KATHERINENos giramos para verlas marcharse, sin embargo, yo fui dando pasos atrás, separándome de ellos dos, y mientras eran atravesados por la marea de depredadores, les quité la protección.Como mismo se las di, obvio que se las podía retirar.Qué iluso ese Salvatore, al final fue un pobre idiota que tuvo la bendición de ser amado por una hechicera talentosa.Le enseñó unos pocos trucos de magia y ya se creía un experto, incluso pensando que me tenía controlada con su súper poder.“Zanareth lûmen val’shara, tesh al’morath ven’dorei.” Recité en mi mente y mis ojos se iluminaron en la oscuridad con destellos dorados en mis pupilas.“La protección que les he concedido, ahora regresa a mis manos.”Estiré mi brazo y atrapé la luz que se evaporó de sus cuerpos.En un segundo, todo cambió y comenzó el pandemónium.Las hienas olieron de nuevo la carne, estaban famélicas, así que regresaron a la cacería.La aguda risa sonó en las entrañas del paso montañoso y los carnívoros comenzaron a rod
NARRADORA Salvatore tuvo que salir a la fuerza de su asombro. Cuando la enorme bestia con el aura asesina más sangrienta que había visto jamás se le abalanzó desde las alturas, no le quedó más remedio que luchar por su vida. Ni siquiera lo había olido cerca, él, un ser superior. Las venas del musculoso brazo se hincharon, latiendo con todo su poderío. Vorath esgrimió sus garras como armas mortales para desgarrar al vampiro desprevenido. Parecía el fin de Salvatore, sin contar con tiempo para huir. ¡La sombra de la muerte se le venía encima! Un rugido estremeció el cañón y, a centímetros de la cabeza del enemigo, decenas de murciélagos se desintegraron chillando en el aire. El ataque del lycan se quedó en la nada, pero Salvatore no podía engañar a la nariz de Vorath. Las patas poderosas retumbaron en el suelo, levantando el polvo cuando el pesado depredador cayó desde el risco.Los ojos rojos miraron el cuerpo del vampiro convertido en decenas de murciélagos que volaron lejos
NARRADORAKatherine miró la sonrisa retorcida que apareció en el rostro agonizante del hombre, una mala premonición en su mente.“¡Aléjate de él, Vorath! ¡Va a hacer algo! ¡ALÉJATE!”El gigantesco lycan sacó la mano, esparciendo los restos del pecho abierto de Salvatore.Sin pensarlo un segundo se abalanzó sobre Katherine para protegerla, él también sintió el peligro y no le daría tiempo a correr.Enredó su cuerpo como un escudo sobre su hembra y la bruja tuvo que liberar el hechizo control sobre el vampiro moribundo.De repente chillidos espeluznantes se alzaron sobre la tierra, se esperaban una explosión de energía, algo arrasador, sin embargo, jamás se les ocurrió que Salvatore utilizaría sus últimas energías solo para mandar un mensaje.Señalar una localización, una luz en medio de la oscuridad que diría claramente, «Aquí hay criaturas sobrenaturales suculentas para drenar»Katherine presenció, a través de un resquicio que el pelaje le dejaba ver, como el cuerpo del vampiro se des
NARRADORAAun así, la pasó por su frágil cuello y se colocó la reliquia.La piedra oscura se estremeció y brilló con mayor intensidad, como si los rayos de sol estuviesen resplandeciendo en su interior.El viento aullaba entrando por la puerta de cristal, que daba bandazos rítmicos.La bata blanca de dormir de Lavinia ondeaba con violencia.Su cabello se elevó revoloteando mientras haces de luces rodeaban su cuerpo.—¡Quiero ir con mis padres! ¡Quiero ir con mamá! ¡Salven a mis padres! —gritó a la nada, con todas sus fuerzas, y la luz intensa explotó radiante, engullendo su pequeña figura.Al siguiente segundo, no había nadie en la habitación de los Duques.*****—¡ELLIOT!Katherine gritó al ver caer el enorme y poderoso cuerpo del lycan justo frente a ella.La sangre oscura manchaba la tierra.Sus manos temblaban al invocar sus mejores hechizos, los relámpagos electrizantes caían sin cesar.Pero los elementos naturales, poco daño le hacían a esa energía tan oscura que los estaba rode
