LAVINIAA medida que nos íbamos acercando, me sudaban cada vez más las manos.Mis ojos bajaron a esos sexis labios que se veían por fuera de la máscara.Su piel blanca, esa mezcla de belleza etérea y bestia peligrosa.—Su… su majestad —lo saludé cuando estuvimos frente a frente, haciendo un saludo con la cabeza e intentando controlar los latidos de mi corazón.—Srta. Rosemarie —me estremecí al escuchar su voz profunda y magnética.Si me quedaba un mínimo de duda de que era Laziel, lo acababa de comprobar.Subí la mirada a esas pupilas doradas que me observaban, llenas de oscuras promesas.Mi mano fue sostenida por la fría de Laziel.La otra rodeó mi cintura de manera posesiva y me pegó a su cuerpo más alto.Mis senos contra su duro pecho. Bajó la cabeza para quedarnos a apenas centímetros de distancia.—No te pongas nerviosa, Lavinia, no te voy a morder… aún —susurró en voz baja contra mis labios, con la silueta de una sonrisa maliciosa en la esquina de la boca.Tragué en seco, con la
LAVINIAMis ojos asombrados, las manos aún estiradas, mis cabellos moviéndose con el viento que pasaba a toda prisa, silbando en mis oídos.Él me miraba desde arriba y se iba perdiendo de mi vista nublada.—¡Laziel, maldit4 sea! ¡Deja de jugar y baja tu trasero ahora mismo! —el susto fue sustituido por el enojo, el miedo a caer mezclado con la ira.Una risa juguetona se escuchó en el vacío. Fuertes brazos me atraparon y sentí el aleteo de alas.Fui sostenida contra su duro pecho vibrante, estaba de buen humor, mientras yo lo seguía maldiciendo.—¡Soy mayor que tú! ¡Deja de…! —sus labios se estrellaron con los míos.Su beso profundo, su lengua enredando a la mía, sus gemidos roncos, sus manos ardientes arrancando las telas de mi vestido hasta desnudarme.Caí en la más profunda oscuridad y el primer Nocturne me llevó hasta su mundo lleno de pecado y lascivia.Estábamos parados sobre la cima de una torre negra de acero, opresiva, con columnas afiladas como garras inclinadas hacia nosotro
LAVINIA Tomé los eslabones de hierro que colgaban de algún sitio, con los puños resbalosos del sudor, empinando el trasero y el coño palpitando emocionado. Jadeé, al sentir la punta de su polla pasarse arriba y abajo, abrí más las piernas, Diosa, lo deseaba como nunca había deseado a nadie. —¡Aaahhh qué grueso…! Sshhh… aahh… ¡qué rico bebé! Mi gemido se perdió en la tormenta que azotaba a nuestro alrededor cuando esa verga enorme y caliente me penetró, abriéndome a un límite que me tenía sudando. Mi vagina contrayéndose y mojándose, tragándolo golosa, pidiendo más abuso. — Laziel… —Lavinia… mi Lavinia… Mi cabello fue agarrado en un puño, dominada por garras en mi cadera, sus gruñidos en mi cuello y su falo entrando ardiente hasta las profundidades, una y otra vez… Gemía y suplicaba por más, mi cuerpo se movía vigoroso adelante y atrás, las cadenas se balanceaban sobre mi cabeza, mi coño gozando con la ardiente cogida. Laziel me montó como un animal en celo… Diosa, veí
NARRADORAMIENTRAS TANTO…Aun lejos de la manada real, Lyra, Drakkar y su gente, seguían luchando por sobrevivir.—¡Usen los remos! —gritó Drakkar a los demás guerreros, siguiendo las indicaciones de su hembra.—¡No despliegues la vela, hay demasiado viento! Antes de que Lyra pudiese advertirle, la piel que hacía de vela e impulsaba la barca rústica se le fue de las manos a Lorenzo y voló con el viento.Lyra se estaba arrepintiendo de atravesar este pedazo de mar para llegar más rápido a las tierras de las Manadas Altas.—Lo lamento —Lorenzo frunció el ceño, mirando con pesar el cuero que se iba, pero sus manos sangraban por las cortadas de la cuerda de cáñamo.Nana enseguida sacó las hierbas medicinales de su morral para ayudarlo.Ahora hacía de ayudante de Lyra, como curandera.Cuando Drakkar pensaba en contramedidas, algo sucedió que cambió el rumbo de las cosas.—¡¿Qué es eso?!Lyra escuchó el clamor de los lobos y miró hacia el frente para descubrir un barco mucho más elaborado
