SIGRIDMe daba la sensación de poder sentir muchas cosas dentro de él, locura, obsesión, lujuria, confusión e incluso miedo y dudas.—Acuclíllate, apóyate sobre mis muslos —tomó el borde de mi braga y me la bajó por completo por los muslos donde quedó atascada.No entendía, pero lo obedecí.Al momento me sentí demasiado expuesta, era como si fuese a hacer pis.En esta esquina a oscuras, en medio de la madrugada, aferrándome a la pared, mientras mordía mi vestido, semidesnuda, con los senos afuera, piernas separadas y las nalgas empinadas.Mi coño se abrió por la posición, mi espalda arqueada y mi trasero contra la caliente dureza de Silas, al menos sabía que estaba igual de excitado.—Mmmm —comencé a querer hablar.Hice por incorporarme, pero él se aferró a mis caderas de manera dominante y me sentó sobre sus muslos, también estaba en cuclillas.Me mantuvo en esa posición tan bochornosa.—Así te vas a venir más rápido, te va a gustar, no cierres las piernas —de nuevo esa voz magnética
SIGRIDMe recosté más a él que bajó sus manos y acomodó mi falda para tapar mis piernas del frío. Luego empezó a acariciar mis brazos para darme calor.Mis ojos miraron a la enorme luna llena en el cielo, tenía tantas dudas sobre él, era tan complejo y único. Sentía que su oscuridad me absorbía, me llamaba y cada vez podía hacer menos para resistirlo.—¿Lograste comprobar que no te mentía? —de tantas preguntas que tenía en la punta de mi lengua esa fue la tontería que solté.—No, aún no estoy seguro mi señora, tengo que comprobarlo de otras maneras —susurró suavemente contra mi nuca erizándome toda la piel.—Silas, sabes que yo nunca te obligaré a nada, no te miento. Conoces secretos que no deseo que nadie más sepa, no puedo dejarte ir así como así, por lo tanto, no te venderé a nadie, no tienes que obligarte a complacerme.Me giré un poco entre sus brazos para enfrentarlo. Su cabello corto brillaba bajo la luz de la luna y estaba desordenado de manera sexy. Ese ojo dorado brillab
SIGRIDEl flashback de mis gemidos excitados y los de Silas, de mi boca diciendo que necesitaba ir al baño… por todos los cielos. ¿Podía morirme ahora mismo, aquí y ahora?… por favor…Pensé en despacharla con rapidez y salir de este momento tan incómodo, pero Silas se me adelantó caminando hacia ella.Me tensé, igual me acerqué, esperaba que no me desobedeciera en esto o sí que me enojaría con él. — Silas— lo llamé con dureza, pero sin responderme, le arrancó con rudeza mi capa de encima a la chica. — No toques las cosas de mi señora - le habló autoritario. — Y no la sigas molestando con tu presencia, márchate por ese pasillo al área de servicio, mañana su Señoría dará órdenes para ti. La chica, a pesar de su miedo evidente, se quedó en su sitio, temblando, dándome miradas furtivas y ansiosas, y mi ceño cada vez más fruncido. — Pero… pero su señoría me eligió para servirle en la cama… — ¡¿Qué?! - Silas dio un paso hacia ella hablándole entre dientes, el aire olía a asesinato.
