LYRADe rodillas, tuve ese falo temblando delante de mi rostro, a punto de sacarme un ojo, endurecido, la punta dilatada con una deliciosa perla de humedad.Me incliné, tomándolo en mi puño cerrado, sintiéndolo pulsar bajo mis dedos mientras movía mi mano arriba y abajo, dándole un placentero masaje.Los siseos excitados se escucharon por encima de mi cabeza.Mi boca salivaba, me acerqué para aspirar el aroma de la punta, tan picante y salvaje como él."Déjame probarlo, mmmm, métetelo en la boca." Aztoria me incitaba a cometer locuras.Abrí los labios y saqué la lengua, mi mano se meneaba masturbándolo.Rodeé la enrojecida cabeza en una suave caricia, lamí la uretra, introduciendo la resbalosa punta en la abertura, jadeando con lujuria, mirando hacia arriba, a sus ojos profundos, fijos en mi felación.Frente a su mirada atenta, comencé a chupar la cabeza de hongo.Lasciva y descarada, con sonidos pecaminosos saliendo de mis labios mientras lo mamaba más y más profundo hasta mi gargant
DRAKKAR Invadí la zona privada de cacería de la manada buscando una colmena que descubrí días atrás. A diferencia de lo que “ellos” creían, podía comer carne cada vez que quisiera. Pero ya me aburría el mismo sabor quemado de la barbacoa. El sabor de la miel me llevaba a adentrarme en el área prohibida. Un aroma demasiado dulce invadió mis sentidos, pensé encontrarme con las abejas, sin embargo… me encontré con una extraña hembra. Estaba en peligro y actué por instinto, salvándola de aquel depredador. Seguiría por mi camino, los guerreros de la manada estaban cerca y la protegerían. Pero sus súplicas entraron por mis oídos y miré a esos ojos raros y hermosos… ese fue mi mayor error. El aroma dulce que me tentaba provenía de ella y cada vez que esa hembra abría la boca no podía escapar de sus palabras. Mis ojos la seguían aun sin querer. Es perfecta y el hijo del Alfa la quiere para él, por supuesto que lo hace. No tengo derecho a ambicionarla, no tengo derecho a nada,
LYRA—Si lo mojas con agua caliente, las plumas salen mejor —tomé un cuenco de madera y lo sumergí en el agua hirviendo.Comencé a mostrarle, en cuclillas frente a él, lo fácil que era quitar las plumas sin llevarse medio bicho en el proceso.—Así haces menos fuerza y luego le pasas rápido una astilla con fuego y quemas esos pelos duros… ¿ves? —subí la cabeza para enfrentarme a esa mirada medianoche.Mis mejillas se sonrojaron un poco por la cercanía y la atención que me ponía.—Te puedes herir las manos, yo lo hago —habló de repente, quitándome el ave y revisándome los dedos.Mi corazoncito se sentía dulce y tenía ganas de besarlo, pero me dio vergüenza ser tan pegajosa en la mañana.El animal resultó tener más carne de lo que creía, pesaba varios kilos y mi mente estaba ideando cómo hacerla deliciosa, sin embargo, los recursos aquí no eran muchos.—Voy al río a lavarla y botar esas vísceras, ¿o te las comes?—¿Las tripas? —mi cara se contrajo solo al pensar en el contenido interior—
LYRA—¡¿Qué está sucediendo aquí, Verak?!Tocando el suelo con mis botines, el Alfa de la manada llegó impetuoso, con la hechicera y otra mujer a cuestas.Su presencia detuvo enseguida la lucha. Corrí hasta donde estaba mi macho, lleno de heridas y mordiscos de ese maldito que no jugó limpio.Al menos Drakkar le arrancó también varios pedazos a su lobo.Lo apoyé cuando se arqueó, a punto de vomitar.—Aguanta, por favor —le susurré, pasando su fuerte brazo sobre mis hombros, acariciando su espalda. Sentía el veneno revolviéndose en su interior.—¡Alfa, pedimos justicia, que se respeten las leyes de la manada!—¡CÁLLATE! —el Alfa le ordenó a uno de los guerreros, quien enseguida cerró la boca.El que había empujado por la plataforma, era recogido por otro de ellos.—¡Verak, explícame inmediatamente este escándalo!—Padre, yo solo apoyaba a estos guerreros —se transformó en su forma humana, sangrando por todos lados, su aura llena de ira se desbordaba de sus poros.—Drakkar ni siquiera c
NARRADORA—¡Me tienes harto, Verak! —el rugido del Alfa fue seguido por una fuerte bofetada.Verak aguantó estoico el golpe enfurecido de su padre, ya tenía el cuero más que acostumbrado a sus golpes.—Me gusta esa hembra, no voy a dejársela al imbécil de Drakkar —respondió en voz baja pero sin ceder.Pocas veces había desafiado la voluntad del Alfa.—¡¿Acaso eres idiota?! —los caninos de Arom estaban desenfundados, agitado de la ira que sentía, pero cualquiera podría escucharlos.Respiró profundo e intentó calmarse.—No podemos ofender a la Curandera, el poder de la manada está ligado a esa mujer, tú lo sabes, ¡no puedes arriesgarlo todo por un coño! —lo tomó de los hombros con fiereza para hacerlo enfrentarlo.Su aura de Alfa controlando con mano férrea a su cachorro rebelde.—Puedes tener a esa hembra en secreto, no serás el primero en mantener a dos mujeres, pero tu pareja frente a todos debe ser Nana —sus ojos oscuros miraban a los de su hijo que eran moldeados a semejanza suya.
