Muchas gracias a todos los lectores que han llegado hasta aquí, apoyando mi trabajo como autora. Espero que les esté gustando la historia de Sigrid y Silas, tanto como a mí escribirla. ¡Felices lecturas!
SIGRID“Por favor, márchate, márchate ya”Apoyé la espalda en la puerta y esperé en silencio, en medio de la penumbra de mi habitación. Me sentía tan mal por haberle hablado así, llevé la mano a mi pecho con la amargura recorriendo mis venas.Él no se había marchado, seguía al pie de las escaleras, solo mirando hacia arriba, frío, impenetrable. Su aura abrumadora y oscura llegaba hasta esta puerta donde estoy recostada, dubitativa, pero no traspasaba la barrera.Estaba furioso, lo podía sentir, el aura asesina a su alrededor se revolvía de una manera feroz y luego… nada. Silas retiró toda esa energía maquiavélica y volvió a guardarla herméticamente dentro de él. No me dejaba percibir ni un resquicio de sus verdaderos sentimientos, no sin forzarlo con mi magia. Él regresaba a cómo éramos cuando nos conocimos. Cerré los ojos suspirando, me alejé de la puerta sin querer seguir monitoreándolo. Esto era lo que yo deseaba, alejarlo. Que me odiara, o más bien, a Electra y siguiera co
SILASRespiro profundo, calmando mi caos interior, resuelto, como cuando resistía y guardaba mi odio una y otra vez, planificando algún día mi venganza.Bajé mi mano con las uñas sangrando, algunas levantadas en carne viva, este dolor ya no es algo que me afectase. Recogí la máscara y la miré, mi dedo acarició el relieve de la talla sobre la madera oscura. Solo tengo que ser más inteligente, hacer mis cálculos en silencio y esperar. Caminé al fin de regreso a mi habitación, dispuesto a ser de nuevo el esclavo más desobediente de todos.*****SIGRIDLo estaba pasando fatal, por la Diosa, apenas pude dormir anoche. Sentía un fuego que me consumía la vagina y me hacía hervir gritando por un orgasmo, o mejor varios. No sé cuántos baños fríos me di, cuántas veces me toqué, retorciéndome de deseos insatisfechos, estas ganas de tener algo penetrando en mi interior no cesaban. Maldecía a Electra, a este mundo y al momento en que decidí aceptar esta locura. El hecho de recordar mis inte
SIGRIDBajé al fin el camisón que cayó al suelo y caminé desnuda hacia el baño, donde sabía que ni todo el hielo del mundo podría apagar este incendio.¿Dónde está Silas?Subí la torneada pierna a través del borde grueso de madera y me sumergí en una tina redonda de agua congelada, los trozos de hielo flotaban en la superficie.—Mmm — gemí aliviando un poco mis sofocos. “¿Será que fui demasiado dura con él? ¿Estará herido? ¿Me tendrá resentimientos y odio?”“Mejor que odie a Electra, mejor así” me lo repetía una y otra vez, pero cada segundo que pasaba me ahogaba más en el anhelo de verlo y tener su presencia dominante cerca de mí.*****SILASObservé oculto detrás de la columna cuando esa maldit4 esclava regresaba con un pesado barreño en la mano. Apenas podía soportar las ganas de retorcerle el cuello, más le valía no haberle puesto un dedo encima a mi señora.Esperé que pasara y antes de subir las escaleras, la embosqué por detrás, halándola por el brazo para arrojarla contra la
SIGRID " Mmm, sí, sí, justo así… mmm, Silas, más rápido, más… " ¡BAM! El ruido sordo de una puerta abriéndose de golpe me hizo quedarme más congelada que los hielos dentro de la tina. Me giré conmocionada para descubrir que había sido pillada totalmente. ¡Diosa bendita, si estaba incluso gimiendo su nombre mientras imaginaba que eran sus dedos los que me tocaban! —Mi señora, le traje el hielo que solicitó —entró y cerró la puerta, actuando como si no hubiese visto nada. —Bien —fue lo único que atiné a decir mientras le daba la espalda y me hundía hasta que el agua prácticamente me tapaba la nariz. Mi cabello corto flotaba en la superficie como una medusa negra. ¡Aaahhh, qué vergüenza! No, no, no… soy Electra, soy descarada y lasciva. Esto no es nada, no puedo entrar en pánico por cualquier desliz sexual que tenga. De repente, unas manos se colaron dentro del agua fría y comenzaron a recoger con suavidad mi cabello empapado en un moño alto. Silas se había arr
