357. EL POBRE DUQUE FUGITIVO

BRENDA

Lo escuchaba tragando, el chapoteo de su saliva que incluso el agua no disimulaba.

Bajó una mano y comenzó a masturbarse la polla.

Estaba de espaldas a mí, pero era muy evidente todo lo que hacía.

Él no fingía, su deseo por esa mujer salía a raudales de cada poro de su cuerpo.

Era como si yo no estuviese aquí, como si no existiera.

Las lágrimas comenzaron a picar en la esquina de mis ojos.

Nunca me había sentido tan hundida; era obvio que él la había preferido a ella.

A una débil elemental que nunca podría darle lo que yo podía: una mujer de su raza que le guardaba su secreto, que satisfacía su parte animal.

No aguanté más y me fui corriendo por el bosque.

La desilusión y los celos hirieron mi alma.

¡Que se jodiera!, a ver qué hacía cuando Thesio hundiera sus planes.

Yo no le diría nada. Él hizo su elección, y yo la mía.

*****

KATHERINE

Gemí alto al sentir el cosquilleo en mi vientre, mis músculos vaginales contrayéndose, liberando mi miel para ser chupada por los labios y la l
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