SILAS“¡AAAHAHHHH! ¡TODO ES CULPA DE SU MAL TRABAJO, MALDIT4S ESCLAVAS! — ella rugía como una loca, jadeando y sudando.Su magia asesina explotó y cortó la cabeza de varias desprevenidas en el cuarto. Era una masacre, y en medio de todo eso estaban esos dos llantos. Me había acuclillado al lado de la puerta, protegiéndome de su ataque. Miré por la rendija, un impulso me llevaba a querer salvarlos. Solo eran inocentes, no tenían la culpa de venir de un vientre tan podrido. —¡Tráelos acá! ¡AHORA! — Sí, sí, mi señora — le extendió los dos bebés, ambos machos. Creí que vería por primera vez algo de misericordia en sus ojos, de calidez, eran sus propios hijos. Invocó dos afiladas dagas en sus manos y la alarma se encendió en mi pecho, ¡ella los asesinaría! - ¡NOOO!Me levanté sin medir las consecuencias, irrumpí en la habitación, desafiándola de nuevo, sin poder cambiar absolutamente nada. Bajó sus manos y sentenció sus llantos de una sola vez y para siempre»***** Todo mi cuerp
SILASA través de estos ojos que podían perforar los cuerpos y los corazones oscuros, descubrí los espectros atrapados dentro de los troncos de esos árboles. Sombras repletas de odios, sus cuerpos murieron y se pudrieron, pero su sed de venganzas, sus resentimientos, sus espíritus, seguían atrapados dentro de esas prisiones, donde enviaban a morir a los elementales que ya les estorbaban. Me levanté, los relámpagos iluminaron la oscuridad, los llamé con todo mi poder, era por eso que esta magia tenebrosa me trajo hasta aquí, estaba eufórica, queriendo absorber y alimentarse de estas tinieblas. No la detuve esta vez, la dejé explotar como una onda destructiva que destrozó las cortezas de los troncos, que rompió las cadenas y los dejó salir. —¡Vengan a mí! Los llamé resuelto, no se dejarían dominar tan fácil, no se dejarían controlar, no admitirían a un amo cuando acababan de ser libres.Pero yo necesitaba su odio, su rencor, su oscuridad para fortalecer la mía, para volverme un ser
SILASTodos los días nos levantábamos llenos de miedo, como un ganado cazado por vampiros, brujas y lycans. Mis pobres padres me decían, esta nueva Reina cambiará la balanza, solo debemos darle tiempo, solo tenemos que tenerle fe. Y la tuve, a pesar de ser secuestrado de mi casa, llevado lejos, encadenado y vejado, destruido.Siempre recordé esas palabras de aliento y era lo que impulsaba a resistir… algún día cambiará… será mejor… solo aguanta… confía en la Reina y te rescatarán… A punto de morir, vi su verdadero rostro, eliminó como esas brujas su pecado. Ella también nos usaba en secreto como animales para buscar procrear su raza. Los odio, los aborrezco, pero más a las Selenias, por hipócritas y mentirosas, por darnos esperanzas y a la vez permitir que nos masacren. Al menos Lucrecia me mostró al monstruo desde la primera vez. Quiero destruir este mundo, quiero destruir a todas estas malnacidas, así que luché con todo el odio de mi corazón para liberarme y convertirme en su
SIGRID — Veo que te han salido garras bien duras para hablarme con tanta altanería – comenzó a caminar paso a paso hacia mí, saliendo de la oscuridad. — ¿Qué te ofreció Lucrecia Silver para tentarte? ¿Poder, el trono? No me vayas a decir que me traicionaste por un esclavo defectuoso. Se detuvo a solo unos pocos metros, la ira le deformaba el regordete rostro, a penas conteniéndose. Parece que en realidad no habían descubierto que ocupaba el cuerpo de su hermana, solo sospechaban de una traición con los Silver. — Bien, te voy a responder, pero antes tengo curiosidad: ¿por qué comenzaste a sospechar de mí? — Fui yo – casi me echo a reír al escuchar la voz a mi espalda. Claro que la había sentido y por supuesto, saldría a atribuirse el crédito. — Ah, pero si es una reunión familiar lo que tenemos aquí – me posicioné en medio de las dos arpías. — ¡No seas cínica, Electra! ¡Morgana te tenía demasiado mimada! ¡¿Cómo pudiste aliarte a Lucrecia Silver?! Drusilla hizo su teatro, toda
