NARRADORA—¡Aztoria, tienes que encontrar el Aliento de Vida! ¡Siempre crece cerca de las Cassiópelas!Lyra le gritaba a su loba, agarrándose el vestido y corriendo entre enredaderas y raíces.Los árboles se estremecían a su alrededor, el sudor empapándole la piel, los animales pequeños huían a su paso, escapando del gigante a su espalda.Salta un tronco caído, esquiva una rama, agáchate y sube, todo el tiempo perseguida por la sombra del fuerte guerrero."¡Están allí, allí!" la Alfa olfateó con el viento a favor.Le llegó la esencia picante y asfixiante de las Cassiópelas, pero también del tesoro que cuidaban esas plantas peligrosas.—¡Lyra, no vayas en esa dirección, hay veneno, son plantas venenosas! —Drakkar le gritó.No sabía qué pretendía, pero esas flores rojas eran un arma mortal.—¡Sé lo que hago, sígueme por aquí! —Lyra se metió entre unos árboles gruesos y apretados que le sirvieron para frenar la carrera del Brontocérax, al menos unos segundos.Se agachó buscando como loca
NARRADORADrakkar se vio siendo arrastrado de nuevo a otra locura por la mujer que apenas y le llegaba a los pectorales.El sol ya se ocultaba y la noche caía sobre ellos; andar por la jungla a oscuras era casi un suicidio.—Yo voy delante —Drakkar la escondió a su espalda, alerta, internándose en el oscuro agujero con el olor de la bestia marcando el territorio.“¿Viste a mi macho qué sexy se veía hoy cazando? Diosa, cuando saltó del árbol…”Lyra seguía en silencio a Drakkar, en su mente Aztoria no se callaba.Pensó que le mostraría de nuevo su recuerdo de la heroica batalla; sin embargo, los ojos de su loba habían estado fijos debajo de la falda de cuero del guerrero.Lyra enrojeció frente a la “visión” de la salchicha voladora con los dos huevos.“Diosa bendita, eres una pervertida, Aztoria” le dijo, cerrando la conversación con su loba libertina.—No hay más animales y el olor a advertencia mantendrá a salvo esta cueva por un tiempo —Drakkar le dijo luego de examinar la amplia cav
DRAKKAREste agujero de agua caliente no era tan grande, pero sentía que estábamos demasiado lejos.¿Qué hacer?Viví solo desde cachorro, en la cueva comunitaria donde crían a los huérfanos, vi machos y hembras apareándose... siempre era igual.La hembra de espaldas, siendo penetrada por detrás, los animales también lo hacían de esa manera. ¿Por qué a Lyra no le gustaba así?Recordé el placer de su boca sobre mi falo, lo quiero de nuevo, deseo saber todos esos secretos que no conozco.Me voy acercando poco a poco a su espalda, su cabello mojado cae por la piel rosada, mis manos pican por tocarla, nunca había estado tan duro y excitado.Rodeo su cintura lentamente. Se siente tan pequeña, es tan suave que tengo miedo de dañarla con mi aspereza y callos.—Lyra —susurro su nombre, inclinándome sobre su hombro. Su cuerpo se estremece bajo mi toque, y eso me da seguridad.—No quise gritarte, yo… pensé que te habías arrepentido…—Me dijiste que buscara a otro macho.—No. No. Cazaré al anima
LYRASentía los pliegues estirados al límite, nuestros fluidos salpicando en cada cogida… me encantaba, no podía parar, era como mi propia droga afrodisíaca.Escalofríos de placer bajaban por mi columna, en las puertas del éxtasis, pero mi parte primitiva deseaba un último empujón.—Ah, ah, ah, córrete dentro de mí, dámelo, mi macho, dame tu nudo… mmmm… —me incorporé de rodillas, con él unido a mi espalda, bombeando desde abajo mientras me meneaba contra su pelvis.Su mano rodeó mi cuello posesivamente y la otra se enterró en mi cadera.Su boca gemía en mi oído, llevándome a los confines del placer.Sus testículos golpeaban rítmicamente contra mis nalgas, hasta que en dos o tres estocadas profundas casi son enterrados en mi hendidura.Con un gruñido ronco, sentí los calientes chorros derramarse, llenándome, complaciéndome, catapultando mi propia liberación.El sudor caía como agua, resbalando por nuestras pieles brillantes. La bruma nos rodeaba con el olor picante del apareamiento.C
