KATHERINE Corrimos primero hasta donde Elliot había dejado parte de su ropa, necesitaba cambiarse.—Maldit0s mosquitos —comenzó a rascarse por todos lados, su piel brillante del sudor y el agua que se escurría de su cabello.Pero ahora también estaba lleno de arañazos de las ramas y picaduras de bichos.Se agachó a ponerse el pantalón, así, dándome la espalda sin ningún pudor, con esas duras nalgas apuntándome.No pude evitarlo, toda esta loca situación parecía haberme zafado un tornillo.Me acerqué y, antes de que pudiese pensar en lo que hacía, le di una buena palmada en el culo e incluso tuve el descaro de manosearlo un poco.Luego me quedé congelada, retirando la mano de forma antinatural.O sea, ¿qué tanta confianza tenía con Elliot para comportarme así?—Tenías, tenías un mosquito, solo quise ayudarte —le dije esquivando su mirada interrogante al girarse, con el pantalón aún por las rodillas y dándole jalones hacia arriba.—Ajá, un mosquito, claro —me dijo, y el tono burlón era
KATHERINESu mano subió y acarició mis labios entreabiertos, delimitando el borde, sin dejar de devorarme con la mirada cargada de promesas y deseos.—¿Cuáles, cuáles módicos servicios en tu alcoba?, ¿quieres que limpie? —le pregunté haciéndome la tonta.Recordando los últimos servicios íntimos, que ni me había pagado por ellos.— Pft, creo que sabes muy bien lo que quiero de ti. Te he dado placer esta noche y me has dejado con las ganas varias veces —se inclinó para susurrarme seductor.—. No creo que tengas problemas para ganarte esos cheques, mi Duquesa.Y con esa propuesta indecente, agarró mi mano y nos condujo por el bosque hacia la mansión.Lo seguí en silencio, mi cabeza a punto de echar humo pensando en todas las indirectas y a dónde llevaban.Ambos estábamos hechos un desastre, al salir a los terrenos del jardín, las personas que se nos cruzaban nos daban miradas raras, pero Elliot no se detuvo a ofrecerles ninguna explicación.Se había apaciguado el sonido de la música en el
KATHERINEAl abrirla, por suerte resultó que era una doncella para prepararme la tina.—Adelante —la mandé a pasar y me sumergí de nuevo en mis preparativos.—Su señoría, puedo arreglarle la ropa —se acercó enseguida con actitud sumisa.Apostaba lo que fuera que este arreglo tan “esmerado” era el cambio de actitud de los anfitriones.—No es necesario, solo prepárame bien el baño. ¿Hay alguna esencia?—Sí, sí, de rosa, pomelo, también de lavanda. Si desea otra…—De lavanda está bien —le pedí así al azar.Me senté frente al espejo y comencé a desenredarme el amasijo de cabello todo húmedo. Vaya pintas que llevaba.—Está listo - salió y me avisó después un tiempo.—Puedes marcharte —le dije mirándola por el reflejo.—Si lo desea, puedo hacerle un masaje, o traerle alguna vela aromática, o…—No necesito nada más, gracias. Puedes marcharte —le repetí, sin ser grosera, pero con firmeza.Bajó la cabeza diciendo que sí y se marchó cerrando la puerta.De verdad lo sentía por ella, si supiera qu
KATHERINE—Sshh, no puede ser… mmm, vas a enloquecerme, mujer descarada… —lo escuché gemir ronco cuando levantó el borde del camisón, dejando al descubierto mis posaderas y, de paso, mi intimidad.Completamente desnuda, sin bragas, solo tenía que abrir las piernas para que ese mástil me penetrara por completo.“Mmmm”, pegué los labios con fuerza para no soltar soniditos de ramera, mientras Elliot me amasaba los muslos y las nalgas con esas grandes manos.Siseaba excitado y las abría para sondear con sus dedos en mi hendidura mojada.Todo esto era tan erótico, me encantaba tenerlo babeando por mí.—Aah…—Abre más las piernas y eleva el trasero —me ordenó implacable, con una voz llena de dominación, como una bestia desesperada.—¿Y si no quiero? —¡PAF! —¡Ah!Gemí cachonda al palmearme el culo como castigo, encendida en llamas por sus provocaciones, las yemas recorriendo el perineo, buscando mi vulva.—No juegues más conmigo, Duquesa. Créeme que estoy en mi límite. ¡Abre las piernas para
