368. ATRAPADOS
NARRADORA

Aldo cargó como un saco de patatas a Gordon sobre su espalda y Tomas la otra caja.

Ahora más que nunca debían investigar qué eran exactamente esa hechicería peligrosa.

Corrieron sin cesar, comunicándose todo el tiempo en sus mentes.

No importaba qué, los iban a capturar si seguían así.

—¡Déjenme atrás, joder, déjenme, váyanse ustedes, los van a tomar prisioneros también! ¡Avisen al Ducado!

—¡Cállate, maldición! —Tomas le gritó a Gordon.

Bajó la caja y la colocó en la orilla del río.

Esta zona era muy profunda y las corrientes poderosas podían arrastrar la caja y al herido, pero no se atrevían a arrojarse aquí para nadar a pecho limpio.

—Súbete encima, ¡de prisa! Intenta llegar al otro lado y buscar ayuda, ¡ve! —Aldo lo bajó de su espalda. El hombre apenas podía sostenerse en pie, pero perseveró.

—No, no, vámonos todos, ¡espera!… —Gordon protestó al ver sus intenciones.

Aldo y Tomas no podían seguir perdiendo tiempo en explicaciones.

—Nosotros podemos cuidarnos, la caja no agu
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