SIGRID—¡Electra! —escuché el molesto chillido de Drusilla a mi espalda cuando ya había entrado a los dominios de la bruja mayor. Con cara de fastidio, me giré para enfrentarla. Venía ataviada con un hermoso vestido burdeos, el cabello recogido con una larga trenza que ondeaba a su espalda.—Creí que llegaba tarde y Morgana me regañaría, pero si su favorita aún anda por aquí, entonces estoy salvada —resopló y enseguida un hombre a su espalda le secó la frente con un pañuelo blanco bordado. Era un apuesto elemental, joven, demasiado joven, y bajo el trajecito elegante que llevaba igual pude ver los moretones en sus muñecas cuando subió la mano para secarle la frente. Ni siquiera se podía secar su asqueroso sudor sola.—Ya basta, aléjate, que quiero hablar con mi hermana —lo empujó y caminó hacia mí queriendo sostener mi brazo. Di la vuelta y la dejé plantada en su sitio y con el asco revolviéndose en mi estómago.La verdadera Electra era bien fría y con estas desgraciadas no tendr
SIGRID—Electra, como te comenté, ya creo que es hora de que comiences a buscar un buen partido. Recibí una invitación del castillo Vlad para un baile —fijó entonces su atención en mí. La miré a sus ojos llenos de planes astutos, mientras comía mi pollo.Mi mente pensaba frenética, los Vlad, justo esa era la casa del tío abuelo, me convenía ir a su fiesta y buscarlo.—¿Será pronto? Estoy en mis días “susceptibles” —le hablé por lo claro, aquí todas se metían esos encantamientos para ser unas zorras putonas con justificación.—Oh, no, no, querida, será en unos días, pero si estabas así, me lo hubieses dicho y cenábamos en otra ocasión.—Ahora estoy bien, no te preocupes —subí los hombros sin darle importancia—. Iré cuando llegue el momento.Asintió complacida. Las relaciones entre especies sobrenaturales eran algo complejas en esta etapa, la mayoría eran parientes de alguna manera, más de un matrimonio escandaloso se había dado.También por el mismo tema de lo difícil de procrear, el
SIGRID—¡Como vuelvas a traerme esclavos tan débiles, te despellejaré a ti! —le gritó al mayordomo y se llevaron al chico desmayado, sin embargo, me faltaba otra por rescatar.—Bueno, es mi turno de escoger entonces también, ¿no?Observé a Drusilla enseguida dirigirse a la chica con el cabello castaño y ojos grandes inocentes como un ciervo a punto de ser sacrificado. Sus manos recorrieron su rostro con delicadeza.—Mmm, hermosa, me encanta —se acercó a olerla en el cuello y fue bajando las manos hasta sus firmes y generosos senos que acarició, apretando la tierna carne. Las lágrimas de la chica bajaban por sus mejillas enrojecidas, pero aguantaba con más valentía que los propios hombres, mordiéndose los labios al punto de sangrar.—¿Eres virgen? —le preguntó con su mano descendiendo sobre su vientre —¡Respóndeme cuando te pregunto!Pellizcó dolorosamente su estómago.—Sí, sí… señora… — hipó llorando con más fuerza. Drusilla sonrió complacida, sus ojos fueron directos a la intimida
SIGRIDEscuché un sollozo más fuerte a mi espalda.La chica, que no había hecho una escena delante de Drusilla, apestaba a miedo ahora frente al peligro que representaba Silas.—Silas, te hice una pregunta —subí las manos, intentando calmarlo y dando pasos suaves hacia él.No me respondió, solo la miraba como un animal salvaje esperando para engullir su presa.Si tenía alguna duda, la acababa de verificar; Silas no era lo que me había mostrado. Esa sumisión frente a mí solo representaba una fachada. Recordé las palabras de Lucrecia sobre su rebeldía; sobrevivir tantos años en manos de esa maniática no es para un esclavo débil.No solo su espíritu era fuerte a pesar de las heridas de su alma, sino también el poder maldito dentro de él era… aterrador.—Te estoy hablando, Silas, ¿qué haces aquí? Te dije que me mires, ¡mírame de una maldit4 vez! —me estaba enojando.Llegué delante de él y lo acorralé contra la esquina de la puerta, tomando su mandíbula con fuerza y obligándolo a mirarme
