VICTORIA No sabía qué pensar al respecto, tampoco quería pensar demasiado, dejaría que todo viniera a su paso. —Yo lo ayudaré a entrenar sus poderes mami, seré un buen hermano mayor. Sonreí al ver a mi hijo inflar su pecho con orgullo, no le perdió nada al padre. Solo espero que no sea igual de bruto y salvaje cuando consiga a su pareja. —“Lo será, créeme, jajajaj” ***** NARRADORADaniel recorría la manada junto con su beta y dos doncellas, estas mantenían la cabeza baja por miedo y respeto. Era la primera vez que estaban en otra manada a excepción de la pequeña que los ayudó en el bosque. Caminaba por las pequeñas calles lejos de la vía principal. Una algarabía de personas no muy lejos llamó su atención y fue a ver qué pasaba. —Eres una perra traidora… —Debiste haber muerto… —Bruja malagradecida, mordiste la mano de tu amo… —¿Cómo fuiste capaz de atentar contra nuestra Reina?… ¡Así que… ella es la hermana de Lucien! Pensó Daniel observando fijamente a la mujer en
NARRADORA La tierra se teñía de rojo y el bosque comenzaba a emanar calor puro. Los guerreros de la pequeña manada luchaban con sus vidas para darle tiempo a las mujeres y niños de huir. —Kara, hija, yo debo regresar a ayudar a tu padre… —No, mamá, no me dejes, no sabré qué hacer sin ti. —Escúchame, hija— la Luna miraba hacia atrás, viendo como el peligro se acercaba. Sus manos temblaban; sabía que este sería su fin. —Ve a las tierras del Rey, la Reina es una guardiana, ella te ayudará… —Mamá no— Kara lloraba, sabía que esta era una despedida. —Ya no tienes por qué esconderte mi niña, eres una guardiana y ahora hay leyes que te protegerán. Ve y cuida de nuestro pueblo. Los gruñidos de bestias resonaban a lo lejos, un resplandor púrpura iluminaba el cielo. Esto era algo con lo que jamás se habían enfrentado. —Ve, debes decirle a los Reyes lo que has visto, ellos deben saber lo que se avecina; con lo que se van a enfrentar. La mujer empujó a su hija para irse, pero e
NARRADOR En una noche fría y lluviosa, donde los rayos cruzaban el cielo y la lluvia arreciaba. Se podía escuchar los gritos de una mujer en una pequeña casa. Los gritos de la Reina Luna, llenaban la pequeña habitación mientras doncellas corrían de un lado a otro con paños ensangrentados. —Mi Reina, ya falta poco, solo, puje un poco más. La Luna de la pequeña manada donde se encontraba, la animaba para seguir, pero en su ser estaba escondida la envidia y la venganza. Afuera, el Rey junto con un puñado de sus hombres se mantenían al frente, ajeno a lo que ocurría dentro la pequeña casa de la manada donde su esposa estaba dando a luz. Los ojos dorados de su lobo se mantenían al frente, donde se podían oír los gruñidos de los lobos. Un rayo cruzó el cielo seguido de un estruendoso trueno. Los llantos fuertes y persistentes de un bebé llenaron el aire de la pequeña habitación. Las doncellas sacaron al bebé de la habitación, dejando a su Luna con la Reina, que se encontraba débil
NARRADORVictoria corrió hasta su madre, llorando y suplicando a quien la escuchara, que la salvara.—Mama... mama... dime qué hago, por favor.Ailena alzó su mano temblorosa para acariciar la mejilla de su hija.La sangre salía sin parar de sus heridas.Un charco de sangre ya se encontraba a su alrededor, su vida se estaba escapando en solo segundos a manos de su propio compañero.—Hija... debes ser... debes ser fuerte... dame... dame tu cuchillo.Victoria rápidamente lo sacó y se le entregó.—Extiende... tu mano y... y también descubre al... al pequeño.Ella lo hizo, mirando como su madre hacía un corte en su mano.Limpió su sangre con la muselina del pequeño y tomó la sangre de su hija en sus manos.Pasándola por la carita del bebé, asegurándose de que la sangre entrara en su pequeña boca.Su mano cayó con fuerza al suelo, sus fuerzas la estaban abandonando al igual que su vida.—Mamá, por favor, no me dejes, no sé qué debo hacer, por favor.—Victoria... ahora debes... ser fuerte..