SIGRID Un gemido ronco escapó desde las profundidades de mi pecho. Mi cuerpo se arqueaba hacia arriba, con las piernas completamente abiertas y la cabeza colgando del hombro de Silas. Los dedos de mis pies se contraían y flexionaban, de puntillas contra el fondo de la tina. Una mano aferrada al borde y la otra se movía rítmicamente, salpicando agua por fuera, guiando la de Silas bajo el agua, hundiéndole mis uñas en su muñeca mientras lo empujaba a penetrarme justo donde lo necesitaba. —Más rápido… Silas, más… ahh justo ahí, sí… —gemía descontrolada, sin pensar en nada, mi mente en blanco solo ardiendo en lujuria. —Mmm, shhh —lo escuchaba gruñir, chupando y besuqueando mi cuello, acunando y apretando sensualmente mis senos con su mano libre, jugando con los pezones. Prácticamente, lo tenía encima de mi espalda como un animal salvaje enjaulado, conteniéndose para no devorarme por completo. Cada vez que ese falo de hielo me penetraba, iba directo a ese bultico hinchado y sensi
SIGRIDDe repente un sentimiento extraño se movió en mi interior, era lenta en las relaciones, pero no idiota. Resultaba obvio que Silas se sentía atraído por Electra, me lo decían sus acciones, yo no lo obligaba a nada. Bajé la mirada y a través de su pantalón oscuro vi la mancha viscosa de su deseo liberado, ni siquiera lo había tocado, él solo me daba placer a mí, o más bien a este cuerpo y, aun así, se había venido. ¿Será por la compatibilidad de magias? Cada vez la teoría de resonancia de almas gemelas se me hacía menos loca. Pero Silas creía que esa magia era de Electra y no. “Silas, me llamo Sigrid, yo no soy esta mujer, tu magia oscura y maldit4 anhela la mía, la mía, no la de Electra.” Bajé la cabeza y cerré los ojos sentada sobre la cama, ahora temblando de frío, recogiendo las piernas expuestas. Sentía mi intimidad hinchada por las penetraciones de ese objeto duro.—¿Duele? —de repente una voz me habló cerca y subí la mirada, él estaba inclinado sobre mí.Su ceño fr
SIGRIDSubí mis ojos a través del reflejo y lo sorprendí mirando hacia mi cuello para luego ¡hacerse por completo el desentendido!“¡Esclavo malo, podría castigarte por eso! ¡En vez de toquetearme el coño, tenías que haberme aplicado aquí el bálsamo!”—Mi señora, le puedo cepillar el cabello —se inclinó y tomó el cepillo, haciéndose el tonto. Nadie dijo nada. Regresé la manga caída del camisón a su sitio y asentí. Mis ojos se desviaron al lateral de su cuello, donde exhibía mi profunda mordida, enrojecida y fiera. La verdad es que él no me había clavado los dientes como yo a él.Bueno, ya qué, somos un par de desquiciados mentales, ¿para qué negarlo? El suave cepillar me encantaba. Pasaba con paciencia una y otra vez por cada hebra, acariciaba con sus manos mi pelo, el cuero cabelludo, mi nuca, mi frente.¿Quién lo enseñó a hacerlo tan bien? Pensé por un segundo en esta imagen de él con Lucrecia y la sangre me hirvió en las venas. Debía pensar en otra cosa, pero el recordar a
SIGRIDObvio y no la culpo, si sumido en la oscuridad, donde no da la luz, solo se observa un ojo dorado que la mira como una serpiente esperando a engullirla.—Yo… — da un paso atrás con terror.—Mejor párate en la otra esquina —le ordeno suspirando, así evito una tragedia. Silas de repente sale de su rincón donde él mismo se quedó de guardia. Va a la mesa y comienza a trinchar la carne finamente como me gusta, a servir en mi plato las cosas que prefiero, le quita la grasita del jamón que no me agrada y sirve un poco de vino en mi copa. Todo con destreza y rapidez, me quedo absorta descubriendo que ha examinado todos mis gustos. Debe ser parte de su entrenamiento para ser el esclavo perfecto.—Mi señora, subiré el fuego de la calefacción, debería quitarse esa capa tan pesada, será incómoda para comer, ¿le traigo otra más ligera? —me pregunta como quien no quiere las cosas. Pero ya sus manos van a bajar la mullida capa, a descubrir la parte de arriba de mi cuerpo. El vestido bor