SIGRID—¡Como vuelvas a traerme esclavos tan débiles, te despellejaré a ti! —le gritó al mayordomo y se llevaron al chico desmayado, sin embargo, me faltaba otra por rescatar.—Bueno, es mi turno de escoger entonces también, ¿no?Observé a Drusilla enseguida dirigirse a la chica con el cabello castaño y ojos grandes inocentes como un ciervo a punto de ser sacrificado. Sus manos recorrieron su rostro con delicadeza.—Mmm, hermosa, me encanta —se acercó a olerla en el cuello y fue bajando las manos hasta sus firmes y generosos senos que acarició, apretando la tierna carne. Las lágrimas de la chica bajaban por sus mejillas enrojecidas, pero aguantaba con más valentía que los propios hombres, mordiéndose los labios al punto de sangrar.—¿Eres virgen? —le preguntó con su mano descendiendo sobre su vientre —¡Respóndeme cuando te pregunto!Pellizcó dolorosamente su estómago.—Sí, sí… señora… — hipó llorando con más fuerza. Drusilla sonrió complacida, sus ojos fueron directos a la intimida
SIGRIDEscuché un sollozo más fuerte a mi espalda.La chica, que no había hecho una escena delante de Drusilla, apestaba a miedo ahora frente al peligro que representaba Silas.—Silas, te hice una pregunta —subí las manos, intentando calmarlo y dando pasos suaves hacia él.No me respondió, solo la miraba como un animal salvaje esperando para engullir su presa.Si tenía alguna duda, la acababa de verificar; Silas no era lo que me había mostrado. Esa sumisión frente a mí solo representaba una fachada. Recordé las palabras de Lucrecia sobre su rebeldía; sobrevivir tantos años en manos de esa maniática no es para un esclavo débil.No solo su espíritu era fuerte a pesar de las heridas de su alma, sino también el poder maldito dentro de él era… aterrador.—Te estoy hablando, Silas, ¿qué haces aquí? Te dije que me mires, ¡mírame de una maldit4 vez! —me estaba enojando.Llegué delante de él y lo acorralé contra la esquina de la puerta, tomando su mandíbula con fuerza y obligándolo a mirarme
SIGRIDDiosa, me estaba excitando demasiado este Silas arbitrario y dominante, masculino e impetuoso.—Silas, estás siendo irracional, solo cené… —me encontré incluso dando explicaciones, los latidos de mi corazón se aceleraban.—Se demoró mucho para solo una cena y trajeron a otro esclavo desmayado y luego regresó con esa mujer, ¿lo hizo con ambos o con más? ¿Dejó que la tocaran? El peligro se filtraba entre sus dientes, su cabeza se hundió en mi cuello y comenzó a olerme toda la piel como buscando rastros de otras esencias.—Con nadie, maldición, no lo hice con nadie…—Pruébemelo.—¿Qué?… —mi respiración se aceleró, comenzaba a ponerme algo nerviosa, ¡qué rayos!, ¡¡tengo que resistir!! —¿Cómo… cómo puedo probártelo? Ya te di mi palabra, obedece…—No —se negó así sin más, este esclavo rebelde.Un segundo después, su mano en mi cintura empezó a acariciar por encima de mi vientre, su boca daba suaves y húmedos besos en el lateral de mi cuello, donde la vena latía frenética.—Quiero c
SIGRIDMe daba la sensación de poder sentir muchas cosas dentro de él, locura, obsesión, lujuria, confusión e incluso miedo y dudas.—Acuclíllate, apóyate sobre mis muslos —tomó el borde de mi braga y me la bajó por completo por los muslos donde quedó atascada.No entendía, pero lo obedecí.Al momento me sentí demasiado expuesta, era como si fuese a hacer pis.En esta esquina a oscuras, en medio de la madrugada, aferrándome a la pared, mientras mordía mi vestido, semidesnuda, con los senos afuera, piernas separadas y las nalgas empinadas.Mi coño se abrió por la posición, mi espalda arqueada y mi trasero contra la caliente dureza de Silas, al menos sabía que estaba igual de excitado.—Mmmm —comencé a querer hablar.Hice por incorporarme, pero él se aferró a mis caderas de manera dominante y me sentó sobre sus muslos, también estaba en cuclillas.Me mantuvo en esa posición tan bochornosa.—Así te vas a venir más rápido, te va a gustar, no cierres las piernas —de nuevo esa voz magnética