VICTORIA Abro mis ojos encontrándome con el cielorraso blanco sobre mi cabeza. Mi respiración está acelerada y el sudor cubre mi cuerpo. Aún puedo sentir en mi piel, el miedo y la angustia de aquella pesadilla que parece no querer desaparecer en los últimos años. Cierro los ojos tomando una gran bocanada de aire antes de soltarlo e intentar levantarme. La puerta es abierta estrepitosamente, haciéndome saltar, mirando como el pequeño tornado viene a mí corriendo. —Mamiiiii, ya estás despierta, te hice el desayuno. —Déjame adivinar... leche y cereal. —¿Tuviste una pesadilla otra vez mami? Como mentirle a un pequeño que tiene un montón de rarezas especiales. Entre ellas; la capacidad de saber cuando su madre le miente. —Estás sudada mami y el calor desapareció de tu cuerpo, déjame calentarte. Envolví mis brazos alrededor de él, sintiendo el abrazo de oso que me da. Su calor se aferra a mí, haciéndome sentir serena y en completa paz. —Listo, ahora a desayunar. Y
VICTORIA Dejo el carro abandonado debajo de un puente, recojo el bolso, escuchando como la gasolina salpica. Me alejo del lugar con Ben entre mis brazos, rodeándome con sus piernas en mi cintura, hasta que el auto explota, borrando toda evidencia. Camino sin rumbo fijo hasta llegar a un motel, pido una habitación y entro para pasar la noche. Al día siguiente llego con el desayuno, observando la pequeña habitación. —Pequeño garras. Este es nuestro código, solo reacciona si me escucha decirlo. —¿Mami, que trajiste? —Donas y un expreso, como te gusta. Él se sienta a comer mientras yo estoy con mi teléfono, moviendo dinero de un lugar a otro, borrando evidencia y preparando un nuevo lugar. Santi se encargará de hackear las cámaras de seguridad para evitar saber quién soy. Nadie sabe quién realmente tiene a Ben, mi padre no sabe que "su adorada hija", es quien le ha tenido su mundo de cabeza. Él cree que estoy muerta. —¿Tenemos que movernos de nuevo? —Si cariño,
VICTORIA Veo como el hombre abre mucho los ojos sin esperar a que esa respuesta llegara a él. En su asombro baja la guardia, dejando que Ben tome ventaja, clavándole los colmillos hasta el fondo, haciéndolo gritar de dolor mientras lo suelta. Estiro mi mano a Ben y lo coloco detrás de mí, observando como el hombre lucha contra las venas negras que se van esparciendo desde la mordida. —Es una lástima que no podrás advertirle a mi padre, pero después me encargaré de él. Comienzo a alejarme con Ben abrazado a mi mano, oigo las maldiciones que me lanza, pero poco me importan viniendo de un cadáver. Entro de nuevo al auto y doy marcha, hasta llegar a otro estacionamiento y recoger otro carro en lo que este es eliminado. Ben se monta sobre mí enrollando sus piernitas en mi costado, hasta que su pelaje negro comienza a cubrirlo todo. Acaricio suavemente el pelaje del pequeño lobo asustado, esta es su forma de protección cuando su lado humano está sufriendo mucho. Sus garras
VICTORIA —¡¡¡¡Maaaamiiii!!!!, tienes que probar este helado mami, está delicioso. —Ben, ese ya es el cuarto que te comes hoy, debes comer vegetales también. Solo me recibe un gruñido después de eso. Odia los vegetales, pero ama los dulces y sobre todo la carne. Eso se debe a su parte lobo. Tampoco es como que sepa mucho de eso, sé muy poco de los cachorros lobos y cuando intentaba preguntar, me acusaban de depredadora. Ya no sé si reírme o sentir vergüenza recordando eso. Lo dejo en la cocina comiéndose su helado y me dirijo a la habitación para ordenar algunas cosas hasta que paso por la habitación de Santi. Me recuesto sobre el marco de la puerta mirando los cuerpos desnudos y sudorosos de Santi y de su nueva novia. Los gemidos son suaves y al menos se los agradezco por tener "algo" de "respeto" por Ben. El choque de sus pieles se hace cada vez más fuertes y rápidos. Las manos de Santi se aferran con fuerza a las caderas de la chica, sus senos se balancean de a