KATHERINE—Sshh, no puede ser… mmm, vas a enloquecerme, mujer descarada… —lo escuché gemir ronco cuando levantó el borde del camisón, dejando al descubierto mis posaderas y, de paso, mi intimidad.Completamente desnuda, sin bragas, solo tenía que abrir las piernas para que ese mástil me penetrara por completo.“Mmmm”, pegué los labios con fuerza para no soltar soniditos de ramera, mientras Elliot me amasaba los muslos y las nalgas con esas grandes manos.Siseaba excitado y las abría para sondear con sus dedos en mi hendidura mojada.Todo esto era tan erótico, me encantaba tenerlo babeando por mí.—Aah…—Abre más las piernas y eleva el trasero —me ordenó implacable, con una voz llena de dominación, como una bestia desesperada.—¿Y si no quiero? —¡PAF! —¡Ah!Gemí cachonda al palmearme el culo como castigo, encendida en llamas por sus provocaciones, las yemas recorriendo el perineo, buscando mi vulva.—No juegues más conmigo, Duquesa. Créeme que estoy en mi límite. ¡Abre las piernas para
KATHERINEComencé a moverme hacia atrás, a empalarme a mí misma en ese enorme falo, torciendo mi cintura, persiguiendo mi orgasmo que no tardaría en llegar.—Córrete para mí, nena, aagggr… Vamos, Katherine, córrete para tu macho, mi verdadera esposa, solo mía, aah sí, sí, joder, qué delicia…—¡Aahhhh! —gemí alto, fragmentándome en miles de pedazos al escucharlo llamar mi nombre, a mí, no a mi hermana, no a Rossella.Él me hacía el amor a mí, y lo sabía muy bien. Todas sus palabras calientes, sus acciones apasionadas eran solo para mí.Antes siquiera de poder recuperar el aliento, sintiendo cómo me derramaba sobre su polla, Elliot se incorporó, de rodillas, detrás de mi trasero.Algo afilado y duro se clavó en mis caderas, sacándome gritos de dolor y gozo. Me embistió como un animal salvaje.La cama se movía violentamente, los sonidos metálicos de las joyas tintineaban, se resbalaban y caían hasta el suelo.Mi coño abierto, solo recibía y recibía tanto placer, las nalgas rebotaban con f
ELLIOT—¿Nena? —me incliné un poco al escuchar el suave ronquido.Observé su rostro de lado sobre el colchón, estaba resoplando con suavidad, con esos deliciosos labios entreabiertos.No pude evitar sonreír como un tonto, sentía tantas cosas profundas en mi pecho.Le había confesado a propósito que sabía de su identidad.Teníamos pendiente una conversación sincera, de verdad esperaba ganarme a mi mejor aliada, una alianza de por vida.—Así que tengo que aguantar tranquilito cuando me asaltas, pero tú solo resistes un round cuando soy el que estoy arriba —le susurré chupando su oreja.Un gemido bajo vibró en su garganta, pero seguía dormida, cansada.—Ya te cobraré después, mi querida Duquesa. Ahora eres tú la que me debes. Me aseguraré de cobrarte toda la vida, Katherine —susurré besando su sien, siseando de placer al sentir mi miembro más flácido y sacarlo de la calentura de su vagina.Me incorporé mirando el desastre que había hecho en su cuerpo. Inclinándome para lamer las heridas d
ELLIOTSalí al exterior por una puerta de servicio, mis sentidos conduciéndome hacia la arboleda, alerta a cualquier espía que me siguiera.Me interné, apartando las altas hierbas. Enseguida llegué a donde un hombre me esperaba ya desmontado del caballo.—Vittorio, ¿qué sucedió? —fui directo al grano.—Señoría, le traigo noticias del sur. Uno de nuestros espías llegó malherido hasta la frontera y le dio un mensaje a los centinelas, cabalgaron toda la noche para comunicarnos que nuestros hombres, fueron descubiertos - cerré los ojos un segundo, maldición, lo que me temía.— Parece que los acorralaron en las montañas limítrofes. El Duque Thesio descubrió la escaramuza; están en peligro —me soltó todo de sopetón.Me tensé preocupado, mi cerebro trabajando a mil, lleno de planes y cálculos.Necesitaba salvarlos, salvar a Aldo, a Tomas y a mis hombres.—Prepara a los guerreros élites, de prisa Vittorio, los quiero armados hasta los dientes …—Señor, ya está hecho. Nos están esperando en el