SIGRIDDiosa, me estaba excitando demasiado este Silas arbitrario y dominante, masculino e impetuoso.—Silas, estás siendo irracional, solo cené… —me encontré incluso dando explicaciones, los latidos de mi corazón se aceleraban.—Se demoró mucho para solo una cena y trajeron a otro esclavo desmayado y luego regresó con esa mujer, ¿lo hizo con ambos o con más? ¿Dejó que la tocaran? El peligro se filtraba entre sus dientes, su cabeza se hundió en mi cuello y comenzó a olerme toda la piel como buscando rastros de otras esencias.—Con nadie, maldición, no lo hice con nadie…—Pruébemelo.—¿Qué?… —mi respiración se aceleró, comenzaba a ponerme algo nerviosa, ¡qué rayos!, ¡¡tengo que resistir!! —¿Cómo… cómo puedo probártelo? Ya te di mi palabra, obedece…—No —se negó así sin más, este esclavo rebelde.Un segundo después, su mano en mi cintura empezó a acariciar por encima de mi vientre, su boca daba suaves y húmedos besos en el lateral de mi cuello, donde la vena latía frenética.—Quiero c
SIGRIDMe daba la sensación de poder sentir muchas cosas dentro de él, locura, obsesión, lujuria, confusión e incluso miedo y dudas.—Acuclíllate, apóyate sobre mis muslos —tomó el borde de mi braga y me la bajó por completo por los muslos donde quedó atascada.No entendía, pero lo obedecí.Al momento me sentí demasiado expuesta, era como si fuese a hacer pis.En esta esquina a oscuras, en medio de la madrugada, aferrándome a la pared, mientras mordía mi vestido, semidesnuda, con los senos afuera, piernas separadas y las nalgas empinadas.Mi coño se abrió por la posición, mi espalda arqueada y mi trasero contra la caliente dureza de Silas, al menos sabía que estaba igual de excitado.—Mmmm —comencé a querer hablar.Hice por incorporarme, pero él se aferró a mis caderas de manera dominante y me sentó sobre sus muslos, también estaba en cuclillas.Me mantuvo en esa posición tan bochornosa.—Así te vas a venir más rápido, te va a gustar, no cierres las piernas —de nuevo esa voz magnética
SIGRIDMe recosté más a él que bajó sus manos y acomodó mi falda para tapar mis piernas del frío. Luego empezó a acariciar mis brazos para darme calor.Mis ojos miraron a la enorme luna llena en el cielo, tenía tantas dudas sobre él, era tan complejo y único. Sentía que su oscuridad me absorbía, me llamaba y cada vez podía hacer menos para resistirlo.—¿Lograste comprobar que no te mentía? —de tantas preguntas que tenía en la punta de mi lengua esa fue la tontería que solté.—No, aún no estoy seguro mi señora, tengo que comprobarlo de otras maneras —susurró suavemente contra mi nuca erizándome toda la piel.—Silas, sabes que yo nunca te obligaré a nada, no te miento. Conoces secretos que no deseo que nadie más sepa, no puedo dejarte ir así como así, por lo tanto, no te venderé a nadie, no tienes que obligarte a complacerme.Me giré un poco entre sus brazos para enfrentarlo. Su cabello corto brillaba bajo la luz de la luna y estaba desordenado de manera sexy. Ese ojo dorado brillab
SIGRIDEl flashback de mis gemidos excitados y los de Silas, de mi boca diciendo que necesitaba ir al baño… por todos los cielos. ¿Podía morirme ahora mismo, aquí y ahora?… por favor…Pensé en despacharla con rapidez y salir de este momento tan incómodo, pero Silas se me adelantó caminando hacia ella.Me tensé, igual me acerqué, esperaba que no me desobedeciera en esto o sí que me enojaría con él. — Silas— lo llamé con dureza, pero sin responderme, le arrancó con rudeza mi capa de encima a la chica. — No toques las cosas de mi señora - le habló autoritario. — Y no la sigas molestando con tu presencia, márchate por ese pasillo al área de servicio, mañana su Señoría dará órdenes para ti. La chica, a pesar de su miedo evidente, se quedó en su sitio, temblando, dándome miradas furtivas y ansiosas, y mi ceño cada vez más fruncido. — Pero… pero su señoría me eligió para servirle en la cama… — ¡¿Qué?! - Silas dio un paso hacia ella hablándole entre dientes, el aire olía a asesinato.