadado, los chorros de sangre bombeando aún desde las arterias, pintaron de rojo la grotesca escena sobre la hierba.La inspiración asombrada fue generalizada; la chica elemental volvió a desmayarse de la impresión.“Silas, te dije que te controlaras, amor” Sigrid resopló en su interior.“Me prometiste que regresaríamos rápido a la cabaña, tu padre está ocupado con tu madre. Esto se estaba demorando demasiado.”Sigrid no sabía si llorar o reír por las locuras de su mate.—Toda la familia del Regente queda prisionera y exiliada del palacio. Ya no serán más la autoridad a cargo —Silas agregó, mirando al tal Maxwell, arrodillado y gimiendo ahogadamente sobre el cuerpo inerte de su padre.Sigrid le quitó la restricción de la boca, pero al momento se arrepintió.—¡Somos descendientes de tu familia! ¡¿Cómo pudiste hacerle esto al hombre que siempre te idolatró?! —Maxwell olvidó el miedo s
NARRADORAAsí, toda una conversación casual de por qué eliminó a sus dos fanáticos.“Quieres que te dé un reconocimiento por la buena acción” Sigrid en realidad no se compadeció para nada de la muerte de esos dos.“Deseo “esa” recompensa, lo sabes muy bien”“Silas, contrólate y habla con los Duques” la Selenia le respondió, poniendo los ojos en blanco, su culito que se lo dejase en paz.Se alejó por un momento para mandar a retirar los cuerpos y atender a la plebeya desmayada.—Yo… no sé qué decir —Katherine se había quedado muda, como todos los demás.¡Qué rayos el giro que tomaron estos acontecimientos! —Primero que todo, Duque de Everhart, sé muy bien que no le han hecho daño a nadie dentro del Reino —Silas observó a los ojos de la bestia.Elliot escuchaba dentro de su lycan, algo estupefacto, por demasiadas cosas.Desde el mismo momento en que vio caer tan fácil la cabeza de su mayor carcelero. El hombre que siempre lo había atormentado con su poder en el Reino, infundiendo dent
SIGRIDLa magia de esa hechicera se entrelazó con la mía propia.Miraba sus ojos por completo en blanco, estaba en trance, temblaba y balbuceaba hechizos sin coherencias.No me asusté, más bien sentí curiosidad. Estaba profetizando algo, lo podía sentir.¿Qué era? ¿Sobre mí, sobre nosotros?Nuestras manos se apretaron y cerré mis ojos para invocar su ilusión en mi mente.Sentía el vibrar de nuestros poderes unidos. Entonces lo contemplé.Estaba en un sitio que invocaba recuerdos intensos en mi mente, dentro de una cueva más bien.Yo la conozco. En ese lugar tan especial para mí fue donde hice el amor por primera vez con Silas en el cuerpo de Electra.¿Acaso siguen en pie esas grutas? Al verme acostada sobre una cama rústica e improvisada en el suelo, dentro de esa excavación natural, parecía que volveríamos a ese lugar escondido en alguna parte de este Reino.Todo lo que le fue proyectado en su mente, también lo vi en la mía:«—¡Sigrid, bebe de mi sangre! —Silas se cernía sobre mi cu
SIGRID«El llanto de mi hija, de mi primera hija. —Silas —suspiré, entrecortadamente, la manta de pelo suave bajo mi cuerpo. Sentía más fluidos manar de entre mis piernas, el dolor apenas remitiendo, olores intensos rodeaban la cueva. Un pequeño bultico fue colocado con suavidad sobre mi pecho. Abrí los ojos para ver a la criatura arrugadita, con el cabello blanco platinado como Silas, tan pequeña, el tono enrojecido de su piel, su boquita diminuta hacia tiernos pucheros con ganas de seguir llorando. Su naricita se movió, reconociendo mi olor, y con eso se fue calmando un poco. —Es nuestra lobita, Sigrid. Es tan chiquitita. Ella… ¿está bien? —Silas la miraba preocupado. Mis hijos se habían adelantado a la fecha prevista, por eso me atreví a alejarme de casa. Yo también la observé con preocupación. Las oleadas de dolores comenzaban a arreciar. —Amor, no sé… ¿siento salir leche de mis pechos? ¿Y si la alimen...to? Mnnn —apreté los dientes, casi a punto de gritar; mis otros bebé