SIGRIDMe recosté más a él que bajó sus manos y acomodó mi falda para tapar mis piernas del frío. Luego empezó a acariciar mis brazos para darme calor.Mis ojos miraron a la enorme luna llena en el cielo, tenía tantas dudas sobre él, era tan complejo y único. Sentía que su oscuridad me absorbía, me llamaba y cada vez podía hacer menos para resistirlo.—¿Lograste comprobar que no te mentía? —de tantas preguntas que tenía en la punta de mi lengua esa fue la tontería que solté.—No, aún no estoy seguro mi señora, tengo que comprobarlo de otras maneras —susurró suavemente contra mi nuca erizándome toda la piel.—Silas, sabes que yo nunca te obligaré a nada, no te miento. Conoces secretos que no deseo que nadie más sepa, no puedo dejarte ir así como así, por lo tanto, no te venderé a nadie, no tienes que obligarte a complacerme.Me giré un poco entre sus brazos para enfrentarlo. Su cabello corto brillaba bajo la luz de la luna y estaba desordenado de manera sexy. Ese ojo dorado brillab
SIGRIDEl flashback de mis gemidos excitados y los de Silas, de mi boca diciendo que necesitaba ir al baño… por todos los cielos. ¿Podía morirme ahora mismo, aquí y ahora?… por favor…Pensé en despacharla con rapidez y salir de este momento tan incómodo, pero Silas se me adelantó caminando hacia ella.Me tensé, igual me acerqué, esperaba que no me desobedeciera en esto o sí que me enojaría con él. — Silas— lo llamé con dureza, pero sin responderme, le arrancó con rudeza mi capa de encima a la chica. — No toques las cosas de mi señora - le habló autoritario. — Y no la sigas molestando con tu presencia, márchate por ese pasillo al área de servicio, mañana su Señoría dará órdenes para ti. La chica, a pesar de su miedo evidente, se quedó en su sitio, temblando, dándome miradas furtivas y ansiosas, y mi ceño cada vez más fruncido. — Pero… pero su señoría me eligió para servirle en la cama… — ¡¿Qué?! - Silas dio un paso hacia ella hablándole entre dientes, el aire olía a asesinato.
SIGRID“Por favor, márchate, márchate ya”Apoyé la espalda en la puerta y esperé en silencio, en medio de la penumbra de mi habitación. Me sentía tan mal por haberle hablado así, llevé la mano a mi pecho con la amargura recorriendo mis venas.Él no se había marchado, seguía al pie de las escaleras, solo mirando hacia arriba, frío, impenetrable. Su aura abrumadora y oscura llegaba hasta esta puerta donde estoy recostada, dubitativa, pero no traspasaba la barrera.Estaba furioso, lo podía sentir, el aura asesina a su alrededor se revolvía de una manera feroz y luego… nada. Silas retiró toda esa energía maquiavélica y volvió a guardarla herméticamente dentro de él. No me dejaba percibir ni un resquicio de sus verdaderos sentimientos, no sin forzarlo con mi magia. Él regresaba a cómo éramos cuando nos conocimos. Cerré los ojos suspirando, me alejé de la puerta sin querer seguir monitoreándolo. Esto era lo que yo deseaba, alejarlo. Que me odiara, o más bien, a Electra y siguiera co
SILASRespiro profundo, calmando mi caos interior, resuelto, como cuando resistía y guardaba mi odio una y otra vez, planificando algún día mi venganza.Bajé mi mano con las uñas sangrando, algunas levantadas en carne viva, este dolor ya no es algo que me afectase. Recogí la máscara y la miré, mi dedo acarició el relieve de la talla sobre la madera oscura. Solo tengo que ser más inteligente, hacer mis cálculos en silencio y esperar. Caminé al fin de regreso a mi habitación, dispuesto a ser de nuevo el esclavo más desobediente de todos.*****SIGRIDLo estaba pasando fatal, por la Diosa, apenas pude dormir anoche. Sentía un fuego que me consumía la vagina y me hacía hervir gritando por un orgasmo, o mejor varios. No sé cuántos baños fríos me di, cuántas veces me toqué, retorciéndome de deseos insatisfechos, estas ganas de tener algo penetrando en mi interior no cesaban. Maldecía a Electra, a este mundo y al momento en que decidí aceptar esta locura. El hecho de recordar mis inte