NARRADORALavinia, desmayada en los brazos de Elliot convertido en humano, y Katherine, aferrada también al pecho del hombre lobo, ambos de rodillas.Heridos y más allá del agotamiento, pero vivos, muy vivos.Bajo la lluvia, Katherine miró a los ojos azules de su hombre y se fundieron en un abrazo con todas sus fuerzas, besando luego como loca la frente de su hija.Descubriendo el colgante en el pecho de la pequeña.Más o menos se hacían una idea: esto era magia, la magia de Lavinia los salvó.Un encantamiento de transmigración. Lavinia era especial, como Bella.Katherine no había sido la heredera de esa magia única, como se creía, sino su hija.Las gotas de lágrimas de Kath se confundían con la lluvia.—Ya, amor, ya finalizó, ya —Elliot la consolaba.Sin embargo, en su interior, él y Vorath no estaban tan tranquilos como pretendían.Miró hacia el cielo a través del diluvio.Era casi imposible que su majestad no hubiese sentido todo ese disturbio de poderes sobrenaturales.A veces no
NARRADORA (MOMENTO DEL PRIMER TOMO DONDE SILAS, SIGRID, VALERIA Y ALDRIC, ENTRAN POR LA BARRERA Y HABLAN CON EL REGENTE)Elliot miraba en la distancia a los líderes hablando, el ambiente tenso, las palabras llegando a sus oídos de ser sobrenatural.“Elliot, esas personas que atravesaron la niebla son seres sobrenaturales. El hombre alto de cabello rojo es un lycan, lo siento, uno muy poderoso” Vorath le decía, ambos emocionados por la conversación que espiaban.Entonces el Duque fijó su atención en el hombre de expresión fría e incluso indiferente, cabello platinado y ojos dorados.Así que ese era Su Majestad.La verdad es que Elliot se sintió un poco decepcionado; siempre había idealizado al Rey Espectro, pensó que se vería más heroico, diferente, exorbitante, no sabía… más ¿invencible?Sin embargo, en medio de su divagación mental, se quedó congelado cuando, por unos segundos, esos ojos dorados, intensos y crueles, se fijaron justo en él.El Rey Lycan conversaba con el Regente, nad
NARRADORASilas miraba obsesionado a la mujer que cabalgaba sobre su cuerpo, dándole tanto placer que lo tenía jadeando y gimiendo de lujuria.Cada vez que esa funda mojada lo engullía y escupía, creía ver las estrellas y el firmamento entero.Sigrid se inclinó sobre su pecho y aumentó la cabalgata; sus nalgas rebotaban vigorosas con sus sensuales meneos.Silas tomó sus pechos tiernos y se los acarició, toqueteándolos lascivamente; se incorporó en un momento, semi sentado, mientras ella se aferraba a sus hombros y se lo follaba deliciosamente.Abrió su boca y chupó con deleite las rosadas aureolas; su lengua jugaba con los pezones erectos.El sabor de su sudor lo enloquecía, sus gemidos apresurados y el estremecimiento de su cuerpo cuando se corrió con su polla adentro.—¡Silas! —Sigrid gimió alto, derramándose, los labios entreabiertos, las pupilas de loba estrechándose; estaba a las puertas de su celo.Tomó el cabello como rayos de luna y Silas enseguida expuso su cuello mientras la
KATHERINEMiraba hacia todos lados de este enorme palacio, un poco tensa.A pesar de los lujos y de la atención esmerada de las doncellas y mozos, aunque le dije a Elliot que lo acompañaría, tenía miedo.Porque este es el epicentro del odio hacia los seres sobrenaturales.—Sus excelencias, qué honor encontrarnos de nuevo —otra persona se nos acercó en el inmenso salón, colmado de la crema innata de esta hipócrita sociedad.Bebiendo finamente y charlando en voz baja, comenzamos de nuevo la ronda de halagos y nosotros a fingir educación, o al menos yo.La verdad es que Elliot, fuera de la intimidad de la casa, era un perro sin correa, o más bien, un lobo arisco.Daba unas respuestas más secas, que me daba hasta lástima con la cara que se les quedaba a los demás invitados.—La guerra es así, quien llega primero se lo queda y puede estar seguro de que está bien defendido —le respondió al marqués que tuvo la valentía de hablarle sobre las nuevas tierras.— Le arrancaré la cabeza a quien in