VALERIA — ¿Estás… estás segura Esther? – le pregunto con la voz quebrada. Mi corazón late apresurado, lleno de felicidad. — Muy segura Luna. Está embarazada. — ¿Por qué no he podido olerlo o su padre? – le pregunto preocupada. — Es muy reciente, quizás por eso, dele más días y debería percibir sus feromonas. Me responde y asiento, con los ojos nublados por las lágrimas. Soy la Luna de manada “Bosque de Otoño”. Hace tres años me casé con el hombre que amo con locura, a pesar de no ser mates destinados, mi Alfa Dorian. He dado todo por ser la Luna perfecta, el pilar al que pueda apoyarse, sin embargo, una sombra opaca mi matrimonio y era el tema del heredero. Nunca había podido salir embarazada y admito que no comparto mucho la cama con Dorian, pero sé que sus obligaciones de Alfa lo tienes demasiado ocupado y estresado. — Por favor, no le digas a nadie en la manada. Deseo sorprender a mi esposo. — Pierda cuidado Luna, no diré nada. ¡Felicidades! – me sonríe y le devuelvo la
VALERIA Me muerde con saña en el muslo y me arrastra debajo de su cuerpo, controlándome sin piedad. Intento resistirme, pedir ayuda, mis manos sobre mi vientre tratando de defender a mi cachorro, pero sus garras, como armas mortales, perforan mi piel, destrozando todo mi pequeño cuerpo vulnerable. Tengo que subir los brazos por instinto, cuando sus garras afiladas se dirigen a mi rostro y grito en agonía debido a una profunda herida que atraviesa mi mejilla desde mi frente. Al dejar descubierta mi barriga, él arremetió contra nuestro hijo. — ¡¡¡NOOOO, el cachorro no, por favor Dorian, MI HIJO NO…!!! Las lágrimas salían sin cesar de mis ojos mientras le suplicaba, pero sus caninos devoraban mi carne y sus garras buscaban en las profundidades de mis entrañas a sangre fría, queriendo sacar la vida que llevaba dentro. No sé cuánto tiempo duró esta agonía, sollozaba implorándole mientras pude hablar. El dolor en todo mi cuerpo era insoportable, pero más mi alma, que sangraba destroz
VALERIA Escucho gritos estridentes, cristales que se rompen, un rugido animal, gruñidos de Alfa, forcejeo y pelea. Algo caliente me salpica la cara y los brazos, mis garras destrozan y mis caninos desgarran. No puedo detenerme, no puedo, la rabia me consume por dentro y grita liberación. No sé qué hago, no tengo consciencia de mí misma, solo sé, que cuando recupero el control de mi cuerpo lo primero que miro son mis manos llenas de sangre. Estoy de rodillas en el suelo, a mi alrededor todo se ve en rojo, destrozos y partes de lo que alguna vez fue un poderoso Alfa, de Dorian. ¿Qué hecho? ¡¿Qué he hecho por la Diosa?! Miro la cabeza arrancada a un metro de mí. Los ojos mieles aún me miran con pánico y siento como las arcadas suben por mi garganta. Vomito a un lado sin poderlo evitar, asqueada por toda esta escena llena de muerte y violencia. ¿Yo hice todo esto? Aquí no hay nadie más. Miro a mi alrededor, no sé a dónde fue Sophia, solo sé que alguien fue arrojado por la venta
VALERIASu actitud gritaba soy el puto amo de todo aquí, el dueño absoluto.Enseguida bajé la cabeza temblando, no importaba que no tuviese loba interior, el poder que emanaba de ese hombre parecía asfixiarte, estrangularte el alma y estaba incluso un poco distante de mí.Era un Lycan, la especie superior de los hombres lobos, la mayor evolución y estaba casi segura de que se trataba del más poderoso de todos, Aldric Thorne, el Rey Lycan.— Sasha, encárgate de sacar la basura y asegúrate de que mi próxima doncella personal no sea una zorra intrigosa o perderá más que la cabeza – su voz ronca, intimidante, fría, se escuchó y luego pasos alejándose.— Esto es un desastre, ya es la quinta en dos meses, no sé qué tienen estas niñas en la cabeza, mira que se los advierto.La Gobernanta, que es la señora que administra el castillo, se acerca y saca un pequeño frasco de entre las manos de víctima.— Otra que intenta darle un afrodisiaco al Rey, mujer idiota. Llamaré a un sirviente para que s