NARRADORAHORAS ANTES EN LAS TIERRAS DEL DUQUE THESIO…—Aldo, Gordon y yo vamos a entrar para hablar con el capataz. Lo entretendremos el mayor tiempo posible, es su oportunidad, no la desaprovechen.Uno de los hombres enviados por Elliot murmuraba al lado del fortachón jornalero.Alrededor de una fogata, comían pan fresco y una taza de chocolate humeante.Todo lo mejor siempre para sobornarlos y que traicionaran el bando del Duque de Everhart.—Bien, Tomas y yo cargaremos las cajas que dejamos más separadas y las llevaremos al sitio acordado. No demoren, se darán cuenta enseguida de que faltamos —Aldo le respondió, dando un bocado al pan.Sus ojos astutos no dejaban de escanear a los otros jornaleros de los alrededores, igual charlando y comiendo antes de seguir desmontando la mercancía.Hoy era el día. Le habían dado la oportunidad de acceder a las tierras de Thesio, estaban en su lado del río.El objetivo era robar sus cajas aquí, porque una vez que cruzaban el río, ya luego eran rá
NARRADORAÁlvaro corrió por el bosque, en zigzag, usando los altos árboles como obstáculos.Escuchaba el sonido de los relinchos, de las hojas siendo aplastadas bajo el peso de los animales que lo perseguían como un zorro escapando por la maleza.El río no estaba muy lejos; quizás tenía la oportunidad de lanzarse en las profundidades y nadar, a pesar del peligro.Ya lo olía y casi lo veía.El chasquido en el aire lo hizo tensarse.Al salir a un sitio más despejado, los caballos tuvieron ventajas sobre las dos piernas de un elemental.—¡Aaaggrr! —gruñó cuando algo se enredó en sus botas y le dio un jalón bestial hacia atrás.Su cuerpo cayó hacia delante, impactando en la tierra y la hierba.Intentó protegerse la cara de los golpes y de la fricción del arrastre.El empuje y la fuerza del caballo lo dominaron.No importaba cuánto luchó o forcejeó por liberarse del látigo que enredaba sus botas; el jinete lo mantenía prisionero.—¡Aprésenlo y, si se resiste, denle su merecido a ese maldit0
NARRADORAAldo cargó como un saco de patatas a Gordon sobre su espalda y Tomas la otra caja.Ahora más que nunca debían investigar qué eran exactamente esa hechicería peligrosa.Corrieron sin cesar, comunicándose todo el tiempo en sus mentes.No importaba qué, los iban a capturar si seguían así.—¡Déjenme atrás, joder, déjenme, váyanse ustedes, los van a tomar prisioneros también! ¡Avisen al Ducado!—¡Cállate, maldición! —Tomas le gritó a Gordon.Bajó la caja y la colocó en la orilla del río.Esta zona era muy profunda y las corrientes poderosas podían arrastrar la caja y al herido, pero no se atrevían a arrojarse aquí para nadar a pecho limpio.—Súbete encima, ¡de prisa! Intenta llegar al otro lado y buscar ayuda, ¡ve! —Aldo lo bajó de su espalda. El hombre apenas podía sostenerse en pie, pero perseveró.—No, no, vámonos todos, ¡espera!… —Gordon protestó al ver sus intenciones.Aldo y Tomas no podían seguir perdiendo tiempo en explicaciones.—Nosotros podemos cuidarnos, la caja no agu
NARRADORAEstaban atrapados.Habían logrado colarse en la gruta, pero era solo otro hueco sin salida.“Aldo, estar aquí es peor”“Espera, sshhh, no hagas mucho ruido, esperemos, Tomás. Nos costó trabajo encontrar este escondrijo; quizás a ellos igual” Aldo le dijo a su intranquilo amigo.“Pero los perros…”Nada más había hecho mentarlos y los oídos agudos de los lobos captaron los sonidos de arañazos sobre la roca.“Quédate tranquilo” Aldo le ordenó, acercándose a la tenue luz que emanaba de la estrecha entrada.Sus ojos de depredador miraban con atención hacia el exterior, brillando peligrosamente.Los perros habían dado con su olor; sin embargo, la enorme roca se había interpuesto en su camino.No eran tan grandes y ágiles como esos lobos gigantescos.—Ggggrrr —el lobo de Aldo les lanzó una amenaza baja.Pasa por aquí y te destrozaré entre mis fauces.Por muy valientes que fueran esos canes, enseguida interceptaron el gruñido de la bestia escondida en las profundidades y su instinto