SIGRID— Lo mismo que querías hacerle tú, hermanita, Electra, esta aquí adentro encerrada – me señalé el pecho de manera teatral.A nuestro alrededor el fuego devoraba todo a su paso, el calor abrazador sacaba vapor de nuestras bocas y iluminaba nuestro enfrentamiento.— Qué dolor ver cómo tu hermana preferida quería cortarte la cabeza.— ¡Lo sabía, sabía que Electra nunca podría traicionarme! – me gritó, ya no se veía tan elevada y segura.— ¡Debí sospechar que trabajabas para la maldit4 de la Reina! Pero conozco a la Reina y a la princesa, ¿cuál Selenia eres? ¡No me digas…! ¡¿no me digas que eres Juno?! — dio un paso atrás con evidente alarma.— ¡Se suponía que ya no interferirías en las decisiones del Reino, que te irías a morir en paz, vejestorio!Vaya, parece que la primera Selenia aún vivía, que revelación.Y claro, recordé que ella parecía haber sido la primera elegida para sellar la prisión de Umbros, así que tenía sentido.Juno, la Reina actual y Renata, eran las tres Selenia
NARRADORASigrid vio a Morgana darle la espalda, llena de sangre fluyendo por las decenas de heridas en su cuerpo.Lista para escapar corriendo a algún sitio. Era increíble lo humillante que podía resultar cualquiera frente al miedo a morir.Todo el glamour y la elevación no existían en los momentos críticos.Morgana estaba desesperada como nunca en su vida. ¿Cómo pudo ser tan idiota y alimentar a una enemiga formidable justo debajo de sus narices? ¿En qué momento esa Selenia parasitó el cuerpo de Electra? No tenía tiempo ahora para averiguarlo, escaparía veloz hacia su mansión, debía recoger a sus hijos y huir a través del portal en el santuario secreto, donde guardaba el libro más poderoso de su familia, el Libro del Risorgimento.No podía caer en manos de esta maldit4; todos los secretos de sus antepasados, hechizos que ni siquiera dominaba.Murmuró las runas de escape, crearía un portal hacia el exterior de la mansión de Electra.Se asfixiaba, tosiendo ronca y la piel le ardía
NARRADORASigrid se alejó de su posesivo tormento, hablarían luego, pero las oleadas de malicia provenientes de Morgana le estaban llegando.— Silas, no olvidemos que tenemos una espectadora, qué vergüenza – se giró hacia ella, observándola con una sonrisa torcida. Morgana tembló por un momento recordando los dolorosos ataques de esta mujer, cada vez la abandonaba más la esperanza.— Bien, acabemos con esto… — ¡Espera! ¡Espera, te puedo dar algo a cambio, solo necesito que me dejes vivir! ¡Me iré lejos con mis hijos, te lo juro por la Diosa, todo el feudo será tuyo, nunca me verás más! – gritó de repente, ya tirando toda la dignidad por el suelo. — ¿Me hablas del Libro del Risorgimento? – Sigrid le preguntó con ironía viendo el rostro contraído de Morgana.¿De verdad pensaba que lo mantenía tan secreto? — Yo puedo dártelo… — Mi señora no necesita nada tuyo, lo que sea que haya en esta mansión le pertenece. ¿Puedo asesinarla ya? – Silas se giró hacia Sigrid, su paciencia era bien
NARRADORA Había una bruma negra rodeando toda la edificación, como un domo gigantesco, nada se podía ver más allá. Estiró la mano en el aire y ni los dedos se podían distinguir entre tanta oscuridad. Pensó que este era el famoso escudo de Alessandre, entonces debería haber venido y lo hizo, solo que se mantuvo en las sombras del bosque, cada vez más asombrando, espiando y aprendiendo. — Lo creé para protegerte, nadie pudo sentir tu poder de Selenia – Silas confesó tomándola por sorpresa. — ¿En serio fuiste tú? —Sí, protegeré siempre a mi señora - le dijo inflando el pecho— No necesita a nadie más. Sigrid sonrió llena de maripositas en el pecho. Ya estaba entendiendo el porqué a su madre le brillaban los ojos por la posesividad cavernícola de su padre. — Wao, mi Silas que competente se ha vuelto, tan inteligente y confiable —subió la mano y le acarició la barba incipiente, los ojos dorados brillaban complacidos. De repente lo tuvo besando su boca. La punta de su lengua