LYRA Me sentí como un trozo de carne ahí parada, en medio de esa plaza rústica, con todos esos ojos lascivos mirándome de arriba abajo. Eran mis “pretendientes” y la verdad es que no imaginé que fuesen tantos. —¡Quien case a la bestia más poderosa puede reclamar a esta hembra! Con ese rugido, el Alfa le dio inicio a esta locura. Mi mirada vagaba por todos lados, buscándolo. No estaba en la cueva y tampoco apareció en la plaza. Vi a los hombres marcharse, con el corazón apretado en mi pecho. Los ojos peligrosos de Verak me miraron a la distancia, de pie, al lado de una choza. Sabía que algo tramaba, que no se quedaría de brazos cruzados. Comenzaba a arrepentirme de proponer esta competencia. ¿De qué me servía si el macho que deseaba no iba a participar? “Dale un voto de confianza, yo creo que nos va a sorprender nuestro salvajito” —Aztoria me dijo, pero podía sentir también su inquietud. “Más le vale, porque si Drakkar me vuelve a rechazar de esta manera, las cos
NARRADORAEntre rugidos, choque de cuerpos, sangre en el aire y violencia extrema, un pequeño hombre lobo aprovechaba cualquier brecha para colarse y atacar.La lanza casi no podía atravesar las corazas de los enemigos, pero él instigaba al caos, por aquí y por allá.¡BAM! ¡BOOM! ¡GROARR!La enorme Dracotélion alzó entre sus fauces el cuerpo entero de un Brontocérax, lanzándolo en el aire y derribando a otros del rebaño.Pero todas sus escamas estaban bañadas en sangre, sus movimientos cada vez se hacían más lentos y disímiles huecos de cuernos se hundían en su dura piel.Aun así, cada vez recibía menos ataques, los cuerpos de los Brontocérax caídos se acumulaban alrededor, las hembras huían con las crías y solo quedaban algunos machos atrás, dando pelea.Las aves volaban con alaridos de miedo, los otros animales más pequeños escapaban del peligro, el bosque entero revolucionado.Repentinamente, Drakkar fue descubierto por un Brontocérax macho y recibió de frente el ataque del gigante
NARRADORALyra frunció el ceño al ver lo que el lobo gris había cargado hasta la tribu con sumo esfuerzo.—¡Ayúdenlo! —El Alfa rugió todo emocionado.Primero, porque se quitaría de encima a esa mujer molesta que obsesionaba a su hijo y segundo, ¡por tan buena cosecha!Si hubiese sabido que la competencia por las hembras iba a empujar a los machos a cazar como unos locos suicidas, ¡lo hubiese hecho antes!Ran se convirtió en su forma humana, inflado por las miradas y las palabras de admiración de todos, que ya lo veían como el ganador.—¡Ran, cómo pudiste cazar a este gigante!—¡Ran, ¿no quieres ser mi macho?!—¡Sí, Ran, fíjate, no tengo nada que envidiarle a esa hembra extranjera!El guerrero miró con ojos despectivos a las mujeres que se abalanzaban. Antes se sentiría halagado, pero ¿quién les dijo que con esos colores oscuros, los dientes amarillos y el pelo enmarañado y grasoso se podían comparar con la belleza de Lyra?Sin embargo, mientras caminaba hacia la que ya creía su mujer
NARRADORA—Esa mujer es una suertuda…—No sabía que Drakkar fuese tan feroz, incluso sin su lobo, maldit4 sea, debí aparearme con él…Murmullos codiciosos se escuchaban por doquier. En un instante, la imagen del macho cambió drásticamente.Pero antes de que Lyra se halara de los moños con algunas lobas resbalosas, uno de los guerreros testigos dio otra buena noticia.—¡Alfa, vamos, ahora que fueron ahuyentados los animales durante la pelea, hay carne por todos lados, mucha carne!Enseguida, la disputa se olvidó a un segundo plano, porque frente a la comida, nada más era importante.Verak estaba que echaba humo por los oídos, tenía ganas de despellejar a Drakkar y demostrar que solo había tenido suerte, que seguía siendo el mismo debilucho de siempre.Pero frente a la mirada de la manada y de la Curandera, no podía hacer algo así.—¡Organícense, hasta los ancianos y niños, iremos rápido a buscar la carne! —el Alfa enseguida movilizó a su gente, no sin antes acercarse a Drakkar y palmea