NARRADORALyra corrió a la máxima velocidad que le permitían los botines.Se hundía en la tierra y sudaba a raudales, apartando las hojas anchas que impedían su paso.Atravesando los arbustos encontró, en medio de un claro, una escena que le paralizaría el corazón.Drakkar luchando a mano limpia con un enorme depredador, despiadado y poderoso, a cuatro patas, con un escudo de cuernos en la gigantesca cabeza.Al final del cuerpo de casi tres metros, una cola larga se balanceaba llena de púas peligrosas que ahora iba a atacar a traición la espalda del guerrero.—¡CUIDADO! —Lyra gritó abalanzándose sin pensarlo a la pelea.Drakkar nunca había sentido tanto miedo en su vida como cuando la vio arrojarse al peligro.Sus dos poderosas manos sostenían la mandíbula y el maxilar del Brontocérax, sus piernas musculosas se iban resbalando hacia atrás, haciendo un surco en la tierra con el empuje de la bestia frente a él.—¡CORRE LYRA! —rugió advirtiéndole, forzando a su lobo a salir a pesar de la
NARRADORA—¡Aztoria, tienes que encontrar el Aliento de Vida! ¡Siempre crece cerca de las Cassiópelas!Lyra le gritaba a su loba, agarrándose el vestido y corriendo entre enredaderas y raíces.Los árboles se estremecían a su alrededor, el sudor empapándole la piel, los animales pequeños huían a su paso, escapando del gigante a su espalda.Salta un tronco caído, esquiva una rama, agáchate y sube, todo el tiempo perseguida por la sombra del fuerte guerrero."¡Están allí, allí!" la Alfa olfateó con el viento a favor.Le llegó la esencia picante y asfixiante de las Cassiópelas, pero también del tesoro que cuidaban esas plantas peligrosas.—¡Lyra, no vayas en esa dirección, hay veneno, son plantas venenosas! —Drakkar le gritó.No sabía qué pretendía, pero esas flores rojas eran un arma mortal.—¡Sé lo que hago, sígueme por aquí! —Lyra se metió entre unos árboles gruesos y apretados que le sirvieron para frenar la carrera del Brontocérax, al menos unos segundos.Se agachó buscando como loca
NARRADORADrakkar se vio siendo arrastrado de nuevo a otra locura por la mujer que apenas y le llegaba a los pectorales.El sol ya se ocultaba y la noche caía sobre ellos; andar por la jungla a oscuras era casi un suicidio.—Yo voy delante —Drakkar la escondió a su espalda, alerta, internándose en el oscuro agujero con el olor de la bestia marcando el territorio.“¿Viste a mi macho qué sexy se veía hoy cazando? Diosa, cuando saltó del árbol…”Lyra seguía en silencio a Drakkar, en su mente Aztoria no se callaba.Pensó que le mostraría de nuevo su recuerdo de la heroica batalla; sin embargo, los ojos de su loba habían estado fijos debajo de la falda de cuero del guerrero.Lyra enrojeció frente a la “visión” de la salchicha voladora con los dos huevos.“Diosa bendita, eres una pervertida, Aztoria” le dijo, cerrando la conversación con su loba libertina.—No hay más animales y el olor a advertencia mantendrá a salvo esta cueva por un tiempo —Drakkar le dijo luego de examinar la amplia cav