SIGRID“Por favor, márchate, márchate ya”Apoyé la espalda en la puerta y esperé en silencio, en medio de la penumbra de mi habitación. Me sentía tan mal por haberle hablado así, llevé la mano a mi pecho con la amargura recorriendo mis venas.Él no se había marchado, seguía al pie de las escaleras, solo mirando hacia arriba, frío, impenetrable. Su aura abrumadora y oscura llegaba hasta esta puerta donde estoy recostada, dubitativa, pero no traspasaba la barrera.Estaba furioso, lo podía sentir, el aura asesina a su alrededor se revolvía de una manera feroz y luego… nada. Silas retiró toda esa energía maquiavélica y volvió a guardarla herméticamente dentro de él. No me dejaba percibir ni un resquicio de sus verdaderos sentimientos, no sin forzarlo con mi magia. Él regresaba a cómo éramos cuando nos conocimos. Cerré los ojos suspirando, me alejé de la puerta sin querer seguir monitoreándolo. Esto era lo que yo deseaba, alejarlo. Que me odiara, o más bien, a Electra y siguiera co
SILASRespiro profundo, calmando mi caos interior, resuelto, como cuando resistía y guardaba mi odio una y otra vez, planificando algún día mi venganza.Bajé mi mano con las uñas sangrando, algunas levantadas en carne viva, este dolor ya no es algo que me afectase. Recogí la máscara y la miré, mi dedo acarició el relieve de la talla sobre la madera oscura. Solo tengo que ser más inteligente, hacer mis cálculos en silencio y esperar. Caminé al fin de regreso a mi habitación, dispuesto a ser de nuevo el esclavo más desobediente de todos.*****SIGRIDLo estaba pasando fatal, por la Diosa, apenas pude dormir anoche. Sentía un fuego que me consumía la vagina y me hacía hervir gritando por un orgasmo, o mejor varios. No sé cuántos baños fríos me di, cuántas veces me toqué, retorciéndome de deseos insatisfechos, estas ganas de tener algo penetrando en mi interior no cesaban. Maldecía a Electra, a este mundo y al momento en que decidí aceptar esta locura. El hecho de recordar mis inte
SIGRIDBajé al fin el camisón que cayó al suelo y caminé desnuda hacia el baño, donde sabía que ni todo el hielo del mundo podría apagar este incendio.¿Dónde está Silas?Subí la torneada pierna a través del borde grueso de madera y me sumergí en una tina redonda de agua congelada, los trozos de hielo flotaban en la superficie.—Mmm — gemí aliviando un poco mis sofocos. “¿Será que fui demasiado dura con él? ¿Estará herido? ¿Me tendrá resentimientos y odio?”“Mejor que odie a Electra, mejor así” me lo repetía una y otra vez, pero cada segundo que pasaba me ahogaba más en el anhelo de verlo y tener su presencia dominante cerca de mí.*****SILASObservé oculto detrás de la columna cuando esa maldit4 esclava regresaba con un pesado barreño en la mano. Apenas podía soportar las ganas de retorcerle el cuello, más le valía no haberle puesto un dedo encima a mi señora.Esperé que pasara y antes de subir las escaleras, la embosqué por detrás, halándola por el brazo para arrojarla contra la
SIGRID " Mmm, sí, sí, justo así… mmm, Silas, más rápido, más… " ¡BAM! El ruido sordo de una puerta abriéndose de golpe me hizo quedarme más congelada que los hielos dentro de la tina. Me giré conmocionada para descubrir que había sido pillada totalmente. ¡Diosa bendita, si estaba incluso gimiendo su nombre mientras imaginaba que eran sus dedos los que me tocaban! —Mi señora, le traje el hielo que solicitó —entró y cerró la puerta, actuando como si no hubiese visto nada. —Bien —fue lo único que atiné a decir mientras le daba la espalda y me hundía hasta que el agua prácticamente me tapaba la nariz. Mi cabello corto flotaba en la superficie como una medusa negra. ¡Aaahhh, qué vergüenza! No, no, no… soy Electra, soy descarada y lasciva. Esto no es nada, no puedo entrar en pánico por cualquier desliz sexual que tenga. De repente, unas manos se colaron dentro del agua fría y comenzaron a recoger con suavidad mi cabello empapado en un moño alto. Silas se había arr
SIGRID Un gemido ronco escapó desde las profundidades de mi pecho. Mi cuerpo se arqueaba hacia arriba, con las piernas completamente abiertas y la cabeza colgando del hombro de Silas. Los dedos de mis pies se contraían y flexionaban, de puntillas contra el fondo de la tina. Una mano aferrada al borde y la otra se movía rítmicamente, salpicando agua por fuera, guiando la de Silas bajo el agua, hundiéndole mis uñas en su muñeca mientras lo empujaba a penetrarme justo donde lo necesitaba. —Más rápido… Silas, más… ahh justo ahí, sí… —gemía descontrolada, sin pensar en nada, mi mente en blanco solo ardiendo en lujuria. —Mmm, shhh —lo escuchaba gruñir, chupando y besuqueando mi cuello, acunando y apretando sensualmente mis senos con su mano libre, jugando con los pezones. Prácticamente, lo tenía encima de mi espalda como un animal salvaje enjaulado, conteniéndose para no devorarme por completo. Cada vez que ese falo de hielo me penetraba, iba directo a ese bultico hinchado y sensi