KATHERINEComencé a moverme hacia atrás, a empalarme a mí misma en ese enorme falo, torciendo mi cintura, persiguiendo mi orgasmo que no tardaría en llegar.—Córrete para mí, nena, aagggr… Vamos, Katherine, córrete para tu macho, mi verdadera esposa, solo mía, aah sí, sí, joder, qué delicia…—¡Aahhhh! —gemí alto, fragmentándome en miles de pedazos al escucharlo llamar mi nombre, a mí, no a mi hermana, no a Rossella.Él me hacía el amor a mí, y lo sabía muy bien. Todas sus palabras calientes, sus acciones apasionadas eran solo para mí.Antes siquiera de poder recuperar el aliento, sintiendo cómo me derramaba sobre su polla, Elliot se incorporó, de rodillas, detrás de mi trasero.Algo afilado y duro se clavó en mis caderas, sacándome gritos de dolor y gozo. Me embistió como un animal salvaje.La cama se movía violentamente, los sonidos metálicos de las joyas tintineaban, se resbalaban y caían hasta el suelo.Mi coño abierto, solo recibía y recibía tanto placer, las nalgas rebotaban con f
ELLIOT—¿Nena? —me incliné un poco al escuchar el suave ronquido.Observé su rostro de lado sobre el colchón, estaba resoplando con suavidad, con esos deliciosos labios entreabiertos.No pude evitar sonreír como un tonto, sentía tantas cosas profundas en mi pecho.Le había confesado a propósito que sabía de su identidad.Teníamos pendiente una conversación sincera, de verdad esperaba ganarme a mi mejor aliada, una alianza de por vida.—Así que tengo que aguantar tranquilito cuando me asaltas, pero tú solo resistes un round cuando soy el que estoy arriba —le susurré chupando su oreja.Un gemido bajo vibró en su garganta, pero seguía dormida, cansada.—Ya te cobraré después, mi querida Duquesa. Ahora eres tú la que me debes. Me aseguraré de cobrarte toda la vida, Katherine —susurré besando su sien, siseando de placer al sentir mi miembro más flácido y sacarlo de la calentura de su vagina.Me incorporé mirando el desastre que había hecho en su cuerpo. Inclinándome para lamer las heridas d
ELLIOTSalí al exterior por una puerta de servicio, mis sentidos conduciéndome hacia la arboleda, alerta a cualquier espía que me siguiera.Me interné, apartando las altas hierbas. Enseguida llegué a donde un hombre me esperaba ya desmontado del caballo.—Vittorio, ¿qué sucedió? —fui directo al grano.—Señoría, le traigo noticias del sur. Uno de nuestros espías llegó malherido hasta la frontera y le dio un mensaje a los centinelas, cabalgaron toda la noche para comunicarnos que nuestros hombres, fueron descubiertos - cerré los ojos un segundo, maldición, lo que me temía.— Parece que los acorralaron en las montañas limítrofes. El Duque Thesio descubrió la escaramuza; están en peligro —me soltó todo de sopetón.Me tensé preocupado, mi cerebro trabajando a mil, lleno de planes y cálculos.Necesitaba salvarlos, salvar a Aldo, a Tomas y a mis hombres.—Prepara a los guerreros élites, de prisa Vittorio, los quiero armados hasta los dientes …—Señor, ya está hecho. Nos están esperando en el
NARRADORAHORAS ANTES EN LAS TIERRAS DEL DUQUE THESIO…—Aldo, Gordon y yo vamos a entrar para hablar con el capataz. Lo entretendremos el mayor tiempo posible, es su oportunidad, no la desaprovechen.Uno de los hombres enviados por Elliot murmuraba al lado del fortachón jornalero.Alrededor de una fogata, comían pan fresco y una taza de chocolate humeante.Todo lo mejor siempre para sobornarlos y que traicionaran el bando del Duque de Everhart.—Bien, Tomas y yo cargaremos las cajas que dejamos más separadas y las llevaremos al sitio acordado. No demoren, se darán cuenta enseguida de que faltamos —Aldo le respondió, dando un bocado al pan.Sus ojos astutos no dejaban de escanear a los otros jornaleros de los alrededores, igual charlando y comiendo antes de seguir desmontando la mercancía.Hoy era el día. Le habían dado la oportunidad de acceder a las tierras de Thesio, estaban en su lado del río.El objetivo era robar sus cajas aquí, porque una vez que cruzaban el río, ya luego eran rá