NARRADORARenata cayó al suelo desmayada, sin poder aguantar la explosión de tanta energía oscura.—¡RENATA! —Alessandre, que miraba desde las sombras, gritó. Le habían dicho que no interfiriera, que ellas dos podían con la situación.Pero ese hombre, ¡maldición!, ese hombre era demasiado poderoso.Corrió hacia su mujer, y todos los vampiros y los guardias reales que también los rodeaban, aunque con temor en sus corazones, salieron del amparo del bosque, gritando y listos para contener a las dos amenazas.La Reina Selenia se desconcentró solo por el segundo en que perdió la conexión con su hija.Miró con incredulidad cómo el suelo verde del bosque se había convertido en una especie de agua oscura, como fango de ciénaga, como brea negra, y dentro de ella se hundía a gran velocidad ese hombre, atrapando a la Selenia contra su pecho.—¡NO ESCAPARÁS TAN FÁCIL DE MÍ! —ondeó la mano con odio, y cientos de dagas doradas asesinas, fueron directo a Silas.Un enorme espectro salió de repente,
NARRADORAMérida salió del interior de la casa con un farol colgando de sus viejas manos y, al verlos en las condiciones en que estaban, llenos de heridas, suciedad y sangre, abrió los ojos con asombro.—¡Por todos los cielos!, ¿qué les sucedió a ustedes? —Se acercó a examinar a Sigrid. Su piel estaba caliente, temblaba y sudaba con los ojos cerrados, pasando un gran dolor, luchando constantemente contra Electra.—¡Necesito que cures a Sigrid con tus hierbas! ¡CÚRALA YA! —Silas rugió descontrolado, con todo un manto de oscuridad a su alrededor, a punto de salirse de las ataduras de la cordura.Estaba pidiendo ayuda a una curandera elemental cuando, con su magia, él mismo podía sanar las heridas.Pero sabía que no podía mantenerla dentro del cuerpo de Electra. No sabía cómo hacer esa magia; solo conocía destruir y luchar. No era un mago real ni tenía esas habilidades.—Tranquilo, tranquilo… No la alimentes aquí, es muy peligroso, mejor métela en la ca… Las palabras de Mérida se qued
NARRADORALos ojos verdes, llenos de lágrimas y de sollozos contenidos, miraron hacia la mujer parada detrás de Silas, la supuesta curandera, pero bajo la luz de la luna, al fin, Sigrid descubrió su verdadero rostro.Sabía que ella venía a enviarla de vuelta y no se resignaba a marcharse, pero sabía que, por mucho que resistiera, el pasado no cambiaría de la manera que ella deseaba.—Te amo, te amo tanto… —le dijo entre sollozos, subiendo los labios mojados y besándolo con desesperación, abrazándolo contra ella, sintiendo por última vez su calor, el latido de su corazón.—Nunca olvides cuánto te amo, nunca lo olvides. Tú no eres Gray, ni Umbros, tú eres Silas, mi Silas…Las palabras no hacían justicia a sus sentimientos, a los sentimientos de ambos.—Sigrid… —Silas, de repente, se quedó algo confundido al verla tan devastada—. ¿Te duele mucho?—Sí me duele… me duele demasiado —ella le respondió entrecortada y él comenzó a entrar en pánico, mirando hacia su pecho, creyendo que la herid
NARRADORALe dolía tanto haber presenciado la catástrofe que causaron sus acciones. Ella fue la primera que miró hacia otro lado, que se fue a vivir su vida sin importarle nada más, intoxicada por el poder que la Diosa puso en sus manos, sintiéndose superior.Empezó a manipular esa magia negra y oscura sobre el lago, a experimentar y jugar con ella. Creyó que hacía un bien, solo deseaba eliminarla del mundo.No solo fracasó en su empreño, sino que terminó inventando un método que luego cayó en malas manos y fue utilizado para todas esas atrocidades que hicieron las hechiceras.Silas se infectó con eso, lo alimentó con sus resentimientos, ella misma había creado indirectamente al monstruo llamado Umbros.—Encuéntralo, Sigrid, despiértalo de su odio y dale todo el amor que se merece, que fue robado de su vida. Nadie más que él merece ser feliz… A medida que las palabras de Juno caían, la luz plateada se hizo intensa como una supernova a punto de estallar.—¡SIGRID! —En medio de la lu
