447. ALGO ESTÁ MAL

SIGRID

«El llanto de mi hija, de mi primera hija.

—Silas —suspiré, entrecortadamente, la manta de pelo suave bajo mi cuerpo.

Sentía más fluidos manar de entre mis piernas, el dolor apenas remitiendo, olores intensos rodeaban la cueva.

Un pequeño bultico fue colocado con suavidad sobre mi pecho.

Abrí los ojos para ver a la criatura arrugadita, con el cabello blanco platinado como Silas, tan pequeña, el tono enrojecido de su piel, su boquita diminuta hacia tiernos pucheros con ganas de seguir llorando.

Su naricita se movió, reconociendo mi olor, y con eso se fue calmando un poco.

—Es nuestra lobita, Sigrid. Es tan chiquitita. Ella… ¿está bien? —Silas la miraba preocupado.

Mis hijos se habían adelantado a la fecha prevista, por eso me atreví a alejarme de casa.

Yo también la observé con preocupación. Las oleadas de dolores comenzaban a arreciar.

—Amor, no sé… ¿siento salir leche de mis pechos? ¿Y si la alimen...to? Mnnn —apreté los dientes, casi a punto de gritar; mis otros bebé
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