VALERIA Al escuchar ese grito desgarrador de mi pequeña cachorra, sentí que el mundo se me caía encima. Corrí a una velocidad vertiginosa, a pesar de las molestias en mi cuerpo. Últimamente, no me he sentido muy bien; creo que es el estrés y la preocupación por las calamidades que se avecinan. Sorteando los árboles, con mi lycan siempre siguiendo mis pasos, me encuentro a Sigrid llorando, sentada al lado del pozo. —¡Sigrid, calma, mi vida, cálmate! —me abalancé enseguida hacia ella y la abracé contra mi pecho, de rodillas sobre la hierba húmeda. Temblaba incontrolablemente, su piel estaba fría. Se escondió contra mi cuerpo, me abrazó desconsolada. Diosa, ¿qué le ha pasado a mi hija en esta hora que llevo separada de ella? —Mamita, mamita… —solo me llama y llora de una manera que me rompe el corazón. No puedo hacer más que acariciar su cabello y tratar de darle seguridad. —Aldric… —lo siento acercarse. Nos abraza a ambas, se sienta en el suelo y nos sostiene con sus brazos po
ALDRIC “¡Son cachorros lycans! Aldric, son lycans. Cariño, vas a tener dos cachorritos lobos… no, no… espera…" Azarot rugía emocionado, intoxicado de amor hacia su hembra, pero de repente se quedó un poco rígido. Sacando sus cuentas, se dio cuenta de que si nacían dos machos lycans de su poderoso linaje, tendría que compartir a su hembra con dos machos más. " Aldric, ¿por qué no hicimos más niñas?" "¿Hasta ahora te das cuenta?" Bufé sin dejar de besar la dulce piel de mi Vale. Machos, hembras, lo que sea, estos eran los frutos de mi amor con la mujer de mi vida, la única para mí. La felicidad hubiese sido increíble si no fuera por la situación tan crítica. —Tienes una puntería, mi lobo —me dijo con una sonrisa algo cansada—, con Sigrid igual embarazada en medio de la tormenta. —Lo lograremos, como aquella vez —le dije tomando sus manos y besándoselas. La verdad, esta vez no me siento tan seguro como quiero aparentar. Vuelvo a abrazarla y a pegarme a su vientre. Ahora q
ALDRICDe repente, Zarek caminó hasta el borde de la cama y, tomándonos por sorpresa, se arrodilló sobre una pierna.—Yo, hasta ahora el último descendiente de la línea de los Vlad, descendiente de la casa real Von Carstein, me siento profundamente avergonzado por las acciones de mis padres. Aunque no soy directamente responsable, intentaré remediar sus errores como pueda.Se golpeó el pecho con fuerza, mostrando el honor de un guerrero.Todo esto es demasiado denso.—Entonces, yo también debo pedir perdón por las Selenias. Veía tan injusto el sacrificarnos, ¿por qué solo nosotras, de entre todos los seres sobrenaturales? —Gabrielle agregó.— Ahora entiendo el porqué. El poder conlleva responsabilidades que no cumplimos.Un silencio tenso se hizo en el cuarto. Celine levantó a Zarek, Quinn abrazó a su compañera, y nosotros consolamos a nuestra pequeña.—Sé cómo evitar la catástrofe, solo… necesito su apoyo —Sigrid dijo de repente en voz baja.—No —le respondí sin dudarlo—. Lo que sea
ALDRIC—Iré a la lucha con mi madre. Apoyaremos a Sigrid. Sabes que no puedo quedarme aquí en la casa de brazos cruzados —escucho la voz en la oscuridad de Valeria, que se acuesta sobre mi pecho.— Aldric si ese mal no se puede contener, no habrá lugar a salvo en este mundo.Ambos estamos listos para dormir, pero ninguno de los dos puede hacerlo.Quinn se ha marchado a la parte de los lycan a cuidar de esas tierras.Nadie sabe cuándo explotará esta bomba.Cada vez escapan más espectros. Tenemos que estar luchando con ellos cuando aparecen.En cada ocasión son más y más fuertes. Sigrid nos dijo que los espectros remanentes en esta tierra no eran nada comparados con los que estaban prisioneros. Pensar en un enjambre de esas cosas, según ella gigantes, le apretaría los cojones a cualquiera.—Está bien. Aun si te encadeno en la mazmorra, sé que encontrarías la manera de escapar —la aprieto contra mis anchos pectorales, suspirando reacio. —. Solo tengo que protegerte